ADVERTENCIA: muchos spoilers de The Last Jedi a continuación.

 

«The Last Jedi will shattered you – and then make you whole again.»

Anthony Breznican

 

A ratos me descubro sorprendido por vivir en un mundo en el que Star Wars cuenta ya con ocho episodios y un noveno por venir. Hará unos diez años, un amigo me dijo que él sí creía que la trilogía de secuelas sería realizada tarde o temprano. Yo no era tan optimista, sobre todo porque el propio George Lucas había afirmado tajantemente que no habría un episodio siete. El caso es que aquí estamos, en  la era post-Lucas, a mitad de la nueva trilogía y con casi dos spin-offs a cuestas.

The Force Awakens revivió la saga en 2015

La compra de Lucasfilm me puso nervioso, como a muchos, lo cual cambió radicalmente tras ver The Force Awakens. Con todo y algunas falencias, la película me gustó muchísimo y me dejó hambriento por más. A mi gusto, la saga estaba en buenas manos y prometía grandes cosas para el futuro.

Y es que, precisamente, el futuro era lo que se vislumbraba asombroso. Medio en broma y medio en serio, he dicho muchas veces que el final de The Force Awakens es mi final favorito en la historia del cine. El atrevimiento de relegar a Luke Skywalker a un mcguffin y darle un escaso medio minuto de metraje devino en un genial recurso para crear anticipación. La escena de Rey ascendiendo por las ruinas del templo jedi para encontrarse finalmente cara a cara con el legendario maestro es todo un despliegue de contención narrativa, maestría cinematográfica y acierto tonal, en tanto es una escena en la que no se dice una sola palabra pero se transmite una cantidad casi insoportable de emociones. Las actuaciones silenciosas de Daisy Ridley y Mark Hamill, el hermoso escenario, la composición de los planos y, por supuesto, la incomparable música de John Williams crean un efecto sinérgico en el que el todo es muchísimo más impactante que la suma de sus partes. Terminar la película así fue atrevido, desgarrador y, de alguna forma, también esperanzador. Rey éramos todos, acudiendo a nuestro héroe para decirle que lo necesitábamos una vez más.

Al final del episodio VII, todos íbamos con Rey a buscar al maestro Skywalker

Con semejante valoración de la escena, podrá comprenderse lo fuerte que fue para mí ver cómo Luke tira el sable de luz cuando Rey finalmente se lo entrega en la nueva película. Dos años anticipando el momento, imaginando cuáles serían las primeras palabras que se dirían, cuál sería la impactante primera línea del héroe tan esperado. Pues nada…. simplemente eso, un gesto hostil y la mítica espada lanzada al vacío.

Se me rompió el corazón. Mi reacción fue un sonido a medio camino entre la risa y un grito ahogado. ¿Cómo era posible?, ¿cómo se atrevían? Esperar tantos años para ver de nuevo a Luke y… no podía ser. Lo curioso es que en realidad los avances nos habían dado muchas pistas para esperar algo así… pero igual: en el momento, resultó casi intolerable.

Lo interesante es cómo la propia película se encarga de explicarse. La cantidad de frases que parecen hablarle directamente a la audiencia es tal que no queda más que asumirla intencional. «¿Crees que me fui al rincón más apartado de la galaxia sin ninguna razón?» le dice Luke a Rey y, de nuevo, Rey somos todos: ¿de verdad creímos que nuestro héroe estaba ahí, exhiliado en medio de la nada, a la espera de que alguien lo encontrara y se lo llevara de vuelta al conflicto? Me van a perdonar, pero pecamos de ingenuos.

Luke recibe su viejo sable de luz. Probablemente el momento más esperado del Episodio VIII

Hay que recordar que entre los episodios VI y VII hay varias décadas. Es totalmente probable que un personaje haya cambiado considerablemente en tanto tiempo. Es más: sería absurdo esperar lo contrario. En el caso de Han y Leia, que son más o menos los mismos, The Force Awakens, mediante unas cuantas líneas de diálogo, nos dio a entender  que, de hecho, ambos personajes pasaron por mucho durante ese tiempo, incluyendo el engendramiento de un hijo y su posterior pérdida a manos de Snoke. Tras esta tragedia, ambos se sumieron en «lo que mejor saben hacer», como dice Han. Así, aunque ambos personajes son totalmente reconocibles, pasaron por sus procesos también.

Luke, por su parte, es prácticamente otra persona. Pero el cambio es ampliamente explicado. Su fracaso con Ben fue devastador, en tanto no solo falló como maestro, sino también como tío, hermano y amigo. Las múltiples aristas lo llevaron a cuestionar no solo sus capacidades, sino la efectividad de la doctrina jedi como tal. La frustración lo llevó a la autocompasión y, de ahí, al exilio.

Sin embargo, siempre queda alguna esperanza. Años atrás, el propio Luke fue esa esperanza, pero ahora es él quien necesita recordar que, con todo y todo, siempre vale la pena volver a luchar. Rey, la emisaria de la Resistencia y aprendiz voluntaria, le recuerda al viejo Jedi que la galaxia lo necesita y él, impulsado también por una última lección de Yoda, su maestro, cae en cuenta de que aún hay algo por hacer y finalmente se decide a intervenir.

El maestro Yoda regresó en su forma de fantasma de la Fuerza

Con semejante arco argumental, puedo perdonar que me rompieran el corazón. El epígrafe que le puse a este comentario es totalmente intencional, pues las palabras del crítico Anthony Breznican ahí citadas engloban lo que para mí fue experimentar The Last Jedi: un viaje que me llevó del desencanto absoluto a la satisfacción más plena. Mediante un guion hecho con la clara intención de jugar con las expectativas y subvertirlas una y otra vez, Rian Johnsson se la jugó para crear una narrativa difícil de aceptar de primera entrada pero, precisamente por eso, encantadoramente retribuyente al final. Como dice Breznican, es una película que te destruye, pero te reconstruye finalmente.

Ahora bien, dadas estas consideraciones, me ha sido difícil y doloroso ver cómo un gran sector de la fanaticada la ha emprendido contra la película. A ver: todo el mundo tiene derecho a que le guste o no le guste. No se trata de que porque yo la disfruté todos deberían hacerlo. Sin embargo, la gran mayoría de críticas me parecen proceder de una serie de expectativas creadas que todos nos encargamos de alimentar. Sí, me incluyo en esa primera persona del plural, puesto que yo también pasé gran parte de los últimos dos años teorizando sobre muchas cosas.

Luke contempla cómo se incendia su templo de entrenamiento

Lo curioso fue que, unas semanas antes del estreno, un día me enfrenté a mí mismo y me propuse dejar ir mis expectativas. Por supuesto que quería un buen Episodio VIII y no iba a renunciar a ese deseo. Sin embargo, había varias cosas muy específicas (la aparición de los fantasmas de Obi Wan, Yoda y Anakin, por ejemplo) que estaba tan deseoso por ver que definitivamente afectarían mi apreciación si no llegaran a ocurrir. Y francamente, eso sería muy injusto. ¿Cómo juzgar una obra de arte por la cantidad de expectativas que me satisfaga? Insisto: si esas expectativas son que me haga sentir cosas intensas, que plantee ideas interesantes o que me sorprenda, todo bien. Si se trata de especificidades como que salga tal o cual personaje, que tal o cual personaje haga esto o aquello, o que tal o cual personaje sea completamente explicado… ahí estaríamos siendo injustos.

Creo que ese ejercicio de dejar ir mis demandas respecto a lo que quería ver fue lo que me permitió disfrutar muchísimo de una película tan drástica e irreverente con respecto a lo que los fans llevaban años teorizando. No se trata de ponerme como ejemplo, pero sí debo confesar que me alegra mucho haber tomado esa actitud, pues mucho del odio que le está lloviendo se debe, precisamente, a esas expectativas que muchos consideran que fueron traicionadas. Fundamentalmente, hay tres situaciones que parecen haber enervado a ciertos seguidores: la personalidad de Luke, la muerte de Snoke y la revelación (o «anti-revelación») del orígen de Rey.

El Supremo Líder Snoke, uno de los personajes cuyo desenlace decepcionó más a ciertos fans

La primera ya la comenté lo suficiente. Me parece que la película da todos los datos necesarios para comprender al personaje e, incluso, empatizar con él, por lo que no comprendo tal intolerancia con respecto a su actitud. Con todo y que, repito, cuando tiró el sable de luz me rompió el corazón. Tanto la historia de fondo como el arco del personaje en la película explican perfectamente su negligencia.

Con respecto a Snoke… he de reconocer que comparto parte de la frustración. Dado el halo de misterio con que se le envolvió en The Force Awakens era inevitable esperar algo de información con respecto a su procedencia. Personalmente, me interesa aun más saber de qué forma influyó en el desarrollo de la oscuridad que terminó formándose en Ben. No obstante, me parece que la decisión de sacarlo así de la ecuación no solo fue apropiada en el concepto de la película, sino que fue uno de los giros más inesperados y valientes que se le pudieron ocurrir a Rian Johnson. Además, aún queda el último episodio, por lo que podríamos recibir más información sobre el personaje. Y ya como último recurso, aunque entiendo que eso no «corregiría» la película, es muy posible que en el camino nos tiren un libro o un cómic dedicado a explicar al Líder Supremo.

La cantidad de veces que vemos a Rey sola en pantalla parece anticipar lo revelado: Rey… es Rey, simplemente.

Por último, a riesgo de sonar tajante, me parece que quien se queje de los orígenes de Rey simplemente no entendió la película. Claro, yo también me devané los sesos pensando en quién podría ser esta nueva heroína, pero en alguna de tantas conversaciones con mis amigos, terminamos por concluir que realmente no había manera de atar ese cabo de manera plenamente satisfactoria. En mi experiencia personal, había más expectativa con respecto a lo que no querían que pasara, en tanto conozco personas que no querían que fuera hija de Luke, pues él es un Jedi y no debería tener hijos, otros que no querían que fuera de Han y Leia porque eso complicaría excesivamente la trama, otros que no querían que fuera hija o nieta de Obi Wan porque habría que sacarse de la manga uno o dos personajes… así las cosas, ¿de quién podría ser? Existían teorías muy improbables, como que fuera hija de Sabine y de Ezra. Ciertamente, no era algo tan descabellado, pero lo cierto es que difícilmente personajes de las series terminan siendo tan relevantes en las películas; Saw Guerrera hizo su aparición en Rogue One, pero no podría compararse.

Así las cosas, ¿cómo podría satisfacernos plenamente la historia de Rey? Creo que Rian Johnson dio con la clave: subvirtió toda la especulación pero no por el simple gusto de hacerlo, sino que enmarcó la subversión en el mensaje final de la película: ni la arrogancia de los jedi ni la obsesión de los sith con el linaje, la Fuerza no obedece a nadie y se manifiesta donde sea, volviendo relevantes hasta a una chatarrera hija de nadie y a un pobre barredor de establo. Quien se queje de que Rey no procede de un linaje «noble» o «relevante» simplemente no entendió la película o basa su apreciación en una expectativa que, hay que reconocerlo, nadie nos prometió que sería satisfecha. Incluso, ver con atención The Force Awakens arroja que en realidad, ese «misterio» sobre el origen de la muchacha es más una creación de los fans que de la propia película.

Kylo Ren asciende de subalterno al eje maligno de la historia

Otros se quejan de que Luke muere, de que Yoda interactúa con el mundo físico, de que hay mucho humor, de que Luke considerara matar a Ben Solo… como dije al principio, cada quien tiene derecho a opinar lo que guste, pero la verdad es que la audiencia de Star Wars a veces no parece saber lo que quiere. Odiamos las precuelas porque no se parecen a la trilogía original, odiamos The Force Awakens porque se parece mucho a la trilogía original, odiamos The Last Jedi porque nos sorprendió… ¿qué es lo que queremos entonces? Bueno, tal vez estoy generalizando, pues aunque han sonado muchos comentarios en contra de la nueva iteración de la saga, también es cierto que es la segunda película más taquillera de la historia en su primer fin de semana; no obstante ya apareció también una petición para que Disney descarte la película y la haga de nuevo…

En fin. Como dije, cada quien tiene derecho a pensar lo que quiera. A nivel personal, puedo decir que The Last Jedi, con todo y algunos defectos inevitables, fue una experiencia plenamente satisfactoria. Me destrozó en un principio, sí, pero terminó por enseñarme que, precisamente, siempre se puede hacer algo nuevo con lo que queda de nosotros, que en cuanto al fracaso, lo único malo es no experimentarlo, y que hasta un gran héroe como Luke Skywalker puede necesitar con urgencia que alguien le recuerde que siempre habrá una nueva esperanza.

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