Hiromu Arakawa no tiene idea de quién soy, pero la que muchos consideran su obra maestra me marcó. Todavía recuerdo como, capítulo tras capítulo, Fullmetal Alchemist lograba asombrarme, y no por la calidad de su animación o los ingeniosos e inesperados chistes de Roy Mustang, sino por las camufladas lecciones de vida que tanto necesitaba sin siquiera saberlo.

Durante el funeral de Maes Hughes aprendí que la lluvia no tiene nada que ver con la Meteorología. Winry me enseñó que no se le puede mentir al corazón y la distancia no tiene porque cambiarnos. Alex Louis Armstrong me confirmó que no hay dicho más cierto que “las apariencias engañan”. Y por supuesto, Ed y Al me demostraron que no hay amigos como los hermanos, y viceversa, a lo que se suma que “la unión hace la fuerza”.

No mencioné a Mustang porque el Coronel protagonizó el momento que, sin duda alguna, me marcó más, y es cuando persigue a los hermanos Elric para terminar reclamándoles por no haber acudido a él cuando más lo necesitaron, por no haber tenido la confianza de considerarlo el padre que tanta falta les había hecho, en fin, por no honrar la lealtad que forjaron desde el día en que se conocieron.

Sin importar nuestra forma de ser, profesión, estatus social y/o la situación que estemos atravesando, no tiene nada de malo pedir ayuda, mucho menos cuando hemos sido bendecidos/afortunados (como prefieran llamarle) con personas que están dispuestas a darlo todo cuando reciben ese llamado, ya sea con una pizza que llene la panza y alivie el corazón, un hombro para llorar o las herramientas para asimilar esa lección de vida que tanto necesitábamos sin siquiera saberlo.

Cuando terminé Fullmetal Alchemist lo primero que pensé fue: “Jorge (hermano) tiene que verla”. Cuando le hice la sugerencia nada más le dije: “Mae véala, durante el transcurso de la historia va a entender por qué”. Mi hermano y yo pagamos un peaje bastante alto en La Puerta de la Verdad, pero eso contribuyó a que hoy por hoy seamos los mejores amigos, contra viento y marea, tanto así que entendió a lo que me refería antes de tiempo.

De una u otra manera Hiromu Arakawa escribió nuestra historia, sin conocernos o preguntarnos, y pueden decirme lo que quieran, pero si eso no es magia no sé qué más pueda ser.

PS:

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