Los guerreros deberían sufrir sus dolores silenciosamente.-Erin Hunter.«

Escucho el tema épico del tráiler de Zelda mientras escribo esto, no lo escucho en Youtube ni en Spotify, tampoco en el soundtrack  que viene con la edición especial del juego, lo escucho en mi cabeza, porque así de épico es el juego, así de épica es su ambientación, y así de profundo puede llegar a calar un espacio interactivo en mi cabeza.

Se preguntará el lector porqué escribo una reseña (que podría llamar primeras impresiones, sin más) luego de tres semanas de que saliera el juego, la respuesta es que a pesar de llevar más de 60 horas (no sé el dato con precisión porque el juego no lo permite, al menos no de manera sencilla) no me siento capacitado para dar un análisis a fondo. Tal vez sea porque como amante de los juegos de Nintendo esta es la primera vez que un mundo abierto de la compañía me sorprende tanto, tal vez sea porque a pesar de que he jugado mundos masivos no he encontrado uno que se sienta tan vivo y tan lleno de cosas por hacer como Breath of the Wild, o tal vez sea porque ha hecho conexión conmigo desde que me despertaron luego de un sueño de 100 años.

Breath of the Wild puede que no sea el 10 que toda la crítica ha dicho, yo mismo no le pondría una nota, pero, sin temor a equivocarme puede ser el mejor juego que he jugado desde que tengo memoria. Su estilo artístico es impecable; la música es precisa y preciosa; los sonidos ambiente están hechos a la medida, tanto, que en ocasiones tuve que poner pausa al juego para poder discernir lo que escuchaba en la pantalla y los sonidos ambiente de mi hogar; la historia está narrada de una forma magistral ya que el juego, cual si fuera Rayuela  de Julio Cortázar, nos permite “leer” el entorno y el pasado de formas distintas siempre; tal vez ahí reside la riqueza de este Zelda, tal vez por eso hay gente que lo odia, porque cada experiencia de juego es distinta, la libertad que da es única, es un valor añadido desde la filosofía del diseño y eso se aplica también a la historia.

Extraviarse en el mundo de este nuevo Hyrule  es cosa sencilla, me vi varias veces perdido “haciendo nada”, pero precisamente por ese valor es que el significado del diseño es más profundo. Porque no importa qué hagás en BoW siempre vas a estar haciendo algo, el mundo es un gran parque de diversiones que nos permite hacer de todo bajo sus propias leyes, leyes que sobra decir, son tan consistentes y tienen tanto sentido dentro del mundo que hacen que todo parezca real. No hablo aquí de animaciones (muy bien logradas también) sino que hablo de lo bien estructurado que está el juego para hacerte sentir como un sobreviviente a un cataclismo.

Este diseño me recuerda a la forma en que está narrado el famoso libro: «Los Viajes de Gulliver», una obra clásica en donde nuestro querido amigo no era más que un viajero perdido que buscaba de cierto modo la sobreviviencia; también me hizo sentir como un moderno Jacques Cousteau a quien todo le sorprende, a cada instante me veía fascinado por un transitar en un mundo postapocalíptico del cual no tengo más referencia que mi propia memoria confusa y perdida. Más allá del sentido de sobrevivencia, existe en este nuevo juego un sentido de pertenencia que ahonda en lo más profundo de quienes amamos la saga de Zelda, salvar a Hyrule más que un deber, es una prueba, la prueba de que en realidad somos el héroe que todos quieren creer que somos, el héroe que creemos que somos, el héroe en el que hasta nosotros mismos queremos, pero no podemos creer.

Porque sí, en este juego Link no es un ser omnipotente que puede hacer cuanto quiera, sino que es un Hyliano con un destino fatal, que falla y mucho, es un ser imperfecto, pero perfectible, es un ente que representa el valor necesario para derrotar al mal más no así la facilidad para acabar con este. Link es una constante en el juego, la constante de la prueba y error que enmarca la vida misma, que enmarca cómo nuestras decisiones y acciones afectan a los demás, pero más allá de eso, como con cada decisión que tomamos aprendemos algo.

Zelda por otra parte, pese a ser la sabiduría carece de la sapiencia que dan los años, tal vez solo para recordarnos que el conocimiento se construye a partir de la experiencia, que la sabiduría mana del dolor y que por más que queramos no podamos adelantar el tiempo, que tenemos que aprender a vivir con los errores y las dudas, y que aunque cueste toca confiar en el otro así ello implique recordarnos nuestras más grandes carencias.

Parte de la ambientación nos recuerda siempre lo torpe que somos, incluso los cuatro héroes de Hyrule nos recuerdan que somos alguien más con un destino fatídico. Esta experiencia se traslada de forma impecable a las mecánicas de juego, BoW  permite que tomemos muchas decisiones libres, pero cuando topamos con la mala suerte de ver un guardián detrás de nosotros (la música que avisa la llegada de uno de estos enemigos aún me pone los pelos de punta) entendemos que tal vez no estamos preparados para los retos que encontraremos en el camino pero que podremos estarlo luego de un arduo trabajo, a esto se le llama en lenguaje de diseño: progresión.

Parte de las mecánicas del juego recaen también en el uso de armas, todas ellas se inutilizan luego de un tiempo, lo que nos llevará a estar buscando equipo constantemente, al inicio puede parecer frustrante, pero en mi caso fue una motivación para encontrar mejor equipo; la mecánica maneja muy bien la curva de aprendizaje y luego de un tiempo me vi guardando equipo importante para enemigos poderosos, al final las armas poderosas quedan todas en el inventario y aunque duela hay que utilizarlas, de lo contrario estaremos en problemas.

Siguiendo con el mundo, este es amenazante y fiero, todo te puede causar daño o matar, no hablo de la distribución de enemigos y la repentina aparición de animales salvajes que pueden embestirte, hablo de factores tan cruciales como el clima; el calor o el frío pueden matarte, pero también un rayo en la tormenta, el agotamiento al escalar o nadar; o una piedra que te empuja por un cañón, la filosofía del «mundo vivo» mejor implementada que he tenido la oportunidad de probar.

La historia es como en todo Zelda una tragedia, esta vez narrada con voces (mi recomendación es que jueguen con las voces en audio latino, no se van a arrepentir) y ello crea un sentido de urgencia impostergable en su propia narrativa, pese a que conforme jugamos podemos perder este hilo y perdernos aventurando en el basto mundo de Hyrule, la necesidad de continuar en la historia quedará a cargo de cada uno en su interpretación de Link puesto que desde un inicio podés ir a destruir a Ganon, de hecho, el juego desde que comienza te muestra dónde está la maldad, sólo que te prepararás lo que creás necesario para hacerle frente.

En algún momento llegué a creer que Link  era una mera excusa, una palanca narrativa para presentarnos un mundo en el cual todo se va por un caño y necesita ser salvado por alguien; luego, conforme fui adquiriendo conocimiento y por lo tanto iba creciendo, encontré que las motivaciones de todos han hecho que lleguemos al punto presente, que Hyrule no sólo es una excusa para divertirse, sino que es moldeada por el cataclismo y que el héroe en tanto concepción dialéctica de bien contra mal es moldeado por esta calamidad. Entendí también que Zelda más allá de una damisela en peligro es un personaje profundo que duda, que siente y por el cual logré sentir una identificación inusitada. Link Zelda son dos caras de la misma moneda, son historias recurrentes en tiempos modernos, que saben tocar temas universales como la duda, la búsqueda del conocimiento, el valor, la moralidad, la ética y la espiritualidad, difícilmente encontrarán otros dos personajes que con tan pocos diálogos puedan generar tantas reflexiones al mismo tiempo.

Si tuviera que criticar algo de este juego sería el apartado técnico el cual no afectó mi experiencia de juego, pero está ahí y no puede ser obviado, la caída de cuadros y el eventual congelamiento en media batalla hacen que no sea la experiencia perfecta que me gustaría reseñar. Cerrado ese capítulo no puedo dejar de recomendar Breath of The Wild, la experiencia de juego es de lo mejor en mundos abiertos, la historia es entrañable y el valor que obtendrás por tu dinero lo vale, imperdible.

Katsumoto – Sí, yo también. Eso les pasa a los hombres que han visto lo que hemos visto. Y luego vengo a este lugar de mis antepasados y hago memoria… como estas flores vamos muriendo. Reconocer la vida en cada sorbo de aire, en cada taza de té, en cada muerte que causamos… Ese es el camino del guerrero.» El camino del Guerrero.

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