Esta semana, Rebels nos brindó un episodio sencillo, sin mayores complicaciones, conexiones con la historia «macro» o apariciones de personajes de las peliculas; sin embargo, podemos contarlo como uno de los mejores de la temporada. Para descubrir por qué, sigan leyendo, con la advertencia de que nos adentraremos en la trama del episodio, así que habrá «spoilers«.
Con solo el título del episodio, sabíamos de sobra de qué trataría. Llamándose «Trials of the Darksaber», no podía tratar más que del proceso de aprendizaje de Sabine con la rara espada que recuperó al final de la temporada anterior. Precisamente, vimos a Kanan conversar con Fenn Rau sobre la procedencia del arma, y la información brindada vino a complementar lo que ya sabíamos gracias a The Clone Wars: el sable fue creado por Tarre Vizsla, el primer mandaloriano aceptado por la Orden Jedi. Tras su muerte, la Orden lo conservó en el templo hasta que, durante la caída de la Antigua República, miembros de la Casa Vizsla lo robaron.
Estos datos, que refieren hechos ocurridos cerca de un milenio atrás, son sumamente interesantes pues referencian la Antigua República y el pasado remoto de la Galaxia, época muy explorada en el Universo Expandido pero totalmente virgen en el nuevo canon. Cada referencia a sucesos muy lejanos en el tiempo (la estatua Jedi caída en Rogue One, por ejemplo) me emociona pues parece una confirmación de que, tarde o temprano, veremos alguna clase de contenido ambientado en estas épocas, ya sea cómics, novelas, nuevas series o, la Fuerza me escuche, películas.
Más allá de la posible expansión de la línea temporal, el episodio se enfocó casi exclusivamente en el entrenamiento al que Kanan sometió a Sabine, una vez esta aceptó portar el sable oscuro para tratar de sumar a su gente, los mandalorianos, a la causa rebelde. Este enfoque permitió una serie de revelaciones interesantísimas que enumero a continuación:
- El funcionamiento de los sables de luz: las acciones y los pensamientos de quien blande el sable fluyen a través del cristal que lo alimenta, de modo que van a formar parte de la hoja, convirtiendo al a espada en una extensión de su usuario.
- El pasado de Sabine es más convulso de lo que parecía, pues parece que no solo formó parte del Imperio, sino que cuando decidió enfrentarlo, su familia no la secundó y fue desterrada. Así, su regreso a Mandalore se complica, pues significará enfrentarse con su pasado, con su familia y, en gran medida, consigo misma.
- El entrenamiento Jedi con el sable de luz se vio, por primera vez, en toda su complejidad. En el pasado no teníamos más que la imagen de Luke practicando con la esfera en el Halcón Milenario, así como a los niños haciendo algo muy similar en las precuelas.
- Las herramientas mandalorianas, que Boba Fett hizo famosas al utilizarlas en el Episodio VI contra Luke, parecen haber sido creadas específicamente para lidiar con Jedis. No obstante, como Kanan afirma enfáticamente, los Jedis ganaron la guerra contra los mandalorianos, por lo que, como se ve en el episodio, no se puede confiar demasiado en dichos artilugios.
Es mucha, muchísima información, y lo mejor es que fue brindada en secuencias de gran intensidad, cuando Kanan trataba de hacer que Sabine se concentrara y enfocara toda su energía en su entrenamiento. La manera en que la llevó a enfrentar sus emociones y frustraciones hasta que la obligó a caer en cuenta de cuáles son sus miedos fue sumamente intensa, llenando al episodio de fuerza y a Sabine de profundidad como personaje.
Como decía al principio, realmente no hubo conexiones inmediatas con la historia macro (léase alguna aparición de Maul, alguna mención a «soles gemelos»…) pero en sí mismo el episodio logró transmitir grandes emociones y, de hecho, apuntar a una expansión importante en los próximos episodios, puesto que la trama mandaloriana parece relacionarse tanto con el pasado como con el futuro de la galaxia. De ser así, esta segunda mitad de temporada podría convertirse en una de las más interesantes de la serie.
