En 2012, salí decepcionado de Prometheus. Como muchos, esperaba una película de suspenso y terror, muy en la línea de Alien, la película con que Ridley Scott inauguró la franquicia. Lo que obtuvimos fue algo muy diferente y, dadas mis expectativas, no logró satisfacerme. Sin embargo, ver la película de nuevo hace unas semanas cambió mucho mi percepción. En realidad, Prometheus me pareció una muy buena película de ciencia ficción que abría portillos para historias y temas muy interesantes con los cuales expandir y dar complejidad al universo de Alien.

Así, la emoción por lo que Alien Covenant podría traernos aumentó considerablemente. Pues bien, vista la película me veo obligado a decir que, de nuevo, la decepción fue grande, al menos en términos narrativos. Me explico.

Los personajes recorren pasillos familiares para cualquier fanático de Alien

En el departamento técnico, la película es sencillamente hermosa. La cinematografía, la fotografía, la edición, el sonido, los efectos visuales, el diseño de planos… todo está a la altura de lo que puede esperarse de un director como Ridley Scott quien, como lo sabemos , sabe filmar ciencia ficción. Como fue el caso de Prometheus, Covenant es una película en la que la calidad de la producción es tal que practicamente no pasa un momento en que el espectador no se sienta sobrecogido por la belleza y los detalles de lo que observa. Ya sean los paisajes de los mundos distantes que la tripulación visita o los interiores de las naves en que se transportan, todo está diseñado de una manera impecable y creíble, tanto así que uno recuerda los escenarios como si hubiera estado en ellos. Ni qué decir de las criaturas: tangibles y terroríficas, probablemente poblarán las pesadillas de más de uno, gracias no solo a su presencia sino a las intensamente violentas escenas que propician.

Las actuaciones van de lo aceptable a lo excelente. La protagonista, Katherine Waterston, hace un buen trabajo, aunque su personaje carece del enganche y el carisma necesarios para que nos importe del todo lo que le ocurre. Por otro lado, Michael Fassbender, de nuevo, se roba por completo la película. Sin entrar en spoilers, su participación en el filme es más compleja de lo que esperaba y confirma al actor como uno de los grandes del cine contemporáneo. Danny McBride se la jugó como los grandes y sacó adelante un papel distinto a los que suele realizar, lo que expande su alcande como actor. Del resto del elenco no se puede decir mucho más que cumple presentando personajes creíbles.

Con todos esos aciertos, la película se deja ver y permite pasar un rato entretenido.

La Covenant, nave que le da su título a la película

Ahora bien, en cuanto a la historia, digamos que se nota el vacío narrativo del que Scott parte, tanto, que termina uno preguntándose si esta (o cualquier otra) precuela de Alien era necesaria. Más aún: tras verla uno se cuestiona para qué presentar todo lo que vimos en Prometheus si este era el camino a seguir.

Una de las razones por las que Alien resultó tan efectiva fue la manera en que, a través de una premisa simplísima, creó la sensación de un universo entero que permanecía en la oscuridad. La película en sí se reducía a monstruo que invade una nave y acecha a sus tripulantes. Pero, precisamente, la procedencia de dicho monstruo (que nunca se explicó su origen, pero se insinuaba con la aparición de la nave alienígena derribada y el space-jockey), desataba la imaginación de una manera altamente satisfactoria, provocando que fuera el espectador el que brindara profundidad a la historia, sin necesidad de mostrar el fondo mediante flashbacks u otro recurso que consumiera tiempo.

Katherine Waterston es Daniels, personaje hecho para referenciar visual y personalmente a Ripley

En Prometheus, el ciclo de vida del xenomorpho (bicho sale del huevo e infecta al huésped que permitirá su terrorífica evolución final) pareció complicarse gravemente con la introducción de una larga y compleja serie de pasos nuevos. La idea no me agradó mucho, pues, insisto, complicaba innecesariamente una propuesta efectiva precisamente por su simpleza. No obstante, me intrigaba mucho la manera en que esa complicada serie de pasos daría lugar a la aparición del huevo que todos conocemos. El caso es que, Covenant, solucionó la situación… pero de una manera tan burda, que no logró más que defraudar toda la intriga que Prometheus me había generado.

Ya en general, la película me recordó a muchos contenidos descargables de videojuegos contemporáneos, que más que expandir la historia o llevarla por nuevos caminos, simplemente presentan una mínima narrativa en la que casualmente intervienen elementos de la historia principal, como una manera de sacarle más provecho sin complicarse la vida. La ausencia casi total de Elizabeth (Noomi Rapace) impide una sensación de verdadera continuidad y la introducción de una heroína más, comienza a desgastar la idea de protagonistas femeninas en la saga. Por supuesto que la presencia de mujeres en roles protagónicos y fuertes siempre es bienvenida, pero mi punto es que, para estas alturas , el hecho vuelve la trama predecible de más de una manera.

No sería una película de Alien sin el monstruo titular

Ese es otro punto: el final, por más que la trama se esfuerza por sorprender, se puede adivinar casi desde el principio. La verdad, no hubo un solo giro que me causara verdadera sorpresa y, lamentablemente, la culpa podría achacársele a «The Crossing», un corto liberado hace unas semanas por Fox, el cual une Prometheus con Alien Covenant. Ciertos elementos de los mostrados en ese material permiten intuir mucho de lo que ocurre, por lo que yo incluso recomendaría ignorarlo hasta haber visto la película.

En fin, Alien Covenant resulta una extensión innecesaria en una franquicia que estaba mejor sin que todos sus misterios se aclararan. Las respuestas que tenemos hasta el momento eliminaron casi por completo la intriga lovecraftiana que la existencia del xenomorfo generaba, pues era más terrorífica la idea de que la naturaleza, en los confines del universo, era capaz de producir una abominación semejante a cualquiera de las soluciones que las nuevas películas nos dieron. Habrá que ver, eso sí, si en las próximas entregas que Scott plantea el misterio recupera algo de su atractivo.

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