«A menudo mi situación se comparaba con la de satanás pues sentía envidia de los humanos que tuvieron la gracia de su creador.»

Hace algunos años en el colegio estábamos viendo ciencia ficción, teníamos que escoger un libro entre Un Mundo Feliz, El Hombre Invisible y Frankenstein o el moderno Prometeo para analizarlo.

Yo no lo dudé ni un segundo y escogí Un Mundo Feliz, porque me creía muy cool, culta, alternativa… Pensé que lo otro era ciencia ficción vieja y aburrida. Debo admitir que un no me arrepiento, porque Un Mundo Feliz es mi libro favorito, pero si estoy segura de que me equivoqué al subestimar los otros dos libros.

Unos años después estaba estrenando mi Ipad, estaba en vacaciones, entonces decidí darle el mejor uso posible, descargando algunos libros para leer. Me puse a buscar opciones en Itunes y me ofrecía Frankenstein gratis, recordé que mi profesora de lengua lo recomendaba y decidí darle una oportunidad.

Descubrí que aunque mucho se había oído hablar de Frankenstein, realmente no sabía nada. Sabía, como todos que Frankenstein no es el humanoide sino el doctor, pero ni me imaginaba de qué trataba. Me sorprendí al descubrir que no es una típica historia de terror, sino la historia de un moderno Prometeo cuyo castigo no fue impuesto por los dioses sino por sí mismo.

Durante un par de días me dediqué a leer la trágica historia del pobre desdichado que descubrió el secreto de Dios. El libro plantea una serie de cuestionamientos bastante abrumadores con respecto a la condición humana. Debo admitir que sentí más empatía por el monstruo que por el doctor pues en cierto punto, pese a no ser humano se mostró como una criatura sensible, más humana que muchos. Pero su crueldad, propia de un ser sin corazón propio me parece tan terrible como el egoísmo y egocentrismo del doctor.

Frankenstein o el moderno Prometeo es de mis novelas de terror y ciencia ficción favoritas, porque más allá de plantearnos a un enemigo externo, trata al ser humano como origen de todo el terror y sufrimiento. El doctor jugó a ser Dios, pagó por sus errores, el monstruo tuvo que pagar por los errores de su creador.

Está hermosamente escrito, la narración guarda una gran cantidad de secretos, hay descripciones impecables de paisajes, el tratamiento psicológico de los personajes es abrumador, pues nos sitúa continuamente a nosotros como lectores en el terrible dilema de si sentir, lástima, temor u odio.

Miedo, una especie de “congoja” y tristeza me acompañaron durante el par de días que tardé en leerme el libro. Si aún no se han leído esta visceral novela, los invito a que lo hagan, los podría sorprender y encantar tanto como a mí.

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