Allá por finales de la década de los 80, gracias a un profesor de física del colegio, me hice aficionado a comprar una revista de difusión científica llamada «Muy Interesante». Gracias a ella conocí a un hombre que se convirtió en mito para el mundo: Stephen Hawking. Ya entonces para muchos era el físico más importante de la segunda mitad del siglo 20 y se decía que sus descubrimientos eran revolucionarios para entender el nacimiento del Universo. Siempre he amado la literatura de difusión científica y en los resúmenes (bastante destilados) sobre Hawkings que llegaban, entonces a cuenta gotas, veía ideas que me parecía imposible siquiera plantearme en la cabeza.

Cada vez que le dedicaban un espacio a su trabajo en susodicha revista, ese artículo o apartado era como pasar de un una bicicleta a montarse en un shinkansen. Su trabajo, claramente, no era trivial. Era muy avanzado. Y, dentro de nuestras limitaciones, varios compañeros interesados en esos temas y el susodicho profesor divagábamos sobre qué implicaciones podía tener eso para nuestra comprensión del universo, casi siempre acabando en una serie de chistes ante nuestra propia incapacidad de imaginar algo más allá. Cosas de «nerdos».

Aunque su vida y, mucho menos, sus investigaciones dificilmente puedan calzar en algún rubro de «entretenimiento» que cubre la temática habitual de este website, es indudable que la figura de Hawking trascendió mediáticamente más allá de la física pura, convirtiéndose incluso en un ícono de la cultura popular y geek. Posiblemente solo la figura de Einstein goza de tanta fama como él, pero es un hecho que ningún científico vivió jamás una exposición al público general de la magnitud que Hawking tuvo (sin duda impulsado por las nuevas posibilidades de comunicación creadas por las redes sociales). Muchos como Feynman (otro monstruo de la física del siglo 20) gozaron de popularidad después de su muerte, pero un caso como el del hijo del humilde hogar de Frank Hawking y Isobel Welker nunca se había visto.

Y si agragamos sus cameos y apariciones en series como en «Star Trek» y «The Big Bang Theory», pues el alcance es mayor. Dichos cameos realzan tanto su posición como, posiblemente, el primer ícono vivo popular universal de la ciencia en el mundo moderno y la trascendencia de sus aportes a la física teórica.

Por si fuera poco, en el 2014 su vida se popularizó (más) gracias a la película «The Theory of Everything» (con una magistral interpretación de Eddie Redmayne como Hawking), basada en el libro de su primera esposa Jane Hawking (Travelling to Infinity: My life with Stephen) sobre su relación con él, su enfermedad y su exitosa carrera. Dicha película triunfa en reflejar muchas de las tensiones intelectuales y personales de Stephen, como físico y hombre enfrentando una existencia cada vez más limitada corporalmente, y ella, como compañera de vida que lucha con el dilema que nace entre querer realizarse como persona o dedicarse sólo a cuidar a su esposo enfermo e hijos.

Con una vida tan «abierta» al público, queda mencionar apenas por encima sus contribuciones (dentro de lo que permite el limitado bagaje en física teórica de este autor y sus revisores). Su tesis de doctorado en física (que al ser publicada en línea por la universidad de Cambridge provocó el colapso de los servidores) representó un avance clave a favor de la idea de un «Universo en Expansión» en contra de los modelos de un «Universo Estacionario». Y ese análisis de la singularidad que originó el Universo lo llevó a adentrarse en los Hoyos o Agujeros Negros.

En esa área, disparó auténticas revoluciones como la «Radiación de Hawking» (en resumen: los agujeros negros emiten una radiación derivada de la interacción del límite de su horizonte de eventos -el punto donde empiezan a alterar el espacio tiempo- con el espacio resultante) y la creación de toda una nueva rama de la Cosmologia: la Termodinámica de los Agueros Negros. Por si fuera poco, sus fórmulas en estos campos son de las primeras en combinar con propiedad constantes del ámbito relativista y cuántico (es decir, un paso más a la gran unificación). También planteó y modeló matemáticamente la existencia de un «Tiempo Imaginario» para referirse al Tiempo antes del Big Bang. Finalmente, dentro de lo enumerable para un simple mortal, postuló la Conjetura de Protección Temporal: una serie de reglas que plantean grandes limitaciones y restricciones a la posibilidad de viajar a través del Tiempo e ir, digamos, al pasado.

Solo quedaría agregar su amplia bibliografía, la cual que es muy recomendable. Hay que advertir que libros como «Una breve historia del tiempo» y «El Gran Diseño» son excelentes libros de ciencia pero NO son libros meramente de divulgación científica, por lo que pueden ser pesados. En los últimos años, de la mano con su hija Lucy, incluso incursionó en la literatura infantil con las «Aventuras de George», una serie de 5 libros para niños que combinan cosmologia, ciencia, ciencias de la computación y aventuras infantiles de forma amena. Los primeros 4 ya fueron traducidos al español.

Siempre que muere alguien tan icónico, hay una moda o búsqueda de sus símbolos u obras que raya en lo esnob. En este caso, solo podemos recomendar acercanos a sus libros, a su obra. No compremos titulares escandalosos de «Hawking nos advierte del fin del mundo» ni cosas de ese tipo. Compremos, leamos y regalemos sus libros. Para cerrar, dejo un video de un youtuber español cuya vida fue TRANSFORMADA gracias a Hawking.

No cabe duda que un científico como Stephen fue un gigante que superó sus limitaciones, pero creo que él no querría que sintiéramos lástima por él, sino que como Javier en este video, usemos nuestras ideas para cambiar el mundo.

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