Antes de comenzar, queremos reiterar que aunque lo que les vamos a comentar aunque tiene la posibilidad de llegar a darse, es sumamente improbable que las consecuencias legales lleguen a tal extremo. Como la gran mayoría de las cosas en Hollywood, lo más seguro es que todo terminará resumiéndose en pagos de cantidades millonarias de dinero y nada más. Sin embargo, existe el riesgo real de que el juicio pendiente lleve a medidas extremas y por eso se los comentamos.

En fin, el asunto es que parece que Stranger Things es un plagio. Ya muchas personas lo han comentado antes, y de hecho los rumores han circulado la web. No obstante, es casi seguro que ahora sí es cierto. La semana pasada, el cineasta Charlie Kessler demandó a los Duffer Brothers, los «creadores» de la serie de Eleven, porque según él los hermanos se robaron su idea para la serie.

Resulta que Kessler realizó en 2012 un cortometraje llamado Montauk, que contaba la historia de la desaparición de un niño pequeño y cómo esta se vinculaba con una operación militar de experimentación en infantes. Hasta ahí, suena como una historia muy similar, pero cuya comparación podría ser perfectamente coincidental.

El meollo del asunto viene en que, de acuerdo con el demandante, él se reunió con los Duffer en 2014 durante el Festival de Cine de Tribeca, y les expuso su idea para una serie basada en Montauk, su cortometraje. Los hermanos se emocionaron mucho con la propuesta, pero al poco tiempo lo cortaron del proyecto y crearon Stranger Things ellos solos. Además, la gota que derrama el vaso es que casualmente el nombre temporal que tuvo la serie durante todo su desarrollo fue nada más y nada menos que… Montauk.

Por supuesto, los demandados niegan rotundamente la demanda de Kessler, dicen que es una acusación sin mérito y que no hay ninguna relación entre el proyecto que les propuso este cineasta y el resultado final que vemos en Netflix. Sin embargo, seamos honestos… Si huele a gato, se ve como gato y sabe a gato, lo más probable es que sea un gato y que se lo haya comido un demogorgon.

Lo particular del asunto es que las consecuencias legales que esta demanda podría tener para Stranger Things son monumentales. Kessler pide con ella que se le restituyan las ganancias que ha perdido por un proyecto que él creo pero que no le fue acreditado y que le paguen los gastos punitivos. Esto quiere decir que los Duffer deberían darle un cheque muy, muy grande. Pero además, el hombre pide que los productores de la serie dejen de usar sus conceptos de inmediato y destruyan todos los materiales donde ya lo hayan hecho. O sea, Stranger Things quedaría cancelada ipso facto, sus temporadas anteriores deberían ser eliminadas de todos los medios de transmisión oficiales y todo rastro de ellas debería dejar de existir.

Intenso… Se los advertimos. La buena noticia para los fans es que es muy improbable que un juez llegue a tal extremo de obligar a Netflix a proceder con la destrucción del programa. Lo más normal en casos como estos es que los demandantes exageren sus exigencias iniciales, de modo que los demandados sucumban ante la presión y, para evitar arruinar sus proyectos, paguen sumas exhorbitantes de dinero en acuerdos financieros de resolución del conflicto. Es decir, yo te quito la demanda si me pagás más de lo que vale la vida del periodista que está escribiendo esta nota.

Así que por el momento Stranger Things sigue todavía renovada para una tercera temporada, y mientras esperamos podemos revivir las dos anteriores en Netflix, pero existe una poca, pero real probabilidad de que todo eso se acabe pronto. Habrá que esperar y ver qué sucede al final del día.

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