Escribir no es algo sencillo. Imaginemos por un momento cómo se crea una historia. Comenzando por sus personajes, el trasfondo que estos deben tener, sus características física y emocionales, cómo cambiarán durante el transcurso de la historia, su ropa, que gustan comer, que detestan o aman, quizás sean homosexuales, altruistas, psicóticos o asesinos dependiendo del tipo de historia ¿y la trama? Cómo se desarrollará, qué puntos de tensión tendrá, cómo será el final. Esto es solo la punta del iceberg de la creación literaria, pues a todo esto hay que unir la idea de que todo sea coherente y creíble, y que (dentro de la lógica del relato) tenga sentido las cosas que van ocurriendo. Los personajes, además, deben sentirse como seres con sentimiento o motivación, no como paletas vacías donde alguien dibujó caras.

Tomando esto en consideración, imaginemos ahora hacerlo durante 6 novelas de más de 400 páginas cada una, algunas llegando a las mil, con un elenco de más de 200 personajes, contando “principales” y secundarios, sin tomar en cuenta a los que solamente salen por un momento para alguna escena específica o para dar algún tipo de dato o información. Con sus propios lenguajes, leyendas, historia, literatura, folklore y una gigantesca lista de etcéteras. Imaginemos esto, y apenas tendremos una pasada de lo que representa la obra de George R.R. Martin y su saga “A Song of Ice and Fire”, la serie literaria que inspiró la mega producción televisiva de HBO, “Game of Thrones”.

¿Por dónde empezar con una obra tan amplia? Quizás sea bueno comenzar en el punto de partida para muchos: el 17 de abril del 2011, el día que se estrenó el piloto de Game of Thrones. Cuando comenzaron a salir estos trailers con cuervos junto con esa icónica y provocativa frase de los Starks “Winter is coming” como muchos me pregunté qué estaba pasando. ¿Qué era este nuevo programa? Así que (como muchos), recurrí a la internet para satisfacer mi curiosidad y me topé con algo que no esperaba: HBO iba a estrenar una serie de fantasía basada en una saga literaria de un autor del que nunca había escuchado. Desde que mi papá me compró a los 11 años La Comunidad del Anillo he sido un fan de la literatura fantástica, por lo que me fascinó la idea de que HBO fuera a producir una serie que estaba dentro de estas líneas, así que comencé a investigar para ver de que se trataba.

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Al principio era todo un poco confuso. Una historia sobre magia, casas en guerra, un MUNDO de personajes que puede ser un tanto abrumador… Pero lo que más me sorprendió fue lo relativamente desconocida que era la historia. Así que decidí que antes de que se estrenara la serie quería leer el primer libro de la saga “A Game of Thrones”. Todavía recuerdo que lo busqué en algunas librerías pero para ese momento aún no era el best seller que es ahora y solamente era un título de una serie sin más lectores que un círculo reducido, así que mi primer aproximación fue un PDF con una mala traducción al español.

Creo, sin temor a equivocarme, que desde el prólogo me atrapó. Esa escena donde los montaraces de la Night’s Watch se encuentran por primera vez con los caminantes blancos. Lo que me pareció genial era que este autor estaba dando desde el inicio un punto clave de la historia al mostrar a estos monstruos, que aún sin nosotros mismos saber de dónde vienen o que son, se puede intuir que forman parte del conflicto principal, y aún así nosotros como lectores desde el inicio contamos con una pieza clave de información que nos hace saber que hay un peligro real ahí afuera. A estos monstruos más tarde se les da forma de leyenda a la cual el mundo ha desechado hace ya mucho tiempo, como un mito el cual debería ser olvidado. Pero nosotros sabemos que son reales, y que están en camino.

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Es de esta manera que el primer libro comienza a tomar forma. Estos monstruos que nos mencionaron al principio no vuelven a ser nombrados, pero sabemos que están ahí, y esto da paso a la larga lista de personajes que se presentan: los Stark, los Baratheon, los Lannister, los Greyjoy desde la perspectiva del “cautivo” Theon, a Tyrion con esa memorable y absurdamente satisfactoria cachetada a Joffrey el cual se comienza a perfilar como un personaje detestable. De igual forma el oscuro amor de Jaime & Cersei, the Hound, Arya, Jon; al honorable Eddard Stark, quién para el final toma parte de uno de los puntos de giro más emblemáticos que han existido de una serie literaria (o televisiva).

Un mundo puede estar tan lleno como la visión que puedan tener sus personajes de él. El mismo Martin ha mencionado lo importante que son sus personajes para la historia y es parte de lo que él cree forma parte del gran éxito de la serie.

Comenzando por los cambios que sufren los personajes a lo largo de la serie, tanto físicos como emocionales y mentales, son al mismo tiempo víctimas de sus circunstancias y actores la mayoría de los grandes eventos que cambian el mundo. Inadvertidamente somos testigos de conversaciones y acciones que terminan definiendo el futuro de los Siete Reinos de la misma forma en la que asistiriamos a las conversaciones de grandes personajes históricos, mientras al mismo tiempo vemos los dramas que los motivan y los llevan a tomar esas decisiones y la misma realidad que llega a crear esas deciones, muchas veces con consecuencias terribles.

Martin luego logra crear un sentido de cambio en el entorno al enfocar también la narración de personajes cuyas vidas se ven afectadas por estas acciones, al igual que logra al mencionar eventos que toman lugar fuera de la narración. Da a conocer espacios de tiempo que se mueven fuera de nuestro conocimiento, lo que da la impresión de un mundo que se desarrolla de manera orgánica. De igual forma los personajes toman parte de este mundo y aún muertos siguen en muchos caso, dando abono para alimentar la historia, como un árbol que se nutre de sus hojas caídas para crecer.

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Los personajes son los que cargan con mover la trama, y al mismo tiempo la historia pesa sobre los personajes y les acarrea consecuencias, a veces individuales, otras veces arrastrando reinos y ciudades enteras. Pero aparte de mover la trama los personajes se ven alterados por sus acciones y su entorno, y estos cambios son tan drásticos como pueden ser sutiles. Desde horrendas mutilaciones hasta pequeños cambios en las acciones, las transformaciones de algunos personajes son lo que puede llegar a fascinar más de los libros. Es extraño darse cuenta por ejemplo, de como Jaime Lannister pasa de ser el personaje superficial que lanza a un niño por la ventana de una torre en el primer libro, al que más tarde vemos tratando de encontrar su propósito nuevamente como caballero. Como el mismo Martin lo dice, “a veces puede llegar a agradarte un cretino”.

Estas transformaciones son solo parte de lo que hace tan atractivos a los personajes, o lo alejados que parecen muchos del rol que cumplen en la historia, pero al mismo tiempo parecen calzar tan bien dentro de él. Martin juega mucho con estos paralelismos y contraposiciones entre elementos clásicos de la fantasía con sus homólogos de los que escribe en su obra. Como el mismo Martin lo dice, mucha de la literatura fantástica luego del Señor de los Anillos fueron en gran medida pobres imitadores de un estilo de fantasía más clásica con tropos y personajes más definidos dentro de su rol, algo que a Tolkien le calzaba particularmente bien. Por eso existen elementos tradicionales de la literatura como los Caballeros Reales, con su trajes blancos que por simbología serían asociados al bien, formada por grandes caballeros, pero al mismo tiempo representan una de las órdenes más corruptas en Westeros, o su contraposición, la Guardia de la Noche, conformada por villanos vestidos de negro que se asocia al mal, pero de los cuales depende tanto el futuro del continente al cual terminan salvando de una invasión.

Los moldes a los que están atados los personajes no les impiden evolucionar o cambiar más allá de su estatus por astucia o lealtad como Davos o Littelefigner; inclusive más allá de su genero y posición como Cersei, Brienne o Daenerys, o la misma lady Catelyn quién intenta salvar a su hijo a toda costa, inclusive al del amor de su pueblo. Estas puedan dar a conocer aspectos de carácter de personajes de lo cuales no se esperan, como Sam, Arya y, en ocasiones, personajes como Bronn o the Hound.

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Esto se representa en innumerables ocasiones al encontrar casos como el de Jaime Lannister y Brienne de Tarth. Uno el epítome de belleza física y habilidad bélica, sería considerado el caballero perfecto, resulta tener un carácter repugnante y sarcástico, mientras la otra, físicamente fea y malograda como guardia real, resulta mejor caballero que él al deber enfrentarse a su condición de mujer en un mundo abiertamente machista y misógino. Inclusive dentro del mismo “lore” de los libros se dan estas situaciones. Si se toma el caso de la historia de Robert Baratheon, el clásico héroe trágico que finalmente logra derrocar al imperio del mal, pero termina sin casarse con su princesa, accediendo a un matrimonio por interés y terminando sus días infeliz como un mal monarca con una muerte indigna, como un Agamenón que vuelve a ser muerto por su esposa. Es la fantasía deslucida que introduce los elementos fantásticos y mitológicos, pero vistos a través del filtro de una realidad grosera, brutal y seductora.

Es en estos paralelismos que Martin crea mucha de su obra, pues no solamente se limita al espacio de los personajes sino también a mitos e historia real. Comenzado por la lucha por el Trono de Hierro, la cual está basada en la Guerra de las Rosas y la Pared representando a la Muralla de Adriano, también por el mito de Valyria con el de la Atlántida, y los niños del Bosque con la leyendas celtas de Irlanda de los Tuatha de Danann, o los Andals como las invasiones nórdicas a las islas británicas. Toda la cronología de los libros, hasta la narración de los hechos está teñida de variantes históricas de lugares o eventos del mundo real, como las ciudades libres representando a las ciudades estado Griegas en constante guerra, o los sistemas esclavistas de Volantis o Lyss con los romanos y egipcios, y las hordas nómadas las estepas a las que emperadores rinden tributo; los Braavosi y sus stilettos que recuerdan a historias de espadachines y galeras mediterráneas. La infame Boda Roja tiene su origen en la historia escocesa.

Es esta cronología histórica la que da un sentido al mundo, a la cual luego se introducen poco a poco los mitos y leyendas, los nombres de lugares importantes o de valor histórico, y se visitan a través de la visión de los personajes y la narrativa como lugares auténticos con un valor simbólico dentro de este universo. Esto solo evidencia una profunda comprensión no solamente de historia universal, sino además de comportamiento social. Pues a estos eventos que son similares a sus homólogos de la realidad también moldean al universo narrativo para dar sentido a las situaciones que se de dan en el tiempo presente de la trama. Así por ejemplo tenemos un sentido a porque se construye algo como The Wall o el porqué mismo de la lucha de poderes en Westeros, inclusive factores económicos como la representación de sistemas feudales en el oeste y prácticas esclavistas en el este, viéndose todas la culturas influenciadas por Valyria y el cataclismo que la destruyó.

De igual forma la religión juega un papel importante como un componente social y se convierte en parte en uno de los hilos conductores de la trama que se mueve por detrás de los eventos de la historia, moviendo el poder y la influencia de los distintos cultos los acontecimientos en cada esfera del mundo creado por Martin, ya sea el fanatismo y la corrupción de los cultos de Westeros, o las prácticas esotéricas de un culto monoteísta como el del Señor de la Luz.

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Este constante roce con la realidad, pero manteniendo una saludable distancia fantástica es lo que probablemente sea la razón del gran éxito de la serie. Precisamente porque apela de manera correcta a las generaciones que vivieron la intrincada narrativa de series como The Wire o Los Sopranos, o la violencia visceral y moral de programas como Oz, Roma y Espartaco. La fantasía de Tolkien, tan inspirada en los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, no podría estar más alejada de la era contemporánea donde buenos y malos son conceptos que no aplican. De igual manera esta fantasía deslucida, grotesca y visceral que presenta Martin se termina por detallar con puntos de economía, política, taboo, todo los elementos que han crecido conociendo estas generaciones de nuevos lectores a los cuales se les ha mostrado que la vida está repleta de áreas grises.

Como un ávido lector de Tolkien diría que al volver a leer sobre esos tomos clásicos que inspiraron tanta literatura y cultura, uno no puede evitar preguntarse a veces como se producían materiales, o donde se cosechaba la comida de naciones, siquiera qué moneda se usaba. Aragon era un héroe de los hombres y los elfos pero realmente nunca supimos si llegó a ser un buen rey, solamente cabía dentro de la lógica entender que sería un rey poderoso y con riquezas, como todos los demás reyes poderosos y sabios antes que él y en todos y cada uno de los reinos y edades que alguna vez existieron. Es bueno tantos años después, cuando se tiene una perspectiva distinta, volver a encontrar una fantasía que entienda que con el tiempo viene la separación de la tradición, y que el viaje del héroe, el amado tropo de Tolkien y en cuya narrativa es inigualable, con el tiempo pierde actualidad con el mundo y la realidad.

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Es precisamente esta realidad y este mundo narrado que Martin crea y el cual cambia constantemente para lo peor, y con frecuencia con una violencia y brutalidad pasmosa, que sin embargo resultan familiares. Esa violencia que utiliza el autor sobre los personajes, sobre poblaciones enteras a veces, es lo que ha conocido el mundo durante toda su historia, y en esos eventos en que se inspira a los libros, cada atrocidad que se pueda leer se ha cometido de alguna forma en la historia. Es un recuento de la tradición de violencia de la humanidad, y no solamente la mitificación de un reino puro y bueno de los hombres (y mujeres).

En eso, en captar la realidad, es que George R.R Martin logra ser honesto y minucioso. Mientras Tolkien tenía sus lenguajes y su palabra para literalmente darle forma a su mundo, Martin tiene una fuerza y honestidad que cautivan, pues son precisamente las piezas claves para el oficio de cualquier escritor. El ser convincente de la mentira que se cuenta, al contarla con la mayor honestidad posible y que sea casi tan fea o hermosa como la misma realidad. Este mundo deslucido de Westeros, estos lugares de desesperación y muerte, todos ellos, tan lejos de aquellos reinos míticos y de torres altas y brillantes, son el legado que dejó al mundo una historia la cual da sentido y justificación a los personajes, tanto como la historia ha formado con nuestro legado al mundo.

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