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Escribir esta reseña es una de las cosas más difíciles que me ha tocado escribir para este medio, en general podría decirse (sin remordimiento de conciencia alguno) que soy un gran fan de Nintendo en general, los jrpg en un plano menos macro y del trabajo de Monolith Soft en el más específico de los casos. Todo esto a pesar de no haber podido disfrutar de todas las joyas del estudio como Xenosaga o Xenogears (que aún tengo pendientes), pero que de una u otra forma, sirven para identificar cómo un estudio del calibre de Monolith puede impactarnos con una sola de sus creaciones.

Hecha esta aclaración, he de consentir que la reseña es un poco extensa, debido precisamente a lo extenso del juego reseñado, y es por esta razón también, que el texto llega un poco tarde, luego de que el juego lleve varias semanas a la venta. Esto es al propio en dos sentidos, el primero es que considero irresponsable realizar un review sin haber terminado el juego que estoy jugando, el segundo es que necesitaba que pasara todo el hype para poder realizar un examen de consciencia del juego, y analizar detenidamente tanto sus virtudes como sus fallas. Ahora sí, iniciemos con nuestro análisis.

¿Qué es Xenoblade Chronicles X?

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Varios calificativos aplican para este juego, el primero es: ¡Enorme! Y no miento, el juego en serio es de un tamaño colosal, masivo, incluso hay análisis que lo ponen por encima de mapas como el de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain. Ahora bien, más allá de este vasto mundo, las dimensiones del juego no serían nada si tuviéramos un mundo estéril con el que no pudiésemos interactuar. Sin embargo, este no es el caso de Xenoblade, ya que muy atinadamente todas las actividades que tenemos para realizar se sienten orgánicas, para nada aburridas (aunque a veces son repetitivas) y se complementan de manera excelente con la historia principal del juego.

El juego puede catalogarse dentro de la nueva corriente de diseño de los mundos abiertos, sin embargo, este no es un sandbox  al estilo Grand Theft Auto  o el innombrable Watchdogs, es más un mmorpg  con tintes occidentales y futuristas, que integra a las personas en sus partidas (si quieren) y que intrínsecamente tiene una historia épica (aunque es su punto más bajo) de proporciones incalculables, que expande el lore del metauniverso de las sagas Xeno.

Si son fans del trabajo de Monolith, no les costará tomar la senda del humano en Xenoblade, sino, tendrán que esforzarse un poco más, ya que hay cosas que no se explican, y que pueden resultar abrumadoras para las personas que no están acostumbradas a recibir cantidades masivas de información mientras juegan. Ahora bien, las mecánicas de combate y la exploración son el pilar de esta nueva entrega del estudio japonés y de eso es lo que vamos a hablar a continuación.

Mecánicas de juego: la exploración y el combate lo son todo.

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Ya lo decía su creador Tetsuya Takahasi, el juego sigue la pauta del combate y la exploración, no necesariamente de la historia. De la historia hablaremos más adelante, por el momento, es importante mencionar cómo se juega. Arriba mencionamos que las personas que nunca hayan tocado un juego de Monolith Soft tendrán un proceso abrumador de recepción de información, que probablemente los “ahueve” en principio para poder jugar. Sin embargo, una vez superada esta barrera el juego se antoja mucho más disfrutable.

Para atacar bastará con una de dos acciones, que un enemigo agresivo nos vea o nos escuche, o fijar el blanco con el botón “R” e iniciar el ataque. Una vez entrado en combate, veremos que nuestro personaje ataca automáticamente, y que podremos intercambiar entre dos tipos de arma cada vez que pulsemos el botón “X”; las acciones sin embargo, no se reducen a esto y tendremos las conocidas (para los veteranos de los juegos Xeno) artes, que podremos cambiar con la cruz direccional del gamepad, las hay básicamente de cuatro tipos: las verdes que son curativas, las azules que modifican stats, las naranjas que son ataques melee y las amarillas que son ataques con armas de fuego a distancia.

Todo este conjunto de mecánicas tienen su punto central en el sistema Soul Voices, este es un sistema que te permitirá interactuar con tus compañeros de aventura, lo que lo caracteriza y por lo cual el sistema de combate se convierte en la más perfecta evolución de su antecesor es el flujo. En este punto es inevitable no comparar a Xenoblade Chronicles  y Xenoblade Chronicles X ya que siendo su antecesor inmediato hay elementos que beben de él directamente, el combate es uno que no solamente toma parte de las anteriores mecánicas, sino que lo mejora considerablemente.

Ya no sentimos que las batallas ocurren en automático y que tenemos que llenar una barra para que podamos brindar un golpe más fuerte, sino que, necesitamos prestar atención a los mensajes de nuestros compañeros (especialmente el color del mensaje) y reaccionar en consecuencia. De nuestras acciones dependerá el flujo del combate, a veces los mensajes elevarán nuestros tension points (TP), rellenarán nuestra barra de salud e incluso golpearemos más fuerte, todo dependerá nuevamente del flujo de los comandos de batalla que introduzcamos. Los TP son puntos que nos permitirán alcanzar (tanto a pie como en Skells) el Overload que es un estado en el que nuestras artes golpearán más fuerte, se rellenarán más rápido y el daño que recibiremos será menor en comparación a nuestro estado normal.

Sumado a esto tendremos una experiencia sumamente refrescante (que a algunos les parece llega tarde, no es nuestro caso eso sí) una vez que podamos pilotar los Skells. Los Skells, que básicamente son mechas gigantes personalizables a un punto ridículo, funcionan bajo el mismo concepto de artes y ataques automáticos, pero le añaden un plus enorme a la movilidad de los recorridos por el gigantesco mundo de Xenoblade. Ahora bien, no sólo la movilidad es una ventaja, el poder que brindan los mechas es enorme, tanto que podremos derrotar a enemigos con varios niveles por encima del nuestro. Hasta aquí todo perfecto ¿verdad? Pues como nada es perfecto en la vida, tampoco en Xenoblade, ya que los Skells tienen un límite de combustible que deberemos vigilar de cerca para evitar dejarlos inmóviles y además tienen un seguro, el mismo cubre solamente 3 reparaciones totales (expandibles con tiquetes que encontraremos al azar en el mundo del juego) luego de eso, deberemos debitar una suma importante de créditos para reparar nuestra unidad móvil.

Ahora bien, la exploración es el segundo pilar del juego, que cual casa cimentada en lo más profundo de la tierra se mantiene como una evolución orgánica y bien lograda del antecesor del título. Tendremos básicamente tres tipos de misiones de exploración: la implantación de minería que arroja datos, la recolección de ítems y por último la clásica de descubrir zonas de difícil acceso. Todo ello está aderezado con unos entornos realmente bellos y majestuosos que nos invitarán a perdernos en Mira horas y horas. Examinado a profundidad en sus mecánicas de juego, nos corresponde ahora pasar a la historia.

Un fantasma se cierne sobre la tierra, el fantasma de los Ganglions

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Julio 2054 d.C., la Tierra se cierne en una batalla feroz contra un enemigo desconocido hasta el momento, Los Ganglions  atacan sin previo aviso y destruyen nuestro hogar en un abrir y cerrar de ojos, lo que antes era un rico ecosistema de las más diversas y variadas criaturas, ahora nuevamente, es polvo de estrellas. Esto nos obliga como especie a evacuar nuestro hogar en diversas naves de tamaño colosal, la nuestra es la White Whale y ahí tendremos que desarrollar nuestra vida en nuestro nuevo hogar, un planeta desconocido pero cercano llamado Mira.

Con esta breve introducción llegamos a una nueva historia, llena de giros, complicaciones, confabulaciones y épicas batallas por conseguir salvar a la humanidad no sólo de sus enemigos más inmediatos sino de sí misma. Habrán momentos en donde querrás llorar, otros en donde te reíras y algunos más en donde las cosas se vuelven tan japonesas que no vas a entender lo que sucede (las menos por dicha). Esto sumado a un interesantísimo desarrollo de personajes y de las raíces propias de cada una de las culturas que se encuentran en Mira, hacen de Xenoblade  un juego con una de las mejores historias que hayamos jugado. Sin embargo, eso no es óbice para dejar por fuera las carencias de la misma, hay secciones que irrumpen el ritmo constantemente, otras en donde no entenderás lo que sucede porque ya no estás haciendo misiones principales, sino sidequests  que te obligan a prestarle atención a otros detalles.

Pese a ser su apartado más débil, esto no quiere decir que la historia en sí sea mala ni mucho menos, sino que tiene problemas de ritmo y ejecución que la vuelven muchas veces un aderezo de lo que estamos jugando, fenómeno extraño en un jrpg de proporciones como las que hablamos.

Apartado técnico: la música y la distancia de dibujo

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Técnicamente el juego es deslumbrante (al menos si consideramos la plataforma en la que corre), nunca experimentás caídas de cuadros, la distancia de dibujo es la adecuada y las texturas, una vez se instalan los parches, cargan sin ningún problema. El punto álgido aquí, es que hemos visto juegos más deslumbrantes en las consolas de Sony  y Microsoft, The Witcher, Batman Arkham Knight y muchos juegos más tienen una calidad gráfica mucho mayor, aunque, eso no le resta mérito en absoluto a lo logrado por Monolith Soft en la consola.

La música es un detalle en el cual no logro encontrar un equilibrio, si bien, la mente detrás de la orquesta del juego es el impecable Hiroyuki Sawano (más conocido por sus trabajos en animé como Kill la Kill o Shingeki No Kyojin) compone una exquisita banda sonora que tiene puntos bajos, por ejemplo, la canción de New LA te llevará al hartazgo, sin embargo Codename Z  te pondrá a vibrar cada vez que la escuches, la música de vuelo está especialmente diseñada para ello, no me imagino otra canción que no sea esa para pilotear un Skell, sin embargo, siguen existiendo canciones que nada más no terminan de cuajar con toda la épica espacial del juego.

Conclusiones

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Xenoblade Chronicles X  es de esos juegos que te van a mantener jugando mucho tiempo, tanto que se te va a olvidar qué hora es; la tónica del mundo, los personajes, las batallas y el modo de juego harán de este una compra significativa que todo dueño de un Wii U  debería tener. Dicho esto, el juego no es perfecto, peca de ritmo, de contadas canciones que no son tan épicas y de una historia que no es que sea mala, sino que pudo ser contada de mejor forma.

A pesar de sus imperfecciones, Xenoblade Chronicles X es un fuerte candidato a convertirse en el mejor juego de la consola de Nintendo y tal vez, de la generación presente de consolas. No hay duda de que Monolith sabe bien el oficio, el juego lo demuestra con cada detalle, sólo me queda por decir que no puedo esperar para jugar lo que sea saquen para las futuras consolas de Nintendo y que si no le han dado una oportunidad, deberían dársela a este trabajo de artesano que nos han regalado.

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