Inicio esta historia con un sentimiento agradable, la puesta en marcha de todo un equipo de personas de Costa Rica para llevar las mejores experiencias hasta las personas de habla hispana dio su fruto, como resultado del arduo trabajo de tres de los medios más grandes de gaming y cultura geek en el país pudimos transmitir la sensación de estar en E3 para que, quienes no pudieron ser tan afortunados de ir al evento más grande de videojuegos del mundo, lograran una pizca del ambiente que se vive en en centro de convenciones de Los Angeles.
Ahora bien, no sólo con la satisfacción del deber cumplido, sino también de poder traer diverso material que será revelado paulatinamente por The Couch iniciamos una serie de documentos que tienen por objetivo dar a conocer las historias que vivimos durante toda la conferencia; en este caso quisimos traer ante ustedes la historia de un autógrafo muy especial que pudo recolectar uno de nuestros editores.
El inicio de una misión
Como los gamers más afanados supondrán ir al E3 no es sólo probar demos de juegos que nadie más ha probado, tampoco es solamente ir a conferencias y gritar con anuncios sorpresivos, es además de todo eso, estar al lado de las estrellas de una industria que mueve demasiado dinero, esas estrellas o ídolos que sólo estaban al alcance de sueños de infancia; esta cercanía sin embargo no debe confundirse con accesibilidad, los directores, productores, músicos y presidentes de compañías están ahí para nosotros, pero en muchas ocasiones sólo para verlos, no hay más.
Existen dentro de este rango, productores que del todo no podés ver o siquiera tomarte una foto, el caso que nos ocupa es el legendario salvador de la industria Shigeru Miyamoto. El mito viviente, creador de sagas como Mario, Zelda, Donkey Kong y Pikmin es prácticamente inaccesible, no me malinterpreten, Miyamoto es una de las personas más accesibles (o al menos genera esa impresión ) que he tenido el placer de ver, sin embargo, la seguridad que lo rodea es bastante fuerte. Y es que en cuanto a protección, Nintendo no escatima en esfuerzos para que nadie pueda molestar al creador de Mario, cual si fuera su ip más preciada, el estatus de desarrollador legendario se acrecienta cuando uno ve a quién inspiró a millones de personas a crear videojuegos.
Aún sabiendo este tipo de problemáticas nos embarcamos en dos misiones: la primera corría por mi parte, y era tan sencillo (según yo) de tomarme una foto con Shigeru, pero fracasé estrepitosamente; la segunda y más importante corría a cargo de Herberth Castro nuestro editor quien deseaba un autógrafo del más talentoso creador de videojuegos de la historia.
Está misión es la que procedemos a narrar, cual trovadores en oda a una travesía fantástica, porque simplemente es una historia tan épica que merece ser contada.
Día uno: el inicio de la travesía
Corrían las 10 de la mañana, ese día el showfloor de E3 habría más tarde de lo usual, pero Nintendo inteligentemente guarda sus cartas para un streaming previo a la apertura de la feria. Nos dirigimos de donde nos hospedábamos al lugar de la conferencia, ya en ahí, la misión era una: lograr que Miyamoto firmara una versión japonesa de The Legend of Zelda: Ocarina of Time.
El plan era perfecto, esperar que el evento digital de Nintendo terminara, topar a Miyamoto por la puerta trasera y que firmara la caja del cartucho del juego, sin embargo, hubo un inconveniente; la salida por la cual esperábamos al genio japonés no era la correcta y en el preciso instante en que nos percatamos de lo acontecido ya era muy tarde, Miyamoto salía del lugar por otra salida trasera acompañado de toda la seguridad que lo rodea siempre, firmó unos cuantos objetos y siguió su camino mientras lo miramos a unos cuantos metros con cara de desconsuelo. Misión fracasada.
Luego de eso, realizamos rondas esperando toparnoslo de nuevo, lo cual increíblemente sí sucedió al final del día de manera imprevista, pues lo vimos saliendo del booth de Zelda hacia la sección VIP de Nintendo, pero todo ocurrió tan rápido que apenas pudimos reaccionar, y cuando nos percatamos ya había pasado por delante de nosotros, ante el pedido desesperado y tardío de la firma, Miyamoto volvió a ver e hizo cara de que no podía hacer nada, una de las personas que andaban con él nos pidió disculpas diciendo que lo sentían pero que iban tarde para una reunión, mientras continuaron avanzando. Strike 2.
Día dos: la inteligencia puede más que la insistencia
Luego de un día de frustración, de tiempo perdido esperando por un autógrafo, insistimos en la firma mediante métodos convencionales, sin embargo, agotadas las instancias decidimos hablar con la oficina de relaciones públicas de Nintendo para Latinoamérica.
Nuestro contacto le habló a su jefe, quien a la vez le preguntó a dos superiores, quienes luego de una conversación que sentimos que duró un año y en la que nos miraban ida y vuelta, juzgando si merecíamos tal premio, decidieron ayudarnos.
La ansiada firma era posible y solamente teníamos que dejar el juego con ellos, la oficina se encargaría del resto, sin embargo nos dijeron que esperaramos en el sitio. El problema es que al finalizar el día y tras hora y media de jugar 3DS sentados afuera, nos notificaron que fue imposible obtener el ansiado loot, lo que nos deja una anécdota curiosa.
Finalizando el segundo día del evento y saliendo del Convention Center de Los Angeles, a eso de las 6 de la tarde, íbamos caminando como los dueños del mundo, como quienes luego de trabajar todo el día, merecen los mejores y más exquisitos brebajes; lo que pasa es que los dueños del mundo son otros y nos los topamos de frente, mientras caminábamos, nada más y nada menos que el creador de Mario, el cual iba tan solo unos centímetros adelante de nosotros (nuevamente con toda su seguridad). El primero en percatarse fue Danny Ortiz, editor de The Couch, quién con problemas de habla por catarro y voz afónica gritó como pudo para alertarnos. Corrimos para lograr nuestro objetivo. Yo con mi foto, cuando tuve a cuadro al creador, no pude tomarla ¿la razón? Un guarda que realmente disfrutaba de nuestro sufrimiento se atravesó para tapar al maestro Shigeru y salir a cuadro él mientras sonreía. Nuestro editor buscando la firma no tuvo mejor éxito y Miyamoto esta vez hizo gesto de disculpa / saludo japonés mirándonos de frente – sempai notice us -, pero nada de firma, en parte, por la sencilla razón de quedar en shock (pantallazo azul incluído) y no reconocer al maestro de maestros a tiempo. Quien sí logró algo fue nuestro amigo Michael Quesada de VCP +, al salir corriendo adelante y tomarle una foto rápidamente, aunque no era ni lo que deseaba nuestro editor, ni lo que deseaba mi persona. Segundo día de fracaso.
Día tres: All in, el todo por el todo para conseguir el autógrafo.
Sí, ya lo habíamos intentado, sí, ya habíamos fracasado dos veces, pero como dice el refrán la tercera es la vencida, e iniciando muy temprano en la mañana decidimos cada quien utilizar sus recursos como mejor le pareciera, es decir, cada quién cubriría la cantidad y calidad de juegos que estuviese en sus posibilidades. Nuestro editor Herberth Castro decidió intentarlo de nuevo, después de todo era su tercer año en la lucha, yo a estas alturas me había rendido, ya me hacía la idea de que mi foto con el padre de Mario quedaría para E3 2017. Pero la constancia tiene su recompensa; desde temprano Herberth decidió ir a dejar su Zelda en las oficinas de Nintendo como una última oportunidad, como la última leyenda que podría lograr.
Y al final (música épica de descubrir tesoro) lo consiguió, a las 3 de la tarde, faltando dos horas para cerrar el centro de convenciones, Herberth Castro logró la firma que todo gamer quiere tener en alguno de sus artículos, la firma de Shigeru Miyamoto estampada en su The Legend of Zelda: Ocarina of Time versión japonesa (versión rara en este lado del charco por sí misma), todo un lujo que podrá presumir, con justa razón, a todos los que aprecien los videojuegos.
Para cerrar, nos queda decir, que más allá de esta bonita historia que he tratado de narrar con el mayor detalle posible, los astros cuasi mitos de la industria del videojuego, no son más que personas que han forjado a base de su trabajo duro una reputación que hacen que un garabato al final, sea lo suficientemente deseado como para que sus fans hagan filas por dos días para obtenerlo. Y es que los mitos vivientes como Miyamoto están ahí, inaccesibles para casi todos, inaccesibles para el fan confeso que no puede ir al E3 pero también para el que puede ir, están ahí para admirarlos, no sólo por lo que han hecho sino por todo lo que nos pueden traer en el futuro ¡Salud Shigeru-san! ¡Salud Herberth Castro!