Advertencia: esta reseña contiene spoilers del noveno episodio de la sexta temporada de Game of Thrones.

Nos prometieron un episodio de proporciones épicas y eso fue lo que obtuvimos. The Battle of the Bastards quedará para la historia, no solo en la serie, sino en la televisión en general. Más que el choque de espadas y la tormenta de flechas, lo que hace este episodio memorable son los detalles y la forma en que las escenas de la batalla logran transmitir la tensión y el estrés a la audiencia.

Bueno, también los dragones.

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Los términos de rendición

Mereen es una ciudad que está creciendo y es fuerte. Una ciudad que tiene éxito sin esclavitud y sin masters prueba que ninguna ciudad necesita esclavos, y esta amenaza es la razón por la que Mereen es atacada.

En el episodio se ve cómo Daenerys se toma en serio los consejos de Tyrion, y aunque al final siempre sea ella la que de la última palabra, sí valora la aprobación de él. La conversación sobre el Rey Loco puede advertirnos sobre la eminente posibilidad de que Dany pierda la cabeza como su padre. Pero también es muy probable que sea un recordatorio sobre el wildfire que hay en King’s Landing, y se refiera a otra posible «Reina Loca». Hemos visto referencias a este fuego valyrio tantas veces esta temporada que no podría ser en vano una premonición a algo que sucederá en un futuro cercano.

En todo caso, Daenerys sigue teniendo genes Targaryen, pero es bueno ver que escucha a Tyion antes de convertirse en una tirana y que afirma que quiere dejar el mundo mejor que como lo encontró, al contrario de su padre, o de otros padres como Tywin Lannister o Balon Greyjoy.

Este fue un episodio con mucho empoderamiento femenino, primero por parte de Daenerys poniendo a los masters en su lugar. Luego con Yara, y en el norte con Sansa e incluso Lady Mormont. Su cara lo dice todo, esto no es un juego de niños y ninguna de ellas va a permitir que la tomen por menos.

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Otro aspecto sumamente rescatable, considerando que en el pasado ha sido una falla técnica recurrente, es que finalmente los dragones tienen un CGI digno de la serie con más presupuesto de la televisión moderna. No uno, no dos, sino tres dragones volando por los cielos de Mereen, quemando barcos y haciéndonos saltar de alegría porque por fin se ven como deben verse en la pantalla. Esto unido a las proporciones de la batalla final, resulta evidente que este ha sido el episodio más caro de la serie. En esta temporada se ha gastado más de $10 millones por cada episodio, en comparación con los $6 millones que se han gastado por capítulo en temporadas anteriores.

La alianza Greyjoy-Targaryen

Tenemos a cuatro personas cuyos padres no fueron los mejores reyes ni líderes, pero ellos quieren vivir en un mundo diferente. Yara está dispuesta a que su gente deje su modo de vida pirata con tal de lograr la alianza con la Mamá de los Dragones. La química que logran es inmediata, en el sentido de que ambas son mujeres en un mundo liderado por hombres, ambas quieren gobernar y tienen las agallas para hacerlo.

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Todos abordo del barco de Daenerys y Yara. Una nueva pareja que shippear. Hace poco se mostraron las preferencias sexuales de Yara y se sabe que Daenerys igual también tiene experiencia con sus handmaids. Bueno, dejando las bromas de lado, no es tan mala idea, pero en todo caso se ve que sin necesidad de un matrimonio para cerrar el trato, esta será una alianza fuerte y estratégica para ambas.

Con los barcos de los Greyjoy y los que quedaron de los masters, ya por fin todo está listo para que los Targaryen regresen a gobernar Westeros. El haber llegado antes que su tío les da a Yara y Theon una enorme ventaja porque Euron ya no tiene ninguna posiblidad de ganarse el apoyo ni la mano de Daenerys. En el momento en que aparezca, Daenerys debe matarlo y tomar su flota para embarcarse hacia el oeste.

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El encuentro de bastardos

La conversación entre Ramsay y Jon bien pudo haber sido un episodio de Epic Rap Battles of History, pero Sansa fue la que soltó el micrófono cuando simplemente terminó la conversación diciéndole a Ramsay que iba a morir el día siguiente. Fue satisfactorio ver el final y comprobar que esa predicción se cumpliría.

En la discusión previa a la batalla, Tormund habla de cómo Stannis los venció facilmente. La mayor debilidad del ejército de Jon es que la mayoría son wildlings. Los salvajes son valientes y temibles, se mandan con todo lo que tienen y si es necesario le muerden el cuello a su enemigo para sobrevivir. Sin embargo, no saben de estrategias de ejércitos, no pelean de forma organizada.

Por otro lado, el reclamo de Sansa no es un berrinche. Ella tiene toda la razón en que ella es la que conoce mejor a Ramsay. Esta conversación es importante en cuanto al desarrollo del personaje de Sansa, y también su relación con Jon, la cual vemos que se seguirá desarrollando en el siguiente capítulo. Ya no queda nada de la niña que soñaba con príncipes y castillos. La Sansa de ahora piensa con la mente fría y los pies sobre la tierra. Está plenamente consciente de que es imposible recuperar a Rickon y sabe que Ramsay es un sádico despiadado al que le genera placer jugar con la gente, meterse en sus cabezas y destruirlos física y emocionalmente.

El hecho de que Sansa nunca le dijera a Jon sobre la posibilidad de que los Knights of the Vale se unieran a la batalla podría interpretarse de varias formas. Algunos sugieren que Sansa aún no confía lo suficiente en Jon, pero lo más probable es que en quien no confíe plenamente sea en Littlefinger. Tal vez no quiso decir nada porque no estaba segura si Littlefinger iba a aparecer, o más que todo si Jon iba a estar de acuerdo, considerando las traiciones de él hacia los Stark. Aún no sabemos las condiciones de Petyr o qué va a pedir a cambio, pero sería una decepción que Sansa se volviera a someter de nuevo ante el Lord Baelish. Lo consistente con el personaje sería que no acepte nada a menos que sea en los términos de ella.

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Tormund y Davos son de los personajes que generan más interés y empatía y tienen una lealtad inmune a los juegos de poder y competencias de egos característicos de Westeros. Tormund además es el personaje con más testosterona de la serie, y eso es decir mucho considerando que también está Khal Drogo o The Hound. Ambos personajes también evidencian el contraste entre los wildlings y los habitantes de Westeros, igual que en la conversación sobre la batalla en la que Tormund no tiene idea de qué significan los términos que usa Jon.

No todo se trata de batallas épicas y muertes grotescas. Son los detalles y la forma de desarrollar un guión y de contar una historia lo que le aportan tanto a la serie. De igual forma sucede con la narración de manera visual. Una escena como la de Davos encontrando el ciervo que le regaló a Shireen y comprendiendo todo lo que pasó, narrado también visualmente con el amanecer y la nieve, crean una atmósfera y una escena que sin un sólo diálogo es poderosa por sí sola. Claro, quienes piensan que a Game of Thrones le falta acción y se ha vuelto aburrida tal vez no logren apreciar estos detalles.

Las escenas previas al enfrentamiento también retratan bien la tensión y la forma en que cada uno se va preparando mentalmente, desde el trago para calmar los nervios hasta lo más mundano como defecar antes de la batalla. Es realista. Es genuino.

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La hora de la batalla

La muerte de Rickon fue una tortura por parte de Ramsay para los televidentes. El hacer la escena tan larga, el hacernos creer que la penúltima flecha iba a ser la definitiva pero resultó fallar, solo para que luego Rickon recibiera una flecha justo frente a los ojos de Jon que llegó un segundo tarde. Benioff y Weiss, son ustedes diabólicos.

Mucha gente se ha quejado de que por qué Rickon no corrió en zig-zag, de que por qué no intentó pelear, o por qué fue tan inútil. Estamos hablando de que él era un bebé de seis años cuando Ned se fue de Winterfell. Robb y Jon también se fueron y nunca nadie le enseñó a pelear ni a cazar ni a usar una espada. Su compañía por mucho tiempo fue solamente una wildling y su mejor amigo era un huargo. Estamos hablando de un niño de 11 años con miedo, que solamente quería reunirse con sus hermanos de nuevo y volver a su hogar. Suficiente sal en la herida. Rickon no era un inútil, era solamente un niño. La serie nos ha mostrado tantas muertes y violencia incluso con bebés que ya nos hemos hecho inmunes a la muerte de un niño pequeño, ni siquiera porque era el menor de los Stark.

Ahora, viéndolo de forma más fría, como Sansa, no había forma de que Rickon saliera vivo. Además, este episodio debía tener muertes. Un Stark para no perder la costumbre, y el último gigante, Wun Wun, ambos personajes que no son realmente fundamentales en la historia, que podían doler lo suficiente, sin llegar a ser personajes principales, porque al fin y al cabo el sentimiento que queda no es solo de victoria, sino de alivio de que Jon, Davos, Tormund, Sansa y los perros de Ramsay siguen con vida.

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Para ese momento del episodio todos somos Jon, el odio por Ramsay es tal que todos nos hubiéramos mandado contra seis mil soldados a caballo en un intento por hacerlos pagar por el dolor que nos han causado esas estúpidas flechas. Es entonces cuando tanto uno como Jon se despierta y se ve en medio de la realidad de la guerra. Tomas borrosas, la armadura cubierta de barro, la cara cubierta de sangre. Ahí ya nadie está por encima de nadie y todos pelean y todos mueren al mismo nivel.

Caen caballos, caen flechas, caen cabezas por igual, mientras los cuerpos se van apilando en una montaña de cadáveres y a su vez se va enterrando también la idea de que hay algo poético o glorioso en morir en una batalla. Jon casi muere asfixiado por sus propios hombres porque en el momento a ninguno le importa que están sobre su comandante. En una masa de vivos y muertos, todos intentan llegar a la superficie, ni siquiera para seguir luchando, sino apenas para poder respirar.

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La estrategia del ejército de Ramsay se basa en algunas batallas históricas de la vida real. Esas filas de hombres con lanzas y una pared de escudos difícil de penetrar, era similar a la falange macedonia, formación usada por Alejandro Magno en la conquista de Persia. El movimiento de pinzas empujó al ejército de Jon en una masa de hombres heridos y desorientados, rodeados por un grupo de soldados organizados. Esto se basó en la Batalla de Cannae, con la diferencia de que Littlefinger no llegó a salvarle el día a los romanos.

Podría verse como un Deus Ex Maquina, pero realmente era predecible que el ejército Arryn iba a llegar justo a tiempo. Eso nunca estuvo en duda, porque la serie nos fue preparando para la victoria de los Stark, y la única forma en que podían lograrlo era con ayuda de los Arryn o los Tully. Sabiendo que la carta que Sansa envió era para Littlefinger, solo quedaba esperar.

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El momento en que Ramsay clava una lanza en el ojo de Wun Wun nos hace querer que lo desollen vivo y lo cuelguen boca a bajo como el escudo de los Bolton. Sin embargo, la muerte que nos muestran es satisfactoria y suficientemente irónica como para cumplir con las expectativas. Hay que resaltar la increíble actuación de Iwan Rheon a lo largo de estas temporadas. Nadie hubiera podido interpretar el papel mejor que él, porque hizo que todos lo odiáramos, aún con algunas diferencias a su contraparte en los libros. El Ramsay de la serie era un villano de cómic. Verlo reír de forma macabra, disfrutando mientras Jon golpea su cara una y otra vez… te vamos a extrañar, Iwan Rheon.

La forma en que Ramsay muere hace referencia a lo que le dijo su padre. Al adquirir la reputación de un perro rabioso, fue tratado como un perro rabioso.

Algunas personas han interpretado sus últimas palabras a Sansa con la teoría de que ella está embarazada del Lord Bolton. Basado en lo que Sansa le dice a Littlefinger algunos episodios atrás, de que aún siente en su cuerpo lo que Ramsay le hizo, y escuchando la frase de Ramsay de que ahora él es parte de ella, tiene sentido por qué se podría interpretar de esa forma tan literal. Es más probable que se refiera a las secuelas físicas y emocionales de una violación. Sin embargo, Sansa se ha reivindicado. Ramsay finalmente obtuvo su merecida muerte y su casa quedará en el olvido.

A las puertas del episodio final

Insisto en que esta ha sido la mejor temporada de la serie. Lo hablaremos a profundidad en la reseña del próximo capítulo, donde también analizaremos la temporada completa en retrospectiva.

Sin embargo, siempre habrá quien quede disconforme con la batalla, o con el capítulo, o con la temporada… o con la serie en general y por alguna extraña razón la siguen viendo. No se le puede quedar bien a todos. Pero si este episodio no los dejó satisfechos, apague y vámonos, no hay cura para esa rara enfermedad que sufren los haters.

Se viene el tan esperado caos en King’s Landing. Un cuervo blanco anuncia la llegada del invierno (esta vez sí es en serio). Vemos a Jon y Sansa hablando sobre confiar entre ellos, probablemente después de discutir sobre la llegada inesperada de los Arryn. La escena que refleja la Boda Roja da escalofríos, así como Davos exigiéndole a Melissandre que confiese lo que le hizo a Shireen. Personalmente, la relación entre Davos y Shireen es de mis favoritas en toda la serie, por lo que siento que es más que merecido que Davos obtenga una explicación y un cierre a esa historia tan dolorosa.

Poco a poco van cayendo los villanos de la serie, para abrir paso a los verdaderos villanos de la historia. En palabras de Tyrion, estamos en el gran juego ahora, y el gran juego es aterrador.

 

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