Con toda seguridad, lo que más esperábamos de esta temporada era la aparición de Obi Wan Kenobi y su encuentro final con Maul. Finalmente, tras una espera verdaderamente larga, lo vimos ocurrir: el maestro jedi y el otrora sith se reencontraron… y el desarrollo de tal encuentro probablemente polarizará a los seguidores de la serie. El porqué lo comentaré en la siguiente reseña, advirtiendo como siempre que, probablemente desde la primera línea del próximo párrafo, habrá spoilers.
Tras un camino lleno de altibajos, entre los que se puede contar hasta una vuelta de la muerte, Maul encontró finalmente su destino y no está más entre los vivos. Como era de esperarse, Obi Wan acabó con la vida de este atribulado personaje, el cual se movía en un terreno inestable, impulsado únicamente por su deseo de venganza.
Aquí quiero detenerme un momento para reflexionar sobre el problema narrativo que significa contar una historia de la que ya conocemos el final. Este proceso es siempre complicado pues el reto consiste en descubrir maneras sorprendentes de transmitir lo que ya se sabe o lo que ya sabemos a dónde conduce. Maul tenía que morir, cualquier otro desenlace era imposible o, cuando menos, muy peligroso, pues su supervivencia implicaría la necesidad de dar más explicaciones, como dónde se encontraba el personaje durante la trilogía original, por qué nadie lo menciona, etc. Esta circunstancia provocó que se tuviera que dejar ir un personaje que tenía aún muchísimo potencial.
Por ejemplo, desde que regresó en el final de la temporada anterior, yo comencé a considerar lo que significaría su resentimiento hacia los sith. Maul odiaba a Palpatine, no solo por la manera en que lo humilló en los últimos episodios de The Clone Wars, sino por haberlo utilizado como arma y haberlo separado de su familia en un principio. Esto hubiera permitido el desarrollo de una historia muy interesante si Maul hubiera alcanzado a enfretar a Vader y a Palpatine en determinado momento. No obstante, claro, los riesgos de afectar la continuidad eran altos y, probablemente por eso, los creadores optaron por cerrar su historia con Obi Wan y dejar ir al personaje de una vez. Así, se perdió la oportunidad de un arco aún más interesante, pero más por necesidad que por otra cosa.
Ya hablando de lo que sí pasó, considero que tuvimos un muy buen episodio, aunque no sin algunas falencias. Por ejemplo, yo suponía que todo el metraje se concentraría en Maul y Obi Wan, probablemente más en el primero que en el segundo. Sin embargo, se incluyó a Ezra en la ecuación, lo cual, al menos de momento, no veo completamente justificado. En términos estrictos, el joven no fue a hacer nada a Tatooine. Únicamente llegó, perdió su nave y tuvo que ser rescatado por el antiguo maestro, solo para ser enviado de vuelta de una vez. Claro, Ezra es el protagonista de la serie, por lo que su presencia se puede comprender, pero no deja de parecerme que, en realidad, su participación terminó siendo accesoria.
Ahora bien, no hay que perder de vista dos cosas: 1. Ezra sabe, con seguridad, que Obi Wan vive y dónde se encuentra; estos datos podrían ser relevantes a futuro, sobre todo considerando que el joven no se los rebeló a nadie. Me atrevería a suponer que no será la última vez que ambos personajes se vean; 2. el joven aprendió a desconfiar de sus propias interpretaciones de lo que revelan los holocrons, lo cual es muy importante de cara a lo que podría venir para él en los caminos de la Fuerza. Así, si bien su participación no significó gran cosa para la batalla titular, sí lo hizo para él como personaje, por lo que podemos asumir que, en lo que esté por venir, veremos consecuencias relevantes.
Hablando de la batalla particular entre Maul y Obi Wan… sí, fue muy corta. Demasiado corta, tal vez, considerando todo lo que la anticipamos desde que supimos que tendría lugar. Porque hay que dejar claro que el trailer no dejó dudas al mostrar no solo que los personajes se verían cara a cara, sino que ambos utilizarían sus sables de luz. Por ende, es totalmente comprensible que alguien se haya sentido defraudado por la minúscula duración del duelo, pero creo que hay una serie de elementos a tomar en cuenta.
- Maul estaba prácticamente vencido antes de comenzar la pelea. Como se vio al principio, la soledad del vasto desierto tatooiniano afectó al guerrero mental y físicamente, lo cual solo fue una adición más al desequilibrio que lo ha caracterizado al personaje desde su regreso. Eso por no mencionar que lo que lo ha movido a la acción desde su reaparición en The Clone Wars ha sido únicamente el hambre de poder y venganza.
- Obi Wan, por su parte, lleva mucho tiempo en el exilio, en paz, velando por Luke y probablemente en contacto con Yoda, entrenándose y creciendo en la Fuerza. Lo primero en lo que pensé al notar lo corta que fue la pelea fue “qué fuerte se volvió Obi Wan”. Creo que eso es lo que hay que leer en la mínima duración del duelo: la diametral superioridad del jedi, quien no necesitó nada vistoso para acabar con su rival.
- La batalla, en realidad, había comenzado mucho antes de que chocaran los sables por primera vez. El diálogo, las miradas, los movimientos de los sables y las poses, todo fue parte del combate.
- Maul comenzó con burlas, llamando a su rival “rata del desierto”, señalando que tal vez ni siquiera valía la pena matarlo, pues su destino ahí exiliado era aún más penoso que la muerte. Obi Wan respondió con una reflexión muy jedi: definirse por el poder de matar y el deseo de dominar y poseer es lo mismo que no tener nada.
- Maul no resistió más y encendió su espada, la cual usó para apagar el fuego. Leyendo en los sentimientos del jedi descubrió su verdadero propósito en Tatooine, circunstancia que obligó a Obi Wan a finalmente responder blandiendo su propia espada. Su propósito de cuidar a Luke tiene la máxima prioridad, por lo que ante su mención muestra por fin intenciones de defenderse.
- A partir de aquí se da un intercambio de poses y movimientos que hablan mucho de cada personaje: Obi Wan enciende el suyo y adopta la pose agresiva que Ewan McGregor hizo famosa en el Episodio III y que vimos repetidamente en The Clone Wars, con el sable horizontal. Maul afirma su poderío encendiendo la segunda hoja de su arma y haciendo ágiles movimientos circulares. Aquí, en lugar de mostrar su propia habilidad, Obi Wan cambia su pose por una mucho más defensiva, con la espada hacia atrás y en posición vertical.
- Lo que sigue es un intenso intercambio de miradas en el que se muestra que nadie está dispuesto a ceder nada: este será el último enfrentamiento y alguien no saldrá con vida, inevitablemente.
- Por último, el duelo como tal: Maul inicia con un grito violento y se lanza, atacando en primer lugar; Kenobi de tiene dos ataques y, con el único movimiento propio, derrota a Maul partiendo de paso su arma en dos. Lo interesante acá, y que tengo que confesar que no lo noté hasta ver el Rebels Recon en la página de Star Wars, es que Maul intentó replicar la manera en que venció a Qui Gon en el Episodio I, golpeando a su rival con la empuñadura de su arma y aprovechando el descuido para darle la estocada. Con lo que no contaba era con que Obi Wan probablemente ya es mucho más poderoso de lo que alguna vez fue Qui Gon, y su truco no tenía manera de funcionar una vez más. Así, el brevísimo encuentro termina de confirmar dos cosas: que Obi Wan es todo un maestro jedi, poderoso y noble, y que Maul ya no era más que una carcasa cegada por el odio y el deseo de venganza, dispuesto aún a jugarle trucos a su rival para vencerlo como alguna vez venció a su maestro.
Por todo esto considero que está plenamente justificado que el duelo fuera tan corto. Por un lado, en realidad no fue tan corto si se toman en cuenta todos los pasos de los que consistió, iniciando en el diálogo y terminando con ese breve intercambio de ataques. Por otro lado, optar por una resolución rápida y simple fue un agradable riesgo que corrieron los creadores, pues indudablemente dejarán insatisfecho a un gran sector de la audiencia, pero narrativamente presentaron algo diferente y con muchísimo contenido para quien quiera indagar realmente en lo que vio.
Creo que en lo que sí habrá consenso es en que la muerte de Maul fue algo hermoso y emotivo, digno del personaje que dejamos ir finalmente. En brazos de su enemigo, sus últimas palabras fueron dirigidas a si todo aquel conflicto, que ha lastimado a tantos y cobrado tantas vidas, vale la pena. Maul murió confirmando que hay un elegido que balanceará finalmente la Fuerza, “vengando” con ello las incontables muertes de uno y otro bando. Claro, cabe la especulación sobre si Obi Wan se refería a Anakin o a Luke, pues aunque el elegido originalmente era Anakin, y es él quien eliminará finalmente al Emperador, la conversación había girado hasta ahora alrededor del propósito de Obi Wan en Tatooine, por lo que innegablemente existe ambigüedad. Esto me agrada pues podríamos estar ante la posibilidad de ver algún giro referido a todo este tema de la profecía y el balance de la Fuerza, tema abierto en el Episodio I sin que se le haya dado un cierre hasta la fecha.
También sobra comentar mucho el final: Obi Wan, montado en un dewback, se acerca a la casa de Luke; desde cierta distancia, escucha a la tía Beru con el icónico llamado, “Luke! Luuuuke!” y una silueta regresa corriendo a la casa. El ocaso binario al fondo, el Tema de la Fuerza sonando… fue un momento hermoso que probablemente recordaremos por siempre.
Pues bien, tras este largo comentario, puedo sintetizar que el episodio fue ciertamente grandioso, a pesar de que algunas decisiones, como la incorporación tan prominente de Ezra, puedan resultar difíciles de comprender. No obstante, el reencuentro de Maul y Obi Wan fue todo lo intenso que podríamos haber deseado, aunque es inevitable sentir que la pelea en sí pudo haber sido cuando menos un poco más extensa.
Quedamos pues a la espera del último episodio, en el que, por lo visto, veremos a Thrawn cerrar su puño sobre los rebeldes en Lothal. ¿Habrá algún deceso?, ¿desaparecerá Lothal del mapa?, ¿reaparecerán Asohka o Vader? Son preguntas que estamos a punto de contestar, así que mantengamos sintonía.