Pine – Análisis

Con mucha inspiración tomada de títulos como Zelda Breath of the Wild, nos llega este bonito juego independiente llamado Pine. Una mezcla de exploración, crafteo y mazmorras con diminutos rompecabezas que se mezclan con un mundo abierto que alberga una gran variedad de biomas; sin embargo, con una limitada variedad de fauna.

Pine nos lleva a controlar a Hue, un joven cuya familia vive en lo alto de un risco en una montaña. Partimos del momento en que una parte del risco colapsa, y nuestro héroe decide que es hora de buscar un nuevo lugar en el que su aldea pueda comenzar de nuevo, dentro de un ecosistema menos peligroso para la subsistencia. Bajo este marco, salimos a la aventura a tierras nunca antes vistas por Hue. Desde pequeño nunca le fue permitido bajar de la montaña; sin embargo, ahora que se arma de valentía, descubre un mundo exuberante. Se encuentra con montañas nevadas, desiertos que son hogar de criaturas muy fuertes, bosques y pantanos que sirven de asentamiento a nuevos tipos de civilizaciones, las cuales pueden llegar a ser tanto amigos, como enemigos.

Los diferentes entornos están muy bien demarcados, y cada uno suele ser habitado por una o dos especies diferentes. Todas son especies animales que nosotros conocemos en el mundo real: lagartijas, zorros, cocodrilos, pavos y una última que parece una mutación de alces con el mismo Lucifer. Estos, se desplazan en dos patas, y viven en pequeños pueblos con casas, que viven de la recolección, comercio, y caza.

Una de las características principales es que entre cada una de estas civilizaciones hay tres posibles posiciones ‘diplomáticas’. Pueden ser enemigos, aliados, o encontrarse en un estado neutral donde ni se quieren, ni se aman. Acá, esto crea un sentido de inmersión bastante interesante, pues así como podemos ver a los lagartos enfrentarse con los zorros, podemos verlos ser amigables más adelante en el juego. Esto sucede de manera aleatoria al avanzar la partida, y si queremos saber quienes se llevan bien o mal, podemos acercarnos a una especie de tabla con medidores (que hay en cada pueblo) que muestra las relaciones actuales entre cada uno de ellos.

Nosotros, al venir de un lugar diferente, y al ser una criatura que ninguna de estas razas conoce, debemos ganarnos su afecto y confianza. Por lo que cerca de cada aldea encontraremos baúles para donaciones, en los que podemos arrojar recursos a cambio de recibir las posiciones de ‘neutrales’, o ‘aliados’ con una facción en concreto. Claro, esto tiene un contra, pues si regalamos mucha comida a los zorros, a los cocodrilos no les gustará, y su relación con nosotros se verá deteriorada. Jugar con esto es complicado, pues debemos deshacernos de recursos que toma tiempo recoger para después ganar de vuelta el favor neutral o de aliados de otro grupo en el mundo del juego. Si nos ven como enemigos, nos atacarán, y si nos ven como cualquiera de las otras dos opciones, no pasa nada.

En lo que respecta a la jugabilidad, Pine tiene mucho de plataformeo, y el combate juega parte importante en la dinámica. Tendremos que defendernos no solo de aquellos con los que no nos llevemos bien, sino que en el mapeado toparemos con al menos un tipo de monstruo agresivo (una lagartija eléctrica) contra el cual debemos defendernos; sin embargo, existen muy pocos tipos de monstruos, y eso hace que se sienta algo repetitivo en ese sentido. Además de luchar y brincar de aquí para allá, el looteo es otro de los aspectos donde pasaremos más tiempo. Los objetos, ya sean alimentos, o materia prima son la única moneda, y es necesario portar una buena cantidad si queremos hacer un trueque satisfactorio. Por cierto, las facciones solo intercambiarán bienes con nosotros si nos ven como aliados, si no, no.

Las mazmorras o calabozos son uno de los ejes principales en lo que respecta a la trama. El argumento nos lleva a entrar en cuevas o zonas muy antiguas donde debemos sortear grandes espacios que conllevan completar pequeños puzzles. Ciertas partes requieren golpear un objeto para que se active un mecanismo y eleve una plataforma, o llevar antorchas y colocarlas en un agujero para abrir una puerta; no son complicados, pero resultan agradables después de pasar un gran tiempo afuera entre recolectar y buscar la aceptación de los demás. Más adelante encontramos una tabla de energía que también sirve para abrir puertas o hacer activaciones de estructuras.

La historia de Pine comienza fuerte, pero su fuerza se va perdiendo poco a poco al haber una narrativa inexistente. Poco se va contando mientras seguimos adelante, y se vuelve más una aventura de mundo abierto donde completamos una misión, pero no se nos cuenta una historia más allá de eso. Solo sabemos que tenemos el objetivo de encontrar un lugar para vivir y ya. Sí existen pequeños elementos que cuentan temas relacionados con los antepasados, pero no aporta mucho para crear una historia cautivante.

Ahora vamos con la parte fea, el rendimiento en Pine no es para nada bueno. Nosotros lo probamos con un Ryzen 5 2600, 8GB de RAM, y una GTX 1080, obteniendo apenas 40-50 FPS en una configuración máxima, mientras que en la anterior a esta, obtuvimos 45-55 FPS. Igualmente, entre foros de Steam, vemos que muchos de los jugadores que lo juegan en Linux tienen un pésimo rendimiento también. Lo bueno es, que el desarrollador se toma el tiempo de entrar a los foros y leer, conversar, y responder dudas a quienes muestran sus quejas. Entiendo que el rendimiento lo arreglarán una vez logren terminar de corregir errores de bugs y glitches. Aún con esto, Pine se disfruta bastante.

Pine es un bonito título independiente, con su mundo abierto y una original propuesta de ‘política’ entre las diferentes razas, también da un giro distinto a los juegos del género. Con calabozos interesantes, y sistema de creación de objetos con el cual podemos mejorar nuestras armas y equipamiento, es capaz de hacerme volver a su mundo para ayudar a Hue a completar su misión. Pine tiene un precio de $24 USD, salió a la venta ayer 10 de Octubre, y ya cuenta con más de cien opiniones de usuarios en Steam que lo califican de ‘Mayormente positivo’.