Clásico de culto. Relegada en los últimos tiempos por muchos «blockbusters» del género como «Kimi no nawa» (que es otra obra muy destacable) o las siempre referidas películas de Ghibli (verdaderos hitos del género). Sin embargo, «Akira» es una película a la que se hace necesario volver una vez, y otra, y otra, y otra más.

Un 16 de julio de 1988 esta obra vio la luz en los cines japoneses y arrasó con la taquilla. Hoy, con sus 30 años cumplidos, es necesario recordarla y repasarla.

Esta película basada en el trabajo en manga de Katshushiro Otomo e Izo Hashimoto simplemente es una obra que alcanza el calificativo de faraónica. En su momento fue la película más cara de ánime hecha en la historia de Japón, con un presupuesto de poco más de 8 millones de dólares de esa época. Otomo aceptó el proyecto de adaptar esta trama en una película de ánime siempre y cuando él tuviera el control creativo.

Katsuhiro Otomo, autor del magistral manga y de la maravillosa película

Y lo tuvo. Es más, puso una atención al detalle como pocas veces o tal vez nunca se ha visto. El guión fue meticulosamente revisado en cada escena. Se filmaron gesticulaciones de artistas leyendo los diálogos y «actuándolos» fácilmente para que sirvieran de base para la animación, que casi en su totalidad fue hecha a mano. Se elaboraron 160 mil cuadros de animación. Eso significa que cada segundo usted ve pasar un promedio de alrededor de 23 ilustraciones ligeramente diferentes. Se utilizaron computadoras para calcular la ubicación y especificaciones de las luces, elaborar escenarios de fondo y generar caminos («paths») que indicaran la caída y rotación de los objetos. En general, cada secuencia fue revisada segundo a segundo para que se viera fluida y perfecta.

El nivel de detalle en cada uno de los 160mil fotogramas fue revisado personalmente para eivtar al máximo cualquier imprecisión.

¿Y el resultado? Un filme con una nitidez, color, precisión y manejo de la luz que era inimaginable para la época. De hecho, tal hazaña solo se alcanza hoy gracias al «músculo inhumano» del hardware y el software. Se puede apreciar que esta producción tiene una calidad cercana al «HD» o el «4k», conseguida a base de un esfuerzo obsesivo que rayó en la locura; todo conseguido casi a mano hace 30 años. Su manejo de la luz y las líneas de movimiento son objeto de estudio todavía hoy, en muchas escuelas de cinematografía.

Una imagen de la perturbadora escena del hospital.

Su guión perturbador fue además el primer paso en una corriente que se consolidaría durante la segunda mitad de los años 90: el manga/ánime psicológico en el que los principales acontecimientos son escenificados en la cabeza de los personajes, más que en el mundo exterior. Posiblemente es la película que marca un antes y un después en el cine de anime en cuanto a la temática psicológica. Muchas películas que vinieron después, como «Ghost in the Shell», admiten que bebieron del tema y trabajo realizado en «Akira».

En todo el mundo, este filme recaudó casi $50 millones (que serían cerca de $110 millones hoy), lo que la hace palidecer comparada con los números que muestran actualmente muchas otras películas animadas. Se puede decir que Akira corrió la misma suerte que «Blade Runner» o «2001: Odisea especial», en cuanto a su relación éxito comercial contra reconocimiento artístico. Es un obra de arte perturbadora, que para muchos puede ser difícil de seguir o incluso aburrida.

No ganó premios. Pero así como Holanda cambió para siempre el futbol con su generación de «fútbol total», Akira cambió el ánime para siempre. Por eso es un clásico que debe ser repasado y re-evaluado en cada generación, como una referencia que no se puede olvidar.

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