Quien no pase gran parte de su día frente a una pantalla, ya sea del celular, de la computadora, de la televisión o de una consola, difícilmente podría decirse que vive en el 2016. Es, por así decirlo, «lo normal». Pasamos horas y horas, ya sea por trabajo o por entretenimiento, frente una fría y brillante pantalla negra en la que podemos ver nuestro reflejo como un espejo de la sociedad adicta a la tecnología en la que vivimos. De ahí viene el nombre de «Black Mirror», una serie británica que retrata un futuro distópico que se siente terriblemente cercano.

El concepto viene precisamente de comparar la tecnología con una droga adictiva, y como cualquier droga, tiene sus efectos secundarios y ese síndrome de abstinencia que casi todos sentimos cuando andamos sin celular.

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El próximo viernes 21 de octubre se estrena su tercera temporada en Netflix, por lo que es un momento perfecto para ver la primera y la segunda, las cuáles consisten de tres episodios cada una, similar a otras series de la BBC como Sherlock.

Estas dos primeras temporadas y un especial navideño fueron producidas por Channel 4, pero a partir del 2015, Netflix compró los derechos de la serie (gracias, Netflix, cada día te amo más) y ordenó producir una nueva temporada con doce capítulos, que posteriormente fue dividida en dos temporadas de seis capítulos cada una.

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Desde casos de corrupción, terrorismo y manipulación mediática en épocas de Facebook y Twitter, vidas que giran en torno a un reality show, aplicaciones que permiten hablar con los muertos y aparatos que permiten ver y revivir los recuerdos y memorias en una pantalla, la serie atrapa e impacta a cualquier espectador desde el primer capítulo. Pero a la vez incomoda, es perturbadora y básicamente al final de cada episodio uno termina con la boca abierta sin saber muy bien qué pensar o qué sentir.

Algunos episodios más que ciencia ficción, rayan en la línea del suspenso y el terror por el simple hecho de considerar que este posible futuro se siente más inminente e inevitable que nunca. Pensar que dentro de algunos años alguien invente un programa que tome la identidad de alguien en internet, sus interacciones en redes sociales, sus búsquedas más frecuentes en Google, y construya una persona virtual que pueda «hablar» con sus seres queridos después de la muerte, suena a algo un tanto aterrador, pero a la vez a algo factible en un futuro muy cercano.

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Lo interesante es que la serie no solo gira en torno a la tecnología, sino que retrata perfectamente la naturaleza humana. La avaricia, el morbo, la envidia, los celos, poco tienen que ver con el futuro o con el internet, pues han existido desde siempre, Black Mirror simplemente refleja cómo la tecnología puede resaltar algunas facetas negativas del ser humano.

La serie es de antología, es decir, cada capítulo tiene una historia diferente e incluso un elenco diferente. En las temporadas anteriores hemos visto a actores como Jon Hamm (Mad Men), Domhnall Gleeson (Star Wars: The Force Awakens, Harry Potter), Hayley Atwell (Agent Carter), Oona Chaplin (Game of Thrones) y Natalia Tena (Harry Potter, Game of Thrones). Esta próxima temporada tendrá la participación de Bryce Dallas Howard (Jurassic World), Jerome Flynn (Game of Thrones), Michael Kelly (House of Cards) y Faye Marsay (Game of Thrones). Sí, parece que en Reino Unido hay un grupo de actores de Harry Potter, Doctor Who y Game of Thrones que siempre se reparten en las series y películas, lo normal.

Considerando el nivel de producción, los guiones y el excelente elenco de las temporadas anteriores, y sabiendo que ahora será producida por Netflix, podemos esperar una nueva temporada que nos deje al borde del sillón y tal vez con ganas de tirar el teléfono por la ventana.

 

La tercera temporada de Black Mirror llega a Netflix el 21 de octubre del 2016.

 

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