Cualquier cambio, incluso un cambio para mejorar, siempre va acompañado de incovenientes e incomodidades. Arnold Bennet, novelista británico, 1867 – 1931

Gran parte de las discusiones que ha tenido internet estas dos semanas han sido referentes a Pokémon GO, tanto así, que hasta los principales medios de comunicación mundial han «analizado» lo que implica el fenómeno mundial de Pikachú y compañía. Sin embargo, parte de esa tarea de comunicar ha sido cubierta irresponsablemente por diversos medios, que ante lo desconocido, no logran asimilar los cambios trascendentales detrás de la tecnología, en especial cuando a elementos lúdicos se refiere.

Ante este panorama, es más que necesario brindar una cobertura responsable, que brinde no sólo elementos para jugar el juego y obtener una experiencia grata, sino hacer un llamado a la cordura. Empecemos por lo básico, Pokémon GO  es una aplicación para móviles que permite atrapar diversos monstruos de bolsillo mediante el uso de la cámara, el giroscopio, internet y el gps. Hasta ahí todo normal, no es un app distinta a muchas otras en el sentido más estricto de: un juego para teléfono, Waze, Google maps o Prisma. El problema del app, hasta la fecha, es que ha generado situaciones incómodas que han puesto en peligro la vida de sus usuarios y la de otras personas alrededor.

image

Sin embargo, el problema de la sociedad como tal es que sataniza la aplicación por el sólo hecho de ser un juego, me explico, nadie en su sano juicio culparía a Whatsapp por el choque de una persona que iba chateando mientras conducía, nadie tampoco culparía al fútbol por que las barras bravas de un equipo lastimen a personas a su alrededor o porque dañaran la propiedad privada. En buena teoría, en los dos problemas anteriores el problema es de las personas que actúan de manera irracional, no de la actividad que realizan, empero Pokémon GO tiene la maldición encima de ser un videojuego, esos de los que los papás y mamás de uno no entienden, esos que hacían que cada tarde uno tratará de explicar a sus tías cómo se jugaban.

Los videojuegos desde siempre han estado en el fondo de la idea que nos han querido vender de la aplicación como algo malo, y no digo que no tenga sus fallas, la recolección de información no autorizada por sus usuarios, el no saber qué pasa con los registros de las visitas y demás son problemas que tanto Niantic, The Pokémon Company Nintendo deben aclarar, pero más allá de eso (que no ha sido de lejos el punto focal del debate, y que además son prácticas que realizan otras aplicaciones que probablemente usan sus papás como Facebook y ¡Oh sorpresa! Whatsapp) la idea de lo lúdico ha estado desde siempre ligada a un vejestorio que debe morir conforme crecemos.

Eso era entendible en la generación de nuestros padres (los llamados babyboomers) sin embargo, el mundo ya cambió, y las convenciones sociales son otras, la gente que juega y se emociona por Pokémon GO es tan variada y tan distinta como universos pueden existir en la sociedad, no es sólo un tema de que si un muchacho se metió en la casa de una señora a recoger un pikachú café Pinzir  es el tema de que siempre tendremos miedo a lo desconocido, o al menos, hasta hace una generación.

Las nuevas generaciones (que me resisto a llamar millenials) entienden que no todo está sujeto a los valores tradicionales de cazarse casarse, trabajar para producir riqueza para alguien más y convertirse en un señor con derecho a su pensión. Al contrario, valoramos más otras cosas, por ejemplo, nuestro tiempo de ocio, que es por lo cual escribo esto, no he visto a nadie quejándose de las actividades que realizan sus padres y madres en fines de semana (como ver fútbol todo el día, o salir a pasear), porque entendemos que el respeto al derecho de los demás implica el respeto a mis derechos, dentro de los que se incluyen a disfrutar mi ocio como  mejor me parezca. Y es que es un derecho tan básico, y que tenemos tan por sentado que nos escalofriamos cada vez que escuchamos a alguien despotricar en contra de un pasatiempo que ni siquiera les debería causar molestia.

Tan elemental es el asunto, que no sólo tenemos diferencias en cuanto a videojuegos, sino que, una de las críticas ácerrimas que otrora recibiera esta actividad ahora que cambia, también se vuelve objeto de critica, me explico, antes nos decían que los videojuegos producían sedentarismo, que salieramos a conocer el mundo, eso está pasando ya con Pokémon GO pero a nadie parece importarle, más bien, la gente crítica que puede ser un móvil de asaltos.

image

Disculpenme que discrepe, pero, si por andar el teléfono fuera de la bolsa del pantalón me asaltan, no es culpa de la aplicación, es culpa de políticas penitenciarias y punitivas que no cumplen con su rol, culpa también de un sistema que excluye gente y la abandona a su suerte y además de una educación (responsabilidad compartida entre Estado y familias) deficiente, no de una aplicación que sólo busca entretener a las personas.

Para terminar, el problema con Pokémon GO más allá de lo dicho en este artículo, es que nos introduce a un nuevo concepto, hasta hace poco experimental, el de la hiperrealidad, ya hay varias iniciativas en ese sentido que se han venido explorando, pero es tema de otro artículo, por lo pronto, dejemos que la gente haga con su tiempo de ocio lo que le plazca (siempre y cuando sea legal) y busquemos fomentar en nosotros mismos la autocrítica, el autoconocimiento y la diversión que el mundo sería un mejor lugar si supiéramos lo que nos gusta y de paso, nos divertimos en el intento.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí