Warcraft El Encuentro Entre Dos Mundos fue blanco de la crítica especializada en los últimos meses pero después de disfrutar del largometraje en el estreno, la verdad no me pareció tan mala como la pintan sitios como Rotten Tomatoes o IMDB. A ver, tampoco es la redención de los industria de los videojuegos en la pantalla grande (como muchos esperábamos), pero por lo menos, es una película de verdad y el retrato del primer encuentro entre los humanos y los orcos queda un peldaño arriba de Doom, Prince of Persia y sin lugar a dudas de Super Mario Bros (obvio).

Si usted se adentró en el mundo creado por Blizzard y disfruta pasar su tiempo como un paladín de la Alianza o un guerrero tauren en el mundo de WOW o si prefiere planear estrategias en Warcraft Reign III of Chaos junto a Arthas, Jenna y Thrall o simplemente le gusta construir una baraja en Hearthstone (¡Face Hunter FTW!), si ese es el caso, entonces usted disfrutará de la película dirigida por Duncan Jones, director que se hizo nombre por su película independiente, Moon, además es el hijo de un tal David Bowie.

La película empieza a correr y de golpe nos presenta la invasión de la Horda al continente de Azeroth. Un centenar de orcos son dirigidos a través de un portal que se abrió por la magia negra de Gul’dan, quien ocupa el rol de antagonista principal de la historia. Entre los líderes de los orcos se encuentran el noble Durotan del clan de los Frostwolves, junto a su esposa embarazada Draka, también está Orgrim Doomhammer, Blackhand y Garona. En menos de diez minutos Warcraft nos bombardea con varios nombres de personajes, un mundo en ruinas y la confección de un portal que invadirá las tierras de la Alianza.

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En el lado de los hombres o dientes pequeños, el comandante Lothar, interpretado por Travis Fimmel (conocido por Ragnar en Vikings), quien deberá reunir a su gente para hacerle frente a la amenaza de los pieles verdes, por lo que deberá convencer al Rey Llane para convocar al Guardián Medivh, también recibirá ayuda del aprendiz de mago Khadgar.

Lo sé, es mucha información para el primer cuarto de hora de la película. Ahí radica una de las problemáticas de Warcraft. El lore sobre el que se basa esta historia es denso, incluso se puede comparar con el del Tolkien y si Peter Jackson necesitó de tres películas (tres horas cada una) para contar el final de la Tercera Era en la Tierra Media, entonces Jones contó muchísimo en dos horas para narrar la primera invasión de la Horda a las tierras de Azeroth.Warcraft-Gallery-04

Para un espectador que no tenga un bagaje del universo de Blizzard es una tarea abrumadora llevarle el hilo a la trama. Además, se pierde mucho tiempo en la presentación de todos los personajes y solo pocos (ninguno) tiene un arco dramático justificado. A raíz de esto, las actuaciones son poco convincentes sobre todo en el lado de la Alianza, que al parecer tienen la misma expresión en momentos de tristeza, épicos o de alegría. Por ejemplo, cuando un personaje como Boromir en el Señor de los Anillos muere se siente más porque hemos visto las intenciones, anhelos y perturbaciones que tiene uno de los últimos defensores de Gondor, en cambio cuando un personaje en Warcraft muere cuesta sentirse identificado porque apenas lo hemos visto y sabemos poco sobre el contexto.

Pero entre todas esas fallas, Warcraft muestra fogonazos de grandeza, de lo que realmente pudo haber sido con otro enfoque o con más tiempo para contar su historia. La obra de Duncan Jones brilla por sus efectos especiales. Nunca he visto un mago lanzar hechizos tan imponentes como en Warcraft además los choques entre el hierro de las hachas de los orcos contra el metal de las armaduras de los humanos es increíble y envolvente.

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En cada encuentro se siente el corazón y el amor por el combate de los orcos, mientras que los hombres se valen de su estrategia y artefactos para balancear y equilibrar la balanza. Desde las tomas aéreas se pueden ver las torres como las tuvimos en Warcraft III, los Murlocs en el lago y el resonar de los tambores que anuncian la marcha de los orcos, eso es genial y pone el listón muy en alto para los efectos especiales que se hagan a futuro.

Después de los créditos queda la impresión que la película estaba para más, pero no se puede ser tan mezquino para decir que es una porquería de película. ¡Es el mundo concebido por Blizzard llevado a la pantalla grande! Es un sueño que para muchos fans que se lleva fraguando desde 1994, cuando se dio el primer encuentro entre orcos y humanos en un monitor que corría con Windows 95.

Warcraft no es la mejor película de la historia, aún los videojuegos están en deuda con el cine y no han tenido la misma proyección de las películas de cómics, pero Warcraft es una demostración de que hay mejoría y si en China fue un éxito en taquilla, quizá podamos ver proyectadas las tierras de Azeroth en la pantalla grande en una secuela. Yo ya estoy ansioso. ¡Vamos China!

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