Bienvenidos al primer artículo de la nueva sección de Retrospect, Perdido en Aduanas; en esta serie de artículos, hablaremos de juegos y consolas que por alguna razón no llegaron al continente americano y que merecen nuestra atención, ya sea por lo originales y extraordinarios (o todo lo contrario) que terminaron siendo.

Recuerdo en alguno de los años 80, ser aficionado de un programa de cosas insólitas, que transmitían por Telecentro Canal 6, de nombre Lo Increíble (That’s Incredible). Aparte de ser el primer programa en el que vi reportajes de ovnis y fantasmas, fue también pionero en tomar a los juegos de video como tema… no olvido el primer campeonato de juegos de video televisado de mi vida, adelantándose décadas a competencias tan legendarias como el Nintendo World Championship o el EVO.
Esa no sería la única vez que el programa habló de videojuegos, ya que en 1985, presentaron un juego realmente increíble (para su tiempo): Dragon’s Lair. Ver esa animación (alimentada por un LaserDisc), en el que el jugador manejaba al protagonista, con unos escenarios y personajes que no tenían nada que envidiar a las creaciones de Disney, abrió la cabeza de mi (entonces) infantil imaginación…”Cómo será ‘jugar’ una fábula?”

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Fábula o juego de video? Ambos, realmente

 

El rol de la magnífica creación de Don Bluth en la industria del videojuego (continuado luego con Dragon’s Lair 2 y Space Ace) es innegable (sin tener que obviar lo limitado de su jugabilidad), ya que demostraba que había mercado para esos juegos en los que, bueno, jugábamos con fábulas o películas (aunque realmente lo que hacíamos era saltar de uno a otro trozo de un largometraje).

El potencial de ese posible mercado en Japón, reforzado por la popularidad de los personajes de manga y animé de los que tenía las licencias, motivó a Bandai (aún no estaba fusionada con Namco) a lanzar una consola exclusivamente dedicada a este tipo de juego, Full Motion Video Games (algo así como Juegos de Video de Movimiento Completo) o FMV’s; ya conocidos por los jugadores de ese década, por títulos tales como Night Trap, (de no tan grata memoria) estos títulos se basan en usar video real comprimido, en lugar de sprites o polígonos para sus gráficos. Dicha consola se lanzó al mercado japonés en 1994, bajo el nombre Playdia.

 

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O Playdia Quick Interactive System, para ser más exactos.

 

El objetivo de Bandai no era competir contra las consolas de esa época, sino tener una máquina que permitiera explotar sus licencias de animé y manga, y lanzar títulos educativos (cuando la palabra multimedia era la moda), para un mercado más que todo infantil. Evidencia de esta visión reside en el hecho de que la consola sólo soporta un control a la vez (no hay juegos para 2 jugadores simultáneos por esta razón, aunque hay que reconocer la innovación de usar controles inalámbricos por infrarrojo), y que TODOS sus juegos fueron desarrollados por la misma Bandai (no hubo third parties). El total de juegos producidos para el Playdia llega a la friolera de 39 títulos, los más conocidos para nosotros serían los basados en DragonBall Z y Sailor Moon (los viejunos como yo estarán familiarizados con los de Ultraman y Ultra Siete, también.)

Debido a la especialización de Playdia en los juegos FMV, el sistema es bastante competente en la calidad del video que reproduce (al menos para su tiempo), sin embargo, a nivel de otras características es muy limitado (su CPU es de 8-bit, en tiempos en los que el 3DO, Sega Saturn y Playstation 1, con el poder de los 32-bit, estaban ya en el mercado o a punto de salir.)

 

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Un par de juegos de Playdia; a ver si adivinan de cuáles series son…

 

La jugabilidad de dichos títulos se limitaba específicamente a que el jugador presionase un botón del control cuando se lo pidiera el juego… no precisamente algo muy difícil, pero en general, siendo dirigidos al público infantil, que simplemente deseaba jugar en los mundos de sus personajes favoritos, eran más que suficiente.

La vigencia del Playdia en Japón no pasó más allá de 2 años, y se dejaron de producir juegos en 1996. Las posibilidades de su llegada al mercado americano fueron siempre muy limitadas, ya que la invasión animé de América no había comenzado (si Pokemón hubiese existido en Occidente en ese momento, tal vez otra hubiera sido la historia) y a que la inmensa mayoría de las licencias de Bandai eran desconocidas para los jugadores americanos.

El Playdia no sería el último intento de una máquina exclusiva de juegos FMV en Japón… en próximos artículos hablaremos del PC-FX, de NEC, un sucesor poco exitoso al gran (en tierras niponas, al menos) PC Engine.

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