¿Qué es la existencia? Que aparente que es la realidad, a pesar de ser a todas luces algo tan ilusorio que solamente las grandes mentes de nuestra historia han podido dar forma, ya sea con palabra, imagen o hecho, para que el resto de nosotros lo interpretemos a nuestro libre albedrío. Esto me ha llevado a pensar en la religión, más precisamente con una figura elemental dentro de cualquier mito, “El Profeta”, el interprete de la palabra divina, y de la realidad. Esa figura angular que da la forma física que tan desesperadamente necesitamos los humanos para creer realmente. Jesús, Mahoma, Budhá, Krishna. Una figura sin contradicciones y justa en teoría, y maestro de una verdad que supera la barrera de la vanidad y que habla a la razón pura. ¿Tal ser podrá existir? Pero solamente he de mirar a la obra de Frank Herbert para darme cuenta que, al menos expresado a un nivel literario, puede ser real, y puede ser tan seductor en su filosofía al punto de tener que replantearse la pregunta y decir ¿Tal ser se podría crear?

Si tuviera que definir Dune para estos tiempos modernos, diría que comienza siendo algo así como un Game of Thrones en el espacio. Donde las casas de los nobles que están bajo el mandato de Shadam IV, el Padishah del Universo Conocido, luchan por el control de los planetas y recursos. Ubicado como la otra gran fuerza política y económica, se encuentra lo que sencillamente se conoce como La Cofradía. Así Herbert comienza por mostrar y dividir cuales son las fuerzas contrapuestas de este universo. La realeza, la nobleza y los comerciantes; una sociedad feudal dentro de un escenario de ciencia ficción cósmica.

Hilado dentro de la rica narración nos damos cuenta de los tiras y jalas de la política imperial y lo largo que corre el control económico y político de la Cofradía; y en el epicentro de esto se encuentra el bien más preciado, lo que permite mover naves de proporciones planetarias en viaje interestelar, la droga universal, que da vida casi Inmortal al costo de la humanidad, pero que da iluminación más allá del ser: La melange, la especia.

Mapa de Arrakis

Quién controle la melange controla el imperio, dice Herbert elocuentemente, y la especia debe fluir. Esta se encuentra irónicamente en el planeta más árido y estéril del universo: Arrakis, Dune. Donde solamente la vida más aguerrida y terrible sobrevive a la inclemencia del sol y la aridez extrema, y los gusanos de arena gigantes, donde el bien más preciado no es la melange, sino el agua. Que contrastante es la idea de que de donde viene la fuente inagotable del bien más preciado del universo, lo único que importa realmente es el agua para sobrevivir.

Y así también comenzamos a conocer a nuestros personajes en este escenario de intrigas cortesanas. La noble casa de los Atreides del planeta de agua, Caladan, a quienes el emperador Padishah ha dado control de Dune y su producción de melange luego de habérselo quitado a la vil y corrupta familia Harkonnen del planeta Guiden Prime, el cual han convertido en un botadero industrial. Ambas casas han tenido una rivalidad de más de mil años, mientras que los Atreides son familia del emperador los Harkonnen han conseguido su poder por medio del comercio y luego con el control de la especia de Arrakis. Así estas casas son opuestas no solo dentro de la historia del universo, sino que a un nivel elemental representan contrapuntos de moralidad. Por un lado los Atreides representan en su acción justa al ideal del código de nobleza el cual está atado irremediablemente a la existencia de una estructura imperial, mientras que los Harkonnen han debido escalar comprando su posición, a costa de su planeta y de su propia humanidad, también atado a la ambición de la influencia imperial. ¿Pero que será más importante para el emperador, los lazos familiares, o la melange?

Esto es lo que se pregunta Leto Atreides II, la cabeza de familia de la casta de Caladan luego de que el emperador Padishah le otorgue el control de Dune. Pero lo que en apariencia es un obsequio encierra más en su intención, pues al darle control de Arrakis a Leto, el emperador le ha dado aún más causa a los Harkonnen en su hostilidad, sino que además lo ha enemistado con la mayoría de casas nobles, las cuales ven con envidia los lazos familiares de los Atreides con la realeza. Así Leto debe viajar convocado por mandato imperial a tomar control Arrakis junto con su esposa, Lady Jessica de la Bene Gesserit, una de las grandes órdenes religiosas del universo de Dune, la cual está conformada solamente por mujeres y cuyo credo habla de la llegada de un mesías por medio del riguroso control de genes, y con su hijo Paul Atreides.

Entonces todo cambia…

Desde este punto seguiremos la historia de la casa Atreides y su destino, el cual llevará al joven Paul de tan solo 15 años a encontrar una revelación en el desierto junto al pueblo Fremen, los verdaderos habitantes de Dune, la cual lo transportará a los límites de su existencia.. La religión y la ciencia juegan un factor importante dentro de esta transformación profética a la cual se ve expuesto Paul que da como resultado a Muad’Dib, el profeta de Dune. No solamente es una transformación material, es un estudio del cambio emocional y de autodescubrimiento de un ser inimaginable, pero que a la vez se manifiesta frente a nosotros como una posibilidad y vivencia.

Es difícil imaginar una obra que condense de manera tan realista el proceso de pensamiento de un ser místico, una conciencia tan clara que logra ver más allá de la apariencia y de la vanidad, llegando a rozar los mismos límites del tiempo. Es extraña la manera en la que este personaje por su propio carisma logra atraer al lector al punto de absorberlo por completo en su enseñanza y su acción. Constantemente tenemos acceso a los pensamientos del profeta, entendiendo su lógica y la visión del mundo que lo rodea. Es la anatomía de un figura solitaria que se alza por sobre todas las demás, desnuda de mitos, pues es historia que se desarrolla mientras la leemos, pues ya sabemos desde la primera página que un gran destino aguarda al héroe.

Desde las primeras palabras, la cita de un libro nos colocan en contexto de en quién se llegará a convertir Paul. Alguien de quién escribirán, que se llenarán tomos enteros sobre sus hazañas y enseñanzas, pero a la vez los hechos del mito se contraponen con los de la realidad, con quién realmente es Paul Atreides, Muad’Dib, y junto a él nos adentramos más y más en la realidad de este mundo, Arrakis, y las realidad de la vida, la muerte, el dogma y la crudeza de la avaricia. Junto a Paul vamos viendo, a través de sus ojos de prodigio y profeta, la apariencia de la realidad.

Dune se siente a veces como la historia de un héroe arabesco, andando entre las desérticas dunas de la realidad, encontrándose, como todo viaje requiere de alguien como él, mientras el universo mantiene un suspiro que desatará toda la caótica fuerza de la profecía que lo aguarda al final de su camino. Como toda gran historia del eje que es Paul en el libro y del universo también, se ve acompañada de una variedad de personajes fascinantes y contradictorios, que paralelamente deben andar su propio camino que nos muestra distintas facetas del pensamiento y la filosofía de este universo, pero inevitablemente todo terminan siendo juzgados en el destino del profeta.

Arrakis, al igual que mucho del imaginario del libro, grotesco en su honestidad y fascinante en su complejidad, nacieron de los estudios sobre fauna desértica que Herbert realizaba. Existen muchos mensajes que se esconden detrás de esta obra, una voz que habla contra el imperialismo deshumanizador, contra la avaricia que corta la vista de lo realmente importante o el mensaje ambientalista que aún hoy en día se mantiene vigente(sino más). Pero más que nada es el cuidado que se debe mostrar frente a hombres y mujeres míticos. Fueron mortales, más allá de lo que hablen los libros o tan lejos como pudieran ver, nunca dejaron de caer o fallar de alguna manera en su historia personal, la que no enseñan los dogmas, y es peligroso tomar la figura de alguien que también erró como un norte moral inquebrantable e incuestionable.

De grandes enseñanzas pueden nacer las peores catástrofes. Así has sido a lo largo de la historia y así se vuelve a mostrar en la saga de Dune. Pero si está en la capacidad de una persona el crear en literatura a un ser así, ¿no hace eso que nos cuestionemos la veracidad de mitos milenarios? O por lo menos, el efecto que han tenido en la historia. No en vano Herbert contaba como luego de publicada la primera novela recibía cartas de personas preguntando de forma muy seria si planeaba comenzar un nuevo culto. Así de influenciable es la mente humana.

Más allá de su estudio filosófico, Dune marcó en la literatura de su época pues abrió el camino de un nuevo tipo de héroe, uno que conseguía sus poderes a través de la ciencia, era la nueva forma de literatura fantástica. Tenemos que recordar que esta novela fue escrita hace más de 50 años, por lo que asombra aún más las imágenes que evoca, parece casi profético la visión que tiene sobre el futuro manejo de recursos, especialmente el agua o su visión particular sobre la ciencia del viaje estelar.

No por nada a captado la imaginación de millones de lectores, generando películas, juegos de mesa, series, nuevos cánones literarios, vídeo juegos, etc. Así se mantiene vigente hoy en día, gracias a su universalidad, conteniendo dentro de sí muchas verdades del género humano, como lo guardan las grandes obras de nuestra historia, y como esas, Dune también logró cambiar nuestro mundo. Alcanzándonos desde la profunda voz de un desierto irreal, pero que habla con verdades demasiado cercanas como para evitar no volver la cabeza y escuchar. Así la voz del pasado nos encuentra en una narración del futuro, mientras nos encontramos atrapados en un efímero presente, preguntándonos cómo Usul Muad’Dib; ¿Qué es la realidad?

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