Aunque no goza de una gran popularidad en Latinoamérica, como sí lo hacen «Friends» o «How I Met Your Mother», Seinfeld es una serie atesorada por sus fanáticos, y en USA es muy raro encontrar rankings donde no sea la #1 (casi siempre) o la #2, solo superada por otros íconos como «The Simpsons» o la ya mencionada «Friends». La mayoría de seguidores y fanáticos de esta serie en América Latina son «conversos» que la descubrieron después de varios años e inevitablemente se hicieron devotos de Jerry, Elaine, Kramer y George.

Entonces surge la pregunta: ¿de qué trata esta serie para tener semejante status? Aunque le suente increible… ¡de nada! No hay un hilo, argumento, o arco que marque todo el desarrollo de los capítulos. Hay relaciones que duran algunos pocos episodios, pero se manejan de forma que usted no necesita haber visto el anterior para entender el estado actual o su influencia en la coyontura del capítulo. Cada historia es así autocontenida, y las referencias, si las hay, a elementos anteriores son cortas y efectistas: sin desarrollos de más. Solo dan a antender el conflicto o malestar de la persona referida.

La narrativa de la serie fue innovadora en su época: escenas cortas, varios cortes y perspectivas, musicalización introductoria corta, desarrollos rápidos. Lo que vemos hoy como estilos narrativos comunes en «Arrested Development», «Modern Familiy» o «30 Rock» nació con Seinfeld. Además, fue muy innovadora en la filmacion de escenas en exteriores: usando lugares reales y tomas poco claras donde la cámara ponía en primer plano otros objetos e interacciones para aportarle realismo. El uso de cámaras en Seinfeld demostró que la televisión podía producir shows sencillos con multiples perspectivas, al estilo del cine.

La serie también se atrevió a romper tabúes con temas como la masturbación, homosexualidad, acoso, derechos laborales, inmigración, derechos de autor, trabajo, clubes clasistas, confianza entre amigos, relaciones sexuales con fetiches, prejuicios y otros. Pero en todos los casos los sabía poner en contextos extremos y ridículos, donde no daba lugar a cuestionamientos solemnes y morales sino a lo absurdo de las posiciones sobre esos temas, y sobretodo, de los prejuicios extremistas que tienen las personas sobre esos temas, para contraponerlas con el sentido común que debería imperar en la sociedad.

Tambien era común que hicieran parodias en sentido opuesto a celebraciones o costumbres comunes para criticar: el ejemplo más claro es la crítica al optimismo y deseos idealistas de amor y amistad en Navidad, con la famosa celebración del «Festivus» y las complicaciones que esta trae a los personajes (en especial a George en su relación con sus amigos).

«Arbol»de Festivus

Y hablando de personajes… ¿Cómo olvidar al Nazi de la Sopa? ¿A Babu? ¿O a la descuidada Susan Ross y su sublime muerte por sobredosis de pegamento? Cada personaje tenía una locura particular, y era fácil aprender a quererlos aún a pesar de ellas o más bien gracias a ellas. Igual que fácil era sentir lástima por cómo los 4 amigos, de alguna forma, arruinaban o complicaban sus vidas constantemente.

Como casi siempre pasa, al final de la serie muchos no querdaron satisfechos con la resolución. Y después de tantas surrealistas vueltas de tuerca, los protagonistas reciben su karma por toda la desdicha (graciosa) que, casi nunca adrede y casi siempre sin querer, le dejaron a los que cruzaron en su camino. Por suerte para nosotros, gracias a ellos no sufriremos pérdida de negocios, confianza, trabajos, condiciones migratorias, muebles, herencias, recetas o algo valioso; pero si decide verla, le da su oportunidad y le engancha, esta serie le dará inagotables carcajadas.

Para quien escribe esto, es una serie de época. Y merece verse.

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