Tras lo que probablemente sea la espera más larga y cruenta a la que la serie nos ha expuesto, The Walking Dead por fin volvió y de qué manera. Con sus altos y bajos narrativos, el episodio resultó ser memorable y se contará dentro de los más perturbadores de toda la serie de ahora en adelante. Comenzamos con la advertencia de siempre: cuidado con los spoilers, tanto de este episodio como de las temporadas anteriores y del cómic.
«The Day Will Come When You Won’t Be» trajo finalmente la respuesta de a quién mató Negan en el final de la temporada anterior. Quien haya leído mi reseña de ese episodio recordará que el recurso de reservar la identidad del fallecido me pareció barato, manipulador e inconveniente, pues dejó la sexta temporada sin una muerte de peso teniendo todo a mano para lograrla; pues bien, mi posición se ha reforzado tras ver los acontecimientos del estreno de la sétima.

El caído, desde cuya perspectiva vimos la masacre en el episodio anterior, fue Abraham. Sin duda, era el personaje más intermedio de todos: ni tan importante como Glenn, Daryl, Maggie y Michonne, ni tan intrascendente como Eugene, Aaron, Rosita y Sasha. A Rick y a Carl ni los menciono porque era muy improbable que resultaran elegidos. Abraham representaba ese balance entre un personaje no tan viejo pero tampoco tan nuevo. Ahora bien, si hubiera sido solo él, la situación me habría defraudado pues la lectura del cómic me hacía esperar algo mucho más traumante… y fue ahí donde el episodio resultó verdaderamente sorprendente.
Porque sí, también perdimos a Glenn. Justo como en las páginas de Robert Kirkman, el antiguo repartidor de pizzas cayó molido a golpes por Negan, aunque el hecho ocurrió como un castigo por la reacción de Daryl, quien golpeó a Negan al no resistir que este se burlara de cómo Rosita se lamentaba por Abraham. El proceso de la escena fue realmente sorprendente, pues tras la ligera relajación que pudimos experimentar tras ver morir a Abraham, el arranque de Daryl reactivó la zozobra y atrajo sobre sí la atención como la posible segunda víctima. Que Negan se decidiera por Glenn, en ese momento, ya no se veía venir. La imagen del joven con la cabeza reventada, con un ojo salido de su cuenca y bañado en sangre… digamos solo que es algo que jamás olvidaremos.
La incorporación de dos víctimas y la progresiva tensión por el peso emocional de cada una fueron maneras muy efectivas de paliar la pobre calidad narrativa del final de temporada anterior. Sin embargo, no dejo de pensar que siendo las cosas como fueron, el asunto pudo quedar mejor: ¿se imaginan que el final de temporada nos hubiera mostrado la muerte de Abraham y que, dejándonos con la idea de que ya nadie más moriría, viéramos la muerte de Glenn en este episodio? Eso hubiera sido MUCHO más efectivo y traumante, pues no solo le daba una muerte importante a la sexta temporada, sino que nos lanzaba otra aún más importante justo al inicio de la sétima.

Pero bueno, lo que tenemos es lo que hay y al menos, repito, palió en alguna medida los errores del pasado. Sin embargo, hubo algunas nuevas imprecisiones que pudieron evitarse. Primero: que volvieran a repasar a todas y cada una de las posibles víctimas, esta vez desde la perspectiva de Rick, resultó reiterativo y absurdo. Me sentí como viendo el trailer otra vez durante el propio episodio… y ya me había molestado que utilizaran casi un minuto del trailer para eso….
…lo que nos lleva a la segunda situación: mostrar a todos los personajes siendo golpeados con Lucille fue una decisión cuando menos extraña. Por un instante, de verdad me creí que habían sido más los ejecutados… aunque cuando se vieron Maggie, Michonne y Daryl comencé a dudar de la posibilidad de que, en efecto, hubieran matado a TODO el mundo. Negan lo aclaró pronto al mencionarle a Rick que vio a dos de los suyos caer, pero en todo caso se trató de una secuencia generadora de confusión y que no aportó gran cosa.
Tercero: la escena del almuerzo de domingo con todos los personajes, incluidos y destacados Glenn y Abraham, fue excesivamente sentimental. Francamente, me resultó ridícula y melosa hasta la náusea. De hecho me recordó a esa escena al final de La lista de Schindler, cuando se ven los judíos salvados por el empresario, ya ancianos, dejándole flores en la tumba. Innecesario, confuso (de nuevo) y totalmente fuera de tono. Hasta el hijo de Glenn y Maggie se vio… cuando de momento ni se puede saber si será efectivamente un niño… ¿sería un auto-spoiler?
Pensando en lo que viene, más aún que las muertes lo más interesante y cruento del episodio fue ver a Rick, ese líder heroico y puesto mil veces a prueba al que hemos acompañado por años, totalmente destruído, humillado y sometido a la voluntad de un monstruo sadista y tiránico. Particularmente intensa a este respecto fue la escena en la que Negan le pidió que le cortara el brazo a Carl. La actuación de Andrew Lincoln en esta secuencia es material premiable sin ninguna duda. Por más que el hombre resistió las muertes anteriores, al punto de incluso tener la arrogancia de amenazar al agresor, esto fue demasiado para él. Como el propio Negan lo destacó, esa mirada final, suplicante, vacía de toda esperanza, es algo que nunca se había visto con esa intensidad. Muchos personajes se han quebrado en esta serie, pero ¿Rick?, ¡Rick es nuestro héroe! Mostrarlo así fue, definitivamente, cruzar una línea importante, sobre todo tenieno en cuenta el paralelo bíblico que se puede establecer, pues Negan exigiéndole a Rick el sacrificio de su hijo recuerda mucho a Génesis 22, cuando Dios le pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac y lo detiene en el último momento. Negan, pues, se establece como un ente casi divino al que Rick, el líder por excelencia, ha tenido que rendir ciega obediencia.

Un elemento más a destacar es la escena con los caminantes en la niebla. Un amigo que vio el episodio antes que yo me dijo que le había parecido «terrorífico»; esta escena justifica muy bien ese adjetivo; en medio del intenso drama humano, la serie no debe nunca olvidar que, en el fondo, es una historia de zombis, así que se agradecen estos momentos verdaderamente escalofriantes que involucran a los muertos vivos. Más aún, la manera en que Negan esperaba hasta el último momento para salvar a Rick solo contribuyó a sumar a la tensión y provocar aún más frustración en el epectador, dado lo innecesario de todo el asunto.
En cuanto al final, hay ciertas cosas extrañas con respecto a Maggie que no dejan de inquietarme: ¿cómo la llevará Sasha al Hilltop?; considerando que venía con dolores de embarazo ¿cómo aguantó toda la madrugada ahí hincada, tras ver a su esposo morir?; no obstante, la frase que Rick le suelta cuando le pide que les permita cargar a Glenn, «él es familia nuestra, también», fue brutalmente emotiva. Me recordó mucho a lo que le dijo a Andrea poco antes de que muriera, asegurándole que ella aún era parte del grupo a pesar de haberse ido a Woodbury durante tanto tiempo. Esas líneas se quedan con uno, más profundamente grabadas que las escenas grotescas y las muertes.
En síntesis: el inicio de la sétima temporada fue un episodio memorable que no dejará a nadie indiferente. Aún arrastrando algunos problemas generados por la ineficacia narrativa del final de la temporada anterior, se las ingeniaron para producir un episodio brutal, doloroso, perturbador y angustiante como pocos ha tenido la serie. Las muertes ocurridas, y la forma en que ocurrieron, devuelven esa tensión que temporadas atrás sentíamos al mirar cada capítulo y nos hacen preocuparnos más que nunca por el destino de estos personajes tan queridos.
Ahora bien, ¿qué viene a continuación?, ¿será que Negan logrará mantener esa aura de sadismo y psicosis que mostró en este episodio? No deja de ser preocupante la posibilidad de que ya lo hayan mostrado todo o que sea muy difícil superar lo visto en este episodio, pero no queda más que confiar en que los acontecimientos por venir lograrán mantener nuestra atención. Hay que recordar que los Salvadores se llevaron a Daryl y es posible que a través de él conozcamos finalmente la verdadera guarida de Negan. Y falta aún por ver qué pasa con Carol, Morgan y Tara, así como al rey Ezequiel y a su impresionante tigresa.