Dicen que no hay nada más geek que la ciencia, y con esa frase intenté venderle a mis editores esta nota para que me permitieran publicarla acá en la revista. Las películas de ciencia ficción, los cómics, la televisión, el anime, el manga, en fin, todo lo que define nuestra cultura ñoña y nosotros mismos pasamos una gran parte de nuestro tiempo viendo hacia el futuro e imaginando lo que podría ser y lo que será. Hay una frase célebre, que al igual que esas que la gente comparte en Facebook atribuidas a Gandhi, nadie sabe muy bien quién dijo, pero que yo voy a atribuir a Yogi Berra porque creo que fue él el que la inventó. La frase dice «el futuro ya no es lo que solía ser», y tiene mucha razón.

En algún momento, veíamos hacia el siglo XXI con optimismo. Carros voladores, aparatos de control mental, teletransportadores, colonias espaciales, Robotinas… Todos estos avances tecnológicos los envisionaron alguna vez nuestros antepasados con muchas ilusiones. No obstante, en nuestros días el futuro es prácticamente un manejo de crisis, una búsqueda de nuevos planetas para ir a destruir y una serie británica en Netflix que cada día parece volverse más realidad.

Y aquí es donde entran las abejas robóticas…

Apenas hace un año, 700 especies de abejas norteamericanas estaban en peligro de extinción. Exacto, las mismas lindas abejitas que en la escuela nos enseñaban que eran los polinizadores naturales del planeta Tierra. Esos mismos bichitos negriamarillos que hacen posible que nuestros alimentos crezcan, nuestros jardines floreen y nos curemos el dolor de garganta cuando nos da gripe. Ahora, como tantas otras cosas, las estamos matando. Lo peor es que estoy seguro que para ninguno de ustedes esta noticia es nueva. Sin embargo, quizás lo que me resulta más impactante es que la humanidad, como parece ser la tendencia, en lugar de sentarse a pensar cómo diablos llegamos hasta aquí, decidió que la mejor forma de solucionar el problema es haciendo abejas robóticas, y de paso patentizarlas para que ahora hasta la polinización sea una lucha de clases.

¡Bienvenidos al futuro!

En fin, toda esta cantaleta la traigo a colación porque hoy trascendió en medios especializados que Walmart está finalizando una patente para abejas robóticas, que en realidad se llaman drones de polinización. La idea es que estas máquinas voladoras utilicen cámaras y sensores para ubicar las plantaciones, y que se muevan de una a otra acarreando el polen. Los robots serían también autónomos. O sea, que nadie los controlaría. De nuevo, bienvenidos al futuro.

Esta es, además, apenas una de cinco patentes de drones agrícolas que tramitó Walmart. Las demás incluyen un drone que detecta pestes y otro que monitorea el crecimiento de los cultivos. Es básicamente el próximo nivel en la agricultura sistematizada, y cierto, puede que no haya nada de malo en ello y de hecho es una solución inteligente al problema de la polinización, pero ¿qué nos dice eso sobre el futuro? ¿Vamos a vivir en un planeta sintético, artificial, donde hasta la naturaleza será robótica hasta que acabemos con el último recurso natural en existencia?

Aparentemente, pero lo bueno es que ya por fin tenemos un iPhone que hace emojis en video con reconocimiento facial. Eso es lo que importa.

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