Como lector, en algún momento de mi vida tuve una norma: JAMÁS veía una adaptación al cine o a la televisión sin haber leído la fuente original. Claro, esta norma era más difícil de respetar de lo que yo creía, no solo porque en muchas ocasiones es tentador consumir antes la adaptación, sino porque, en realidad, el porcentaje de producciones audiovisuales basadas en obras literarias es mucho mayor del que uno se imagina.

Ahora bien, más allá del logocentrismo y el culto al libro que rendimos en occidente, no hay una razón verdaderamente coherente para valorar al texto original por encima de la adaptación. También es común escuchar que «el libro siempre es mejor», pero eso no siempre es cierto. En términos meramente prácticos, puede ser conveniente ver primero la película, pues los libros suelen ahondar más en sus mundos narrados, por lo que así se evitaría la usual decepción que produce no ver en la pantalla algo que se leyó y amó previamente.

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George R.R. Martin, autor de A Song of Ice and Fire. No se ve muy ocupado escribiendo…

Pues bien, el caso es que cuando en 2010 HBO estrenó la serie Game of Thrones, yo llevaba aproximadamente 150 páginas del casi homólogo libro de George R.R. Martin, A Game of Thrones, primero de su saga A song of Ice and Fire. Tras ver el primer episodio de la producción, tomé una decisión que hace años me hubiera resultado inimaginable: interrumpí la lectura y la pospuse en favor de la serie. Tal vez cedí ante la impecable producción de la serie, tal vez caí en pereza mental, como fuera, tomé ese camino y a la fecha no me arrepiento. Tampoco es que me atreva a decir que mi manera es la mejor para acercarse a esta historia, pero mi punto es que no tiene por qué ser una falta el no haber leído el material original. Leer primero tiene sus ventajas, pero igualmente las tiene experimentar la adaptación sin conocimientos previos. La decisión está, como siempre, en el consumidor de la historia.

Lo interesante del caso es que este año las cosas van a cambiar: en la última temporada, la quinta, Game of Thrones «alcanzó» a A Song of Ice and Fire, puesto que el esperado sexto libro, The Winds of Winter, no ha sido concluido por Martin. Como HBO no tiene intenciones de esperar, la producción de la serie continuó en lo que podríamos llamar una «adaptación del vacío«, puesto que el material que debería ser la fuente ni siquiera existe. Claro, se han publicado algunos extractos y se reveló que Martin ya les contó a los productores de la serie sus ideas para el final de la saga, pero es innegable que la situación cambió radicalmente. Las reacciones van desde la indiferencia de quienes se han dedicado a solo ver la serie, hasta la frustración más rotunda por parte de quienes o llevan años leyendo a Martin o se apuraron a leerlo al aparecer la adaptación. El propio Martin manifestó su frustración al reconocer que no podría publicar el libro a tiempo.

Cada quien tiene derecho a reaccionar como su corazón mejor le dicte, pero me parece sumamente interesante el fenómeno que estamos por presenciar. Es consabido que el proceso de adaptación no es unidireccional, pues no solo se realizan películas o series basadas en textos literarios, sino que aquellas también se novelizan. Se han dado casos curiosos como el de 2001: A Space Odyssey, película de Stanley Kubrick basada en un cuento de Arthur C. Clarke. Durante la escritura del guion, Kubrick consideró que el material original era demasiado breve, así que emprendió, junto con Clarke, la escritura de una novela que expandiera el concepto, de modo que tanto el guion como la novela se escribieron al mismo tiempo. Esta situación difumina los límites entre fuente y adaptación, volviendo intercambiables ambos conceptos.

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The Winds of Winter, el título del esperado sexto libro

No es exactamente el caso de lo que está por ocurrir con Game of Thrones, pero podemos considerarlo un antecedente. La sexta temporada, a estrenarse el próximo 24 de abril, será una versión libre de la historia (al menos, todo lo libre que el material ya publicado y las ideas de Martin lo permitan), mientras que el sexto libro, cuya fecha de publicación aún no se conoce, será otra versión libre, pues es claro que Martin no adaptará la serie, sino que seguirá su camino, el mismo que vienen siguiendo sus libros anteriores. Incluso, hay que recordar que de alguna manera esto ya estaba pasando, pues la serie se alejó considerablemente de los libros, lo cual pasa irremediablemente en toda adaptación. Por fiel que se pretenda ser, el lenguaje literario no es el audiovisual, así que muchas cosas tienen que cambiar. Además, es sano que cambien, puesto que siempre es bueno guardarse una o dos sorpresas que tomen desprevenidos hasta a los lectores del material original. Además, diferentes versiones de una misma historia (pienso en los constantes «reboots» de súper héroes, o en casos como el de Hannibal, que ya tiene libros, películas y serie) acercan a las narrativas contemporáneas a los mitos clásicos, en los que el contenido es más o menos el mismo, aunque la forma cambie considerablemente.

Por tanto, no me parece trágico que Game of Thrones haya alcanzado y superado a A Song of Ice and Fire. Al contrario, creo que al tratarse de un caso probablemente inédito, permitirá posibilidades igualmente inéditas para esta historia. Al fin y al cabo, desde hace tiempo libros y serie se pueden considerar dos versiones distintas, por lo que no es para nada extraño que vayan difiriendo más conforme se acerque su desenlace. Es interesante especular sobre cómo se influenciarán entre sí, si realmente diferirán por completo o si, al fin y al cabo, veremos en la tele una adaptación más o menos fiel del texto… o sea, lo que venimos viendo desde hace seis años. Con respecto al sexto libro, sabemos que está avanzado, por lo que ya llegará; en cuanto a la serie, estamos a días de la nueva temporada, así que podemos concluir que tarde o temprano todos seremos complacidos.

Lo cierto es que, por una vez, las circunstancias serán las mismas tanto para lectores como para expectadores, que se adentrarán, si así lo quieren, todos juntos en terreno inexplorado.

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