Hay que gritarlo, Captain America: Civil War es una gran película. Divierte, genera reflexión, deleita con un espectáculo visual increíble. Indudablemente, es un referente instantáneo del género, y posiblemente será un clásico en unos años. Es cine de entretenimiento de alto calibre.

Los hermanos Russo han orquestado una de las más refinadas películas de Marvel, sino la mejor. Logran con éxito mezclar humor y acción, sin sacrificar la trama. No hay ninguna explosión que sobre, todo elemento está hilvanado con precisión, con la intención de contar una historia compleja de la mejor forma posible.

El guión, a cargo de Christopher Markus y Stephen McFeely, quienes ya previamente habían escrito la joya que es Captain America: The Winter Soldier, crean un relato plagado de conflictos éticos y emocionales. El trasfondo político se mantiene firme, produce el enfrentamiento principal, pero complicaciones de diversa índole aparecen. Aún así, hay un gran balance con las exigencias propias de un blockbuster. Ya el título lo anuncia: dos bandos luchan por una definición de la labor del superhéroe. Con delicadeza, exponen los mejor de los personajes que ya conocemos, y presentan magistralmente a los nuevos integrantes del universo.

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En este sentido, uno de los grandes aciertos de la película son las secuencias de acción. Estas no son un despliegue de efectos especiales sin sentido, con una finalidad meramente estética; por el contrario, narran un dilema, muestran cómo cada superhéroe percibe el mundo.

Y hay que decirlo, sin revelar mucho. Estamos ante el mejor Spider-Man que se haya visto en la pantalla grande. Tom Holland es sencillamente espectacular como Peter Parker, y es imposible no enamorarse de la Tía May. Sumado a esto, Black Panther es otro gran acierto: elegante y profundo. Dan ganas de llorar de la alegría.

El éxito de Captain America: Civil War reside en cómo se dosifica lo mejor de cada superhéroe, y del género como tal, sin perder de vista la crisis por la que pasa Steve Rogers. Como medio, el cine es muchas cosas, y una de estas es la diversión. La película garantiza dos horas y medias de pura satisfacción.

Tuve la oportunidad de ver la película en Finlandia, un país en el que las personas son serías, tímidas, frías como sus inviernos. Pero, cuando terminó la película, la sala estalló en aplausos.

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