Hace un mes concluyó la E3, la demostración más grande en el mundo del entretenimiento electrónico. Mientras los personeros recogen el confeti del Staples Centers, en Los Ángeles, nosotros, los fanboys, juntamos lo que quedó de nuestras tripas después de que un tren de hype nos pasara por encima. Sí, fue una gran demostración y los video juego estuvieron ahí como punta de lanza. Hay material para conversar meses: se confirmó el lanzamiento del esperado Last Guardian, así como la nueva IP Horizon New Dawn, The Division, For Honor, Fallout 4, el nuevo Doom, Dishonored 2. En fin, fue demasiada adrenalina para el cuerpo. Sin mencionar que los lentes de realidad virtual, Oculus Rift, tuvieron su propio espacio durante la muestra, el futuro está sucediendo frente a nuestras narices, literalmente. What a lovely day to be a gamer.

Pero ya pasó un mes y se terminaron las payasadas, ya nos tomamos los selfies con Reggie y Kojima, reutilizamos el adjetivo épico para catalogar este E3 y usamos títulos sacados del baúl de los lugares comunes para hacer notas que carecen de novedad. Después de reflexionar un rato nació la interrogante de la validez de un E3 en la coyuntura en la que vive la industria del entretenimiento electrónico.

En 1998 las demostraciones de videojuegos eran un espectáculo que no tenía rival, eso, si se toma en cuenta la ausencia de youtube y las redes sociales. Ahora muchos de los nuevos títulos se presentan semanas o días antes de la actividad que congrega a cientos de gamers. Por lo que el evento queda como un show mediático que guarda un par sorpresas, si eso no es una señal de que la E3 se debe reinventar entonces no sé qué es.

Este año la organizadora de la muestra, IDG World Expo, le abrió las puertas a 5000 personas que no iban a representar un medio de comunicación y llevaban un gafete de aficionados a los videojuegos. Lo que puede ser el primer paso para que la exposición se convierta en algo abierto al público como el Cómic Con, un espacio para que la gente conozca y se codee con los personajes que admira, lo cual es un panorama prometedor. Sin embargo, queda la sensación de que la industria necesita de un espacio más sobrio para reconocer las grandes obras que se producen en el medio.

Lo que definitivamente no es prometedor es la cobertura que dan los medios de comunicación convencionales al E3. La discusión se plantea como si la exposición fuera una competencia como el mundial de fútbol, lo cual es una aproximación errónea hacia la exposición, pues no existen los parámetros para definir cuál empresa desarrolladora ganó o perdió. La problemática recae en qué mucho de los aficionados toman lo qué se mostró en la E3 para encarnizarse en discusiones redundantes y sin sentido.

Otro elemento que generó controversia fue el Kickstarter que hizo Yu Suzuki junto a Sony para lanzar la tercera entrega de la saga de Shenmue. Este anuncio emocionó a todos los fans y logró recaudar $2 millones en tiempo récord. El problema no recae en el juego, sino en la práctica. ¿Por qué una empresa consolidada como Sony debe iniciar un crowdfunding para lograr la inversión de un juego cuya última entrega salió en 1999? Sobra decir que se están aprovechando de la nostalgia para hacer que el fan pague más dinero, esto puede marcar un precedente peligroso dentro de la industria. Quizá el día de mañana se inicie una colecta para lanzar el nuevo Crash Bandicoot o el Banjo Kazooie.

Por último, preocupa el catálogo de títulos de nueva generación. Vamos a tener un remake de Final Fantasy VII, una secuela de Uncharted, otra de Dishonored y la tercera entrega de Shemune. Con algunas claras excepciones como For Honor, The Last Guardian y New Dawn. Esta generación le pertenece al pasado, los títulos que prometieron marcar una diferencia han quedado rezagados como The Order y Watchdogs. Destiny no cumplió las expectativas y Evolve no le llega a los talones a los FPS de la vieja escuela. El PS4, el One y la Wii U no han sido capaces de lanzar juegos que revolucionen el género, como lo hicieron en el pasado con Gears of Wars, Mass Effect, Assassins Creed, Golden Eye, Dark Souls, Prince of Persia Sand of Time.

La industria parece haber aterrizado en su zona de comfort y eso preocupa.

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