Pues bien, ha comenzado: la segunda parte de la cuarta temporada de Rebels dio inicio y… pues fue un inicio mucho más duro de lo que pude anticipar. Como es usual, pasamos a comentar con la advertencia de que habrá muchos spoilers sobre los dos episodios publicados esta semana.

Sin posibilidades de elusión, hay que comenzar hablando de la muerte de Kanan. Desde los inicios de la serie, muchos nos preguntamos cuántos de sus personajes conseguirían sobrevivir, si es que alguno lo hacía, dado su nulo envolvimiento en los eventos descritos en las películas. De Hera y Chopper sabemos, gracias a Forces of Destiny y Rogue One, que sobreviven un buen trecho más, pero de los demás no podía anticiparse mucho. Eso sí, los jedis tenían más números en esa rifa, ya que su supervivencia sabotearía los eventos de la trilogía original, en la que es claro que los restos de la antigua religión son Obi Wan, Yoda y Luke. El hecho es que al menos ya sabemos que Kanan no sobrevive y la manera en que pereció me resultó muy satisfactoria.

Desde el principio del episodio, Kanan se mostró meditabundo y reflexivo.

Claro, no voy a negar que me hubiera gustado verlo caer en un duelo de sables de luz, como todo un jedi; eso sí, practicamente la única manera de que esto ocurriera sería a manos de Vader, pues tanto los inquisidores como Maul desaparercieron ya. El Emperador me sonaba como una opción; incluso el propio Ezra, aunque esa posibilidad hubiera sido muy difícil de justificar. Pero bueno, no fue así y no pasa nada. Su sacrificio fue sublime y hermoso en tanto que no fue exactamente una acción militar, sino más bien un intento por salvar a quienes hace mucho se convirtieron en su famila. Y usando la Fuerza, nada menos.

Durante mucho tiempo me quejé de que en la serie nunca hubiera pérdidas significativas y la tripulación original permaneciera intacta, salvándose de maneras casi absurdas a veces. Ahora que finalmente ocurrió, y que el sacrificado fue nada menos que Kanan, he de decir que el impacto, tras tantos escapes de úlltimo momento, tras tanto tiempo fomentando la sensación de que estos héroes eran invencibles, resulta sumamente fuerte. Ni hablar de que ocurriera justo cuando Hera le declaró finalmente su amor. Algunos momentos (sobre todo por la música) se quisieron pasar de melosos, pero al menos pudimos verlos compartir unos bonitos úlltimos momentos.

Kanan lo entregó todo para salvar a los suyos. Murió no sólo como un guerrero, sino como una gran persona.

Eso sí, hay que reconocer que la muerte del personaje fue tan anticipada que terminó siendo obvia. Lo evidente no le quita peso, pero es que con un título como «Jedi Night«, con el ritual de la razurada y el corte de pelo, con tantas líneas que olían profundamente a despedida, y con tanto romanticismo con Hera, el episodio parecía gritarnos que el jedi iba a morir. Pero bueno, al menos en lo personal, no me parece un fallo tan grave.

Ahora, lo interesante es la dirección que toma la serie a partir de la desaparición de Kanan. Por un lado, el Imperio ha visto crecer sus conflictos en tanto Thrawn no está nada contento con el accionar de Pryce, quien, al hacer explotar los tanques de combustible de Lothal, le puso la lápida al proyecto del almirante: la producción de las TIE Defender.

Este giro argumental me pareció una manera genial de sacar de la historia unas naves que podrían haber resultado letales para la Rebelión, y que sería extraño verlas siendo producidas y que el Imperio no las hubiera utilizado. Además, la mención de Tarkin a Orson Krennic y su proyecto «Stardust» (nada menos que la Estrella de la Muerte, como sabemos por Rogue One), dio otro dato importante en cuanto a la administración del Imperio, el cual siguió financiando la creación de la estación de batalla al no haber otras alternativas.

Los lobos finalmente se comunicaron y enviaron a Ezra nada menos que al templo jedi de Lothal

Lo único que me frustró sobre este tema fue que, teniendo en cuenta que Thrawn iba a hablarle al Emperador de su proyecto, queda la duda de si iremos a ver su reunión de todas maneras. Por un momento asumí que, de hecho, Palpatine aparecería de una vez en alguno de estos episodios, pero claro, no fue así. Al menos, su presencia ya se hizo sentir y aumentan las posiblidades de verlo pronto. ¿Se imaginan un combate entre él y Thrawn? La verdad, se me ocurrió de golpe y no me parece una posibilidad descabellada.

Por otro lado, Ezra finalmente entró en un contacto más directo con los lobos y recibió indicaciones directas sobre lo que debe hacer a continuación. El regreso al templo me intriga muchísimo, así como esa piedra grabada que le entregaron. Sobre lo que pueda significar, no es posible especular demasiado. Habrá que esperar para saber cuáles son esos «secretos» que encierra aún el templo y si Ezra es capaz de descifrarlos. Mi duda más importante con respecto a la identidad de estos seres la dio el enorme ejemplar que habló con Ezra: ¿qué quiso decir al responder «I am Dume«?, ¿será realmente «Dume» lo que dicen? Yo insisto en que la homofonía con «doom» puede terminar siendo relevante…. pero habrá que ver.

Thrawn se mostró decepcionado y no es para menos: sus TIE Defenders ya no serán producidas.

En cuanto a Sabine y Zeb, sus intervenciones, incluso la pelea con Rukh, no me interesaron demasiado, aunque podríamos reconocer que estuvieron entretenidas. Cada tripulante del Ghost, incluso Chopper, lidió con la pérdida a su manera y eso fue muy agradable de ver.

En fin, este par de episodios nos dieron un gancho al hígado muy doloroso, pero que, por suerte, revitaliza la serie de cara a un final que está cada vez más cercano. Las diversas líneas narrativas que se abren, tanto para el Imperio como para la Rebelión, parecen garantizar que la muerte de Kanan Jarrus, otrora conocido como Caleb Dume, no será en vano. Tocó decirle adiós a este gran guerrero, nada menos que uno de los últimos maestros jedi. Así que, por ahora, sólo resta desear que la Fuerza sea con él.

Caleb Dume, cc. Kanan Jarrus, sobreviviente de la orden 66 y maestro jedi.

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