Tras una larga espera de casi tres años, Daredevil volvió a Netflix para su tercera temporada. Claro, vimos a Matt y compañía el año pasado en Defenders, pero ya era tiempo de ver de nuevo al diablo de Hell’s Kitchen en su propio patio. La siguiente reseña se ocupará de la totalidad de esta tercera entrega de la serie y, lo advierto desde ahora, habrá importantes spoilers.

Como era de esperarse, la trama inicia justo donde terminó Defenders o, mejor dicho, un poco antes, pues ya sabíamos que Matt había sobrevivido al colapso del edificio y que estaba siendo atendido por una orden de monjas. Pues bien, aquí lo vemos desde el momento justo en que el edificio le cae encima… y eso me da pie para hablar de una de las (pocas) cosas negativas que se pueden señalar sobre la temporada: por momentos es necesario suspender demasiado la incredulidad para aceptar las palizas a las que sobrevive nuestro héroe. Claro, es una serie de súper héroes, tiene que ser exagerada, pero insisto, a ratos parece que Murdoc tuviera un poder regenerativo similar al de Deadpool, pues tras ser masacrado brutalmente por varios contrincantes, al día siguiente sale a la calle practicamente como si nada… para terminar recibiendo una nueva paliza de la que se volverá a recuperar en horas.

Daredevil volvió al atuendo original, el hecho con elementos cotidianos, con el cual lo vimos nacer.

Dejando atrás el detalle, el rescate de Matt inicia un viaje como no habíamos visto otro en su historia, pues se trata de un recorrido que lo llevará a cuestionar los elementos más fundamentales de su filosofía, de su utilidad como ser humano normal (o sea, más allá de su identidad como Daredevil) y de la funcionalidad de sus relaciones con los demás.

Tal vez en el caso más extremo de la serie, la historia se toma su tiempo en hilvanarse, sobre todo en los primeros capítulos, cuando lo que vemos es a un Matt aislado, frustrado y lleno de inseguridad con respecto a su fe, elemento que siempre ha representado su norte moral y la definición de su código. Es en ese contexto que conocemos a la hermana Maggie, quien viene a complementar al padre Lantom como consejera del protagonista. El rol de esta, siempre buscando enfrentar a Matt con el absurdo de sus actitudes extremistas y autocompasivas, resulta muy dinámico e interesante, aunque me hubiera gustado verla un poco más en pantalla.

La hermana Maggie, una nueva aliada de Matt en su lucha

La hermana Maggie acompaña a Matt, y a otros personajes, en una tensa historia en la que vemos cómo Wilson Fisk, a quien habíamos dejado bien encerrado, va poco a poco mostrando su gran plan para dominar el bajo mundo de Hell’s Kitchen, todo desde la comodidad de su encierro, el cual termina limitándolo muy pero muy poco. Aunque ya sabíamos de las capacidades criminales de Fisk, ver cómo poco a poco se develaba el verdadero control que ejercía incluso sobre el propio FBI lo convirtió en un villano aún más escalofriante. Por momentos realmente parecía que no había manera de detenerlo.

El agente especial Ray Nadeem, específicamente creado para la serie, es quizá el personaje concebido específicamente para ser el más empático con la audiencia, pues tanto sus motivaciones como sus reacciones son las propias de una persona que solo está tratando de hacer lo correcto, sin descuidar por eso a su familia ni sus necesidades. El pobre hombre, necesitado de financiamiento para pagar la recuperación de su cuñada, se ve envuelto en la maraña de Fisk al punto de tener que trabajar para él, lo cual fue particularmente duro de ver, considerando que el tipo siempre trató de actuar de la mejor manera. Precisamente por todo eso, fue duro verlo morir a manos de Dex.

El agente Nadeem, personaje atribulado que trató de librar la batalla más honesta posible.

De hecho, lo más intenso de la temporada fue precisamente ver a personas honestas actuando en contra de sus principios por circunstancias inmanejables en las que se veían envueltos. Todo esto se fue acumulando durante los episodios como un intenso recordatorio de que Matt se vería eventualmente enfrentado a la posibilidad de traicionar sus propios principios, de desechar por completo el sistema y hacer justicia matando por su propia mano.

Tal vez el personaje mejor trabajado de la temporada fue el agente Ben Poindexter, conocido también en el mundo de los cómics por su alias villanesco Bullseye. Ya era hora de que se le hiciera justicia al personaje tras la horrible interpretación de Colin Farrell en la espantosa versión con Ben Affleck. Acá, Wilson Bethel desarrolla a un personaje que se introduce como un agente del FBI particularmente dotado para el combate, en el cual Fisk fija su atención. La serie nos muestra a Fisk llevando a cabo una investigación sobre Dex, pero en lo que pudo haber sido una serie de flashbacks sin mayor profundidad, los realizadores optaron por un montaje muy original en el que vemos las escenas del pasado del agente y a Fisk como si hubiera estado presente en ellas; así, somos testigos de la infancia atribulada de Dex y del origen de su particular puntería.

La relación de Dex con Julie, la joven que fungió con él como consejera en una línea de prevención del suicidio, fue un detalle inmejorable para generar esa ambigüedad en el espectador que ha caracterizado muchas veces a la serie: conociendo su pasado, sus penas y sus traumas, es difícil ser particularmente duros con los villanos, por lo que en sus enfrentamientos con el héroe, a quien también comprendemos y apoyamos, la carga emocional suele ser tremenda y dejar un impacto muy profundo y perdurable.

El agente Poindexter personificando a Daredevil

Y es precisamente ese coctel de emociones lo que hace que prácticamente durante toda la temporada pasemos con el alma en un hilo. Las escenas de pelea, de nuevo, lucen inmejorables, con un nivel de coreografía y de manejo de cámara que llegan a ser desconcertantes. La música también suma de gran forma para que estas confrontaciones alcancen niveles de tensión casi insoportables. Claro, uno sabe que algunos personajes difícilmente van a morir, pero a veces las posibilidades de supervivencia lucen tan escasas que lo obligan a uno a considerar la posibilidad de una tragedia.

He de apuntar aquí que, precisamente, esos niveles de tensión y drama juegan a veces en contra del tono de la serie, sobre todo cuando un hecho muy complejo se resuelve de una forma simplona. Ejemplo: tras sobrevivir al encarnizado atentado en la prisión, Matt consigue, con la ayuda de un preso, escapar y abordar el taxi que dejó esperándolo. Tras despertar de un desmayo cuya duración desconocemos, se entera de que quien conduce no es el chofer al que le pagó horas atrás, sino un desconocido que, tras aclararle que se van a «encargar» de él, abandona el vehículo en movimiento; horrorizado, Matt descubre que se dirige a toda velocidad hacia el mar. El episodio termina con el taxi yéndose al agua, obligándonos a ver el que sigue de inmediato. Sin embargo, en lugar de una explicación satisfactoria de cómo el héroe sobrevivió, simplemente se nos dice que lo hizo. De nuevo: sí, es Daredevil, el mae (tipo) tiene los sentidos súper desarrollados pero, más allá de eso, no pasa de ser una persona en buena forma, con gran resistencia física y extraordinarias habilidades para la lucha, ¿cómo sobrevivió al hundimiento del carro en que viajaba? Sin duda, tras la excelente puesta en escena del escape de la prisión, merecíamos ver cómo se las arregló Matt para salir del predicamento que le puso la cereza al pastel en un terrible día.

Foggy y Karen, los fieles escuderos de Matt en la batalla por Hell’s Kitchen

Con respecto a Foggy y a Karen, de nuevo fueron muy bien utilizados como personajes secundarios con arcos completos y lo suficientemente complejos como para que sumen a la trama y la diversifiquen. Algo que siempre me ha fascinado en esta serie es la forma en que diferencian la manera de actuar de cada personaje con respecto a sus posibilidades. Karen, arriesgada y sincera, siempre está buscando la manera de exponer al corrupto y dar a conocer la verdad mediante su trabajo como periodista; Foggy, más tranquilo y reservado, libra su batalla desde las posibilidades de la ley, con lo que muestra que, sin ser tan atrevido como Karen, también es valiente y está dispuesto a luchar por lo que está bien. Todo eso, por no mencionar la situación en que inician sus personajes, aún tratando de aceptar la posibilidad de que Matt haya muerto. La terquedad de Karen con que su amigo tenía que seguir vivo y los infructuosos intentos de Foggy por decir (y decirse) que está muerto resultan muy conmovedores, lo que vuelve aun más intenso el momento en que ambos se enteran de que Matt, de hecho, vive.

Con respecto a la gran revelación, que Maggie es la madre de Matt, fue uno de los detalles que más me costó procesar, tanto por lo que implicó en el momento, como por sus consecuencias y la manera en que se reveló la información. En primer lugar, no me resultó tan orgánico que un personaje mostrado hasta ahora tuviera semejante relevancia; quizá, si la hermana hubiera aparecido en las temporadas anteriores, al menos en una, me hubiera impactado de una manera más efectiva; en segundo lugar, no me pareció que el detalle influyera gran cosa en el proceso de Matt, pues su lucha  continuó exactamente igual. Tal vez, la única consecuencia notable fue que Matt estuviera molesto con el padre Lantom cuando este fue asesinado; por último, me pareció muy absurdo que Matt se enterara de que Maggie es su madre porque esta lo dijo en voz alta, cuando ella estaba totalmente enterada de las habilidades de su hijo. Cabe la posibilidad de que lo hiciera intencionalmente, pero el momento no me sugirió que haya sido así. No sé… no me creí ese descuido por parte de Maggie.

Wilson Fisk, el mejor villano del universo Marvel de Netflix y, ¿por qué no?, de los mejores del MCU.

La resolución de la temporada me satisfizo, pero no dejé de sentir que el encuentro final pudo dar un poco más. Fue genial que la pelea fuera entre los tres personajes de cuyo desarrollo se ocupó la temporada, Matt, Fisk y Dex, pero precisamente por lo mismo esperaba un poco más de pirotecnia. En todo caso, ver a Matt a punto de matar a Fisk, y resistirse a pesar de las provocaciones de este, fue un momento épico y emocional, pues finalmente vimos volver al Daredevil que todos conocemos, al cual extrañamos durante casi trece episodios.

En síntesis, esta fue una temporada intencionalmente contenida y lenta, en la cual los desarrolladores pudieron concentrarse en ir hilvanando una historia sólida, con personajes detalladamente construidos y complejos que los espectadores pueden comprender a cabalidad, ya sin la necesidad de introducir personajes y mitologías complejas de cara a otras series; este fue el caso de la segunda temporada, que tuvo que presentar tanto a Punisher como a Elektra y, como si fuera poco, sentar toda la historia de La Mano, la cual sería fundamental para Defenders.

Volvimos, pues, a esa maravillosa narrativa que sentó las bases del universo televisivo de Marvel en Netflix, el cual, desgraciadamente, no ha conseguido repetir este nivel de calidad en ninguna de sus otras series. Fue una tercera temporada enfocada en los personajes y sus luchas personales, las cuales resuenan en nuestras cabezas por tratarse de un mundo de policías corruptos, bandas criminales, inseguridad e injusticia, o sea, un mundo muy parecido al que habitamos y en el cual a veces se echa en falta la presencia de un Matt Murdoc, decidido a encausar las cosas de una vez por todas.

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