La vida podría resumirse como un conjunto de decisiones que tomamos para administrar nuestro bien más escaso y preciado: el tiempo. Así por ejemplo, cada que decidimos hacer una actividad automáticamente descartamos otro millón más que podríamos hacer. En pocas palabras, cuando decidimos jugar algo estamos dejando de lado otros millones de juegos y experiencias que bien podrían ser igual o más satisfactorias.

No quiero desmeritar aquí la experiencia que como jugador prefirás, todos tenemos gustos distintos, todos estamos en etapas distintas y todos somos hábiles en distintas cosas. Lo que quiero hacerte es una invitación a descubrir videojuegos nuevos. Que te interesés por una experiencia completa, que te llenen de nostalgia notas de canciones épicas o que te frustrés con un jefe imposible.

Porque ¿Cómo olvidar la primera vez que morí en Bloodborne? O aquella ocasión en donde la canción de Mario me puso de bueno humor o la vez que jugando Grand Theft Auto San Andreas vi el amanecer. Todas y cada una de estas experiencias las atesoro como los recuerdos más valiosos de mi vida.

Los videojuegos son quizás el arte más complejo y profundo que ha creado el ser humano, contienen en su raíces más profundas la escritura, la fotografía, la filmografía, la música, la escultura (digital), la actuación, la arquitectura y cuantas ciencias pueda imaginar el lector.

Escuchar las melodías de Hat in Time, revivir el calabozo de agua de Zelda, darle órdenes a Trico, perder a Aerith en Final Fantasy VII, imaginar otro mundo posible en Rime, divertirte saltando entre Gombas en patines en Super Mario 3D World, sobrevivir el Armagedon en Fall Out, descubrir nuevos tesoros en Uncharted, rezar para que un clicker no te encuentre en The Last of Us, todas estas son experiencias que todos deberíamos vivir una vez en la vida.

Las experiencias son tan vastas y tan profundas como imaginaciones puedan tener sus autores; cada una de ellas es especial y diferente por muy distintos motivos, puede ser porque el juego sea tan bueno que nunca querás volver a jugar nada más, puede ser porque sea tan malo que no lo querás volver a tocar en tu vida. Para ello lo importante es siempre buscar información y atreverte a experimentar.

Después de todo, jugar videojuegos es lo más cercano a aprender un lenguaje nuevo, uno en donde a base de prueba y error te convertís en héroe, villano o un cadáver. La invitación está abierta, hay un mundo ahí afuera esperando a ser descubierto.

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