Nuestro colaborador Rodrigo Muñoz nos comparte su opinión, después de haber visto Batman v Superman: Dawn of Justice.
La película es el perfecto ejemplo de un buen concepto que termina con una muy mala ejecución. La historia, al inicio, es prometedora. Hay una buena traducción de preocupaciones políticas actuales en los personajes; se plantea un dilema moral bastante crítico, que tiene mucho potencial. No obstante, este se sacrifica por el espectáculo visual, se olvida, no se cumplen las expectativas.
El principal problema es la sobre-abundancia. En este sentido, la labor de Chris Terrio y David S. Goyer en el guión es bastante meritoria ya que lograron amarrar, con el máximo de decencia posible, pero con la ayuda inevitable de clichés del género, un imperativo –que evidentemente venía desde el departamento de producción- de tratar muchos sucesos, temáticas, personajes, que, en conjunto, deja un gran sinsabor.
Quizás, la solución hubiera sido simplificar la historia. Hay una serie de subtramas completamente innecesarias, que estorban. Uno sale de la sala de cine preguntándose si en narrativa será necesario considerar el principio lógico de “la navaja de Ockham”: las soluciones más sencillas son las más probables.
Y es una lástima ver el intento de construir a la figura del superhéroe como una metáfora del héroe griego. La primera mitad de la película tiene buen ritmo, intriga, tensión; la segunda se pierde en fanfarronería visual con soluciones simplistas.
Para hacer uso de la referencia a la antigüedad clásica, resulta conveniente recordar las palabras de Aristóteles (no quiero a dar a entender que su modelo de narración es el ideal, pero en este caso resulta muy útil para entender lo que falló), quien repudiaba el espectáculo, como retórica de la producción del drama, ya que, según expone en “La Poética”, la verdadera labor debe estar en la elaboración de la trama, de la historia.
Respecto a los personajes, Ben Affleck da una interpretación sólida, digna. Las partes de Batman son las mejores, definitivamente. Se puede concluir que los temores que habían respecto a su papel resultaron ser falsos. Jeremy Irons cumple gratamente al encarnar a Alfred; en esta versión, el mayordomo deja de ser un compás de las buenas costumbres y pasa a ser un secuaz medio amargado y medio bufonesco, de buena manera. Gal Gadot logra recrear una muy buena Diane Prince. Es mejor no decir más al respecto, solo indicar que la Mujer Maravilla es de lo mejor que pasa.
La dinámica de Superman y Louise Lane es la misma que en Man of Steel. No se puede agregar más. Jesse Eisenberg le da vida a un Lex Luthor contemporáneo de una forma amena y cínica, es como un Mark Zuckerberg con el alma de Donald Trump; muchos odiarán su trabajo, a otros les agradará.
El soundtrack, a cargo de Hans Zimmer y Junkie XL, es vibrante y recrea bien la atmósfera de cada uno de los personajes. Su composición es bastante acertada. La mejor manera de describirlo es imaginarse a una orquesta en la que todos sus miembros toman una sobredosis de Red Bull. Hay un momento en especial en que, gracias a la música, es inevitable sentir el deseo de aplaudir (pista: al aparecer cierta persona por primera vez).
En resumen, estamos ante una película de superhéroes que se asemeja más a Transformers que al legado de Christopher Nolan. Los gustos de cada quién incidirán en cómo la ven.
Evidentemente, se pudieron haber tomado mejores decisiones. Es difícil no pensar en la película animada Batman: The Dark Knight Returns (o en su cómic homólogo), en la cual se aborda, en dos partes, una lucha similar entre estos dos superhéroes de una forma más integral y profunda. Fue un desacierto intentar introducir todo un universo cinematográfico en una sola producción. Marvel Studios, en este aspecto, tomó decisiones más planificadas que obtuvieron mejores resultados.
El género de superhéroes, hasta el momento, había logrado proponer preguntas filosóficas bastante relevantes; por ejemplo, en The Dark Knight Rises al exhibir a un villano que critica la disparidad económica, o en Captain America: The Winter Soldier al poner la vigilancia en la sociedad civil como centro de su conflicto principal.
Zack Snyder es indudablemente hábil en edificar propuestas audiovisuales con una estética impecable, pero a la hora de buscar una sustancia fortificante para Batman v Superman: Dawn of Justice, logra solamente cocinar una sopa Maggi rala y sin sorpresas.