El pasado 17 de setiembre nos dejó The Strain. Una serie de vampiros producida por Guillermo del Toro y Chuck Hogan. La misma había tratado de ser producida desde el 2006 con Fox, pero no lo había logrado.

Pero, ¿por qué o para qué otra serie de vampiros? Resulta ser que son el monstruo favorito de Del Toro. Desde niño los ha imaginado como seres crueles, controladores, brutales y deseosos de una estructura de control total sobre su alimento la humanidad. De hecho, ya en Blade II, Del Toro nos había mostrado su visión de vampiros, con un apéndice saliendo de su boca: los temidos «Reapers». Y cuando le tocó hacer la intro para «Treehouse of Horror 24» de Los Simpsons, tampoco dejó de presentarnoslos.

Tras el fracaso vendiendo la serie, Del Toro y Hogan pusieron en orden las notas del primero y le dieron forma a una trilogía de libros bastante exitosa: «The Strain» (2009), «The Fall» (2010) y «Eternal Night» (2011).

Del Toro logró vender finalmente la idea a FX y en 2013 se ordenó la primera temporada: 13 episodios. El casting era bastante bueno: John Hurt, Kevin Durant, Natalie Brown, Sean Austin, Mia Maestro, Jonatham Hyde y Corey Stoll. Y la primera temporada fue excelente. El primer episodio logró 3 millones de televidentes y mantuvo promedios altos. Incluso, FX ordenó 4 temporadas más.

El show prometía, la acción en los primeros 13 episodios fue genial. Hubo escenas y secuencias realmente macabras y la atmósfera de la misma te enganchaba. Cada capítulo se veia bien trabajado. Era una serie que valía la pena ver.

Y después se cayó todo. En la 2da temporada el ritmo bajó, las tramas se multiplicaron y complicaron de forma que el show perdió rumbo y uno podía sospechar que la serie no iba bien. Y en la 3era la serie iba en caida libre: varios personajes perdieron sentido o claramente sobraban; cuando no se sabía con qué rellenar, simplemente ponían a los personajes principales a volar bala. Parecía otra serie respecto a la primera temporada. La atmósfera de tensión fue sustituida por innecesarias secuencias de acción y muchas subtramas personales que no llevaban a nada. La bajada de audiencia y el costo de los maquillajes empezaron a asfixiar el proyecto.

A principios de 2017 se anunció que FX solo haría una temporada más y no dos. Y rápidamente en 10 capítulos cerraron las tramas, eliminaron todo el transfondo místico de la serie (nunca se aclaró el origen del principal enemigo, El Maestro, y sus motivaciones), y quedó como otra serie pretenciosa de ciencia ficción. No se puede pasar por alto cómo desaprovecharon al personaje de Quinlan (el Blade del Universo vampírico de Del Toro). A pesar de todo, hay que decirlo: en algunos episodios lograron momentos épicos. Y se echó de menos que la 2da y 3era temporada no fueran por lo menos como la 4ta.

Realmente esta serie prometía mucho más: los libros tienen detalles y una trama muy superior (suena cliché, si) y que era factible de llevar a la pantalla. Incluso metieron el elemento del libro de origen de los vampiros y se gastaron episodios enteros en él, para que al final nunca sirviera de nada. Trataron de tapar los huecos argumentales con acción y nada más.

Con el auge de tanto vampiro adolescente erótico con tramas que rayan lo cursi, se echa de menos la oportunidad desaprovechada. Pudo ser una serie de época que refrescara las posibilidades de los amantes del género. Pudo haber creado una versión moderna del mito vampírico que se sostuviera aparte de los clásicos. Pero no logró nada más allá de dejarnos esperando eso. Al final, se fue dejándonos la sensación de lo que pudo ser.

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