Dentro de la sociedad que conforma nuestro pequeño país centroamericano, si nombramos la cantidad de subculturas, grupos sociales, movimientos políticos, expresivos y por el mero hecho de tener tema de que hablar con otro montón de homo sapiens que opinan y conocen respecto al tema tendríamos un post muy aburrido y largo.
Yo no planeo aburrirlos con un análisis, prefiero darles mi punto de vista. Desde que me uní a la comunidad de Warhammer 40k Costa Rica. ¿Qué es Warhammer 40k y por qué tiene un nombre tan largo? Sencilla respuesta: es un juego de mesa de miniaturas con 30 años de historia y apoyado por una serie de novelas que cuentan la historia del mismo.
Esto ha generado una cultura de proporciones de movimiento pandereta a nivel mundial, desde Europa donde se encuentra la casa matriz a torneos de calibre mundial en Estados Unidos. Juegos de video, películas 3D, talleres de pintura y modelado entre otros. Pero ahí se levanta una duda porque diría uno, ¿un juego de mesa que ocupa talleres de pintura y modelado? ¿no viene todo listo dentro de la caja y ya? Sencillo. Todos los elementos del juego deben ser, ensamblados y pintados por el usuario. Eso quiere decir que hay un elemento que estimula la motora fina y el cerebro, que no involucra solamente sentarse con una consola de video juegos y criar la panza.
El juego se rige por un sistema de reglas generales: contiene ejércitos regulados por un sistema de puntos. Cada miniatura que conforma el ejercito debe ser ensamblada por el usuario mediante varias piezas y guías. Después de armarlo y ya siendo decisión de cada uno, estas se pueden pintar al gusto para representar sus ejércitos y alianzas. ¿Quiere un ejercito lleno de oscuridad y misterios? Perfecto ¿Quiere mostrar zonas dañadas de sus unidades y vehículos para darle realismo? Dele viaje. ¿Prefiere colores llamativos y llamas en sus vehículos? Listo.
El universo que alberga este hobby requiere tanto de la diversión que trae jugarlo como la estrategia, paciencia y amor que conllevan el armar y pintar estas miniaturas de plástico y metal. Pintar una miniatura y jugarla es como llevar al hijo al primer día de escuela, conocerla mejor, darle personalidad, hasta ponerle nombre como algunos acostumbran, no es algo de siervos menguados y gente atrapada en su monotonía. Es un arte perdido en el tiempo, es el sentimiento que llena el pecho cuando hacemos algo con nuestras propias manos y nos sentimos orgullosos del mismo. Después con todo el miedo de padre primerizo lo enfrentamos al mundo, prueba y error, días de perder y finalmente una victoria y se nos pega esa sonrisa estúpida y la lleva uno días en momentos privados cuando recuerda lo que pasó, los gritos, la emoción y la furia.
No es para el hombre común, es un juego de imaginación, de estrategia, del acto más puro de competencia, de probar la astucia y la convicción de dos individuos en una manera correcta y segura.
Es una vida de anonimato y pasión.
