https://www.youtube.com/watch?v=WF-ybDcDasI
Queridos Ed y Alphonse, tal vez a estas alturas sea futil contarles que la vida es dura, que todo lleva trabajo, que las cosas no se dan por obra y gracia de la casualidad, sino que se forjan a partir de nuestro esfuerzo constante por ver mejorar nuestras habilidades y aptitudes; tal vez sea inútil que alguien como yo les cuente lo difícil que es la vida, después de todo tengo todos mis miembros, mi familia está completa y no he atravesado todo el sufrimiento que ustedes sí a lo largo de los años.
Pero quería contarles queridos Ed y Alphonse lo que aprendí viéndolos en la televisión, cuando tenía apenas 15 años, con ustedes aprendí el valor de una hermandad, de esas que se forjan insultandose mutuamente, pero estando ahí cada vez que uno se necesita; aprendí el valor del amor de los que nos rodean; que a veces caemos solamente porque necesitamos rasparnos las rodillas; que la felicidad no se busca afuera, sino se encuentra dentro, ahí donde es más difícil llegar; que cuando uno se propone algo tiene que llevarlo hasta sus últimas consecuencias.
Aprendí también que no tiene nada de malo dejarse la vida buscando un sueño, porque al final eso es la vida, la constante búsqueda de cumplir los sueños; aprendí a dejar ir, a levantar y que el mejor vehículo son los dos pies que tenemos para caminar; aprendí de ciencia, de arte, de tecnología en un mundo mucho más grande que todos; aprendí que «el uno es todo y el todo es uno»; también que la ley de intercambio equivalente no existe, pero que la vida da segundas oportunidades; aprendí de filosofía, de cuestionamientos morales, de nombres de armas de la Segunda Guerra Mundial; aprendí un poquito más de la vida y también un poquito más de mí mismo.
Y es que al final queridos Ed y Alphonse, el entretenimiento no sólo sirve para entretener, sirve también para expresarnos, identificarnos con situaciones y personajes, generar empatía y cuestionarnos, sirve también para que las cosas tenga un sentido aún cuando no lo tienen, y por si fuera poco sirven para que en nuestras peores horas encontremos consuelo en lugares en donde nunca lo hubieramos imaginado.