Isao Takahata, miembro fundador de Studio Ghibli, la mente maestra detrás de La Tumba de las Luciérnagas, animador visionario y amigo personal de su socio, Hayao Miyazaki, lamentablemente llegó al final de su vida hace alrededor de seis semanas . El artista japonés falleció debido al cáncer de pulmón, una enfermedad que contrajo gracias al vicio del fumado que lo acechó durante prácticamente toda su vida. Ahora, recordando a su colega, Miyazaki dio un panegírico fúnebre durante un servicio en memoria de Takahata en el Museo del Studio Ghibli. Al parecer, el animador recuerda a su amigo con una mezcla de cariño y culpa.

Hayao se refiere en todo momento a Isao como Paku-san. Este sobrenombre afectivo viene de la forma acelerada en que Takahata comía su desayuno en Toei. El apelativo viene de la onomatopeya japonesa «paku-paku», que se refiere al sonido que hace una persona al comer muy rápido.

Luego de recordar con nostalgia la primera vez que ambos amigos hablaron en una estación de bus durante sus veinte años, Miyazaki se refirió a las razones que trajeron la muerte a su querido compañero.

«Yo estaba convencido de que Paku-San viviría hasta los 95 años, pero desafortunadamente él falleció. Esto me hace pensar que mi tiempo también es limitado», afirmó el hombre en su discurso. Además, en un tono muy serio y solemne, Miyazaki procedió a relatar una anécdota. «Hace nueve años, recibimos una llamada del doctor. ‘Si usted es su amigo, haga que Takahata deje de fumar'», comentó Hayao que les pidió el médico a él y al productor Toshio Suzuki. Ninguno de los dos, también fumadores, le hicieron caso. «Luego, Paku-San dejó de fumar, y a propósito yo iba junto a él y fumaba [al lado suyo]».

Al parecer, Takahata decía durante sus últimos años que le gustaba el olor del cigarrillo pero que no le hacía falta fumar. Miyazaki cree que estaba mintiendo. Claro, que contar una anécdota como esta durante un servicio fúnebre en recordatorio de su amigo nos hace creer que hay algo de culpa en el hombre, que no ayudó a Takahata a evitar el cáncer. La verdad es que luego de tantos años de fumado, ya no había mucho que se pudiera hacer.

El discurso terminó con Miyazaki agradeciéndole a su colega el haberle hablado hace 55 años en esa parada de bus. Sin duda una nota triste para una situación aún peor.

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