Desde que el hombre es hombre ha necesitado comunicarse, ya sea de forma pictográfica, o por medio de sonidos guturales, lo que tratamos de decir siempre ha sido tan importante como la forma en que tratamos de decirlo. Una forma de explicarnos las cosas desde ese entonces han sido las fábulas o mitos, ya sea para explicar un fenómeno natural (el dios trueno, la madre tierra) o para tratar de prever las consecuencias a futuro de nuestra acciones (el cielo, el karma, la reencarnación) e incluso para determinar la moralidad y lo que es correcto de realizar o no.

En ese sentido, es importante aclarar que desde que existen explicaciones, existe el entretenimiento, y este precisamente ha surgido como un catalizador para que aquellos  conceptos abstractos y difíciles de entender puedan llegar a la mayor cantidad de público posible, es decir, utilizar el poder de la palabra y la imaginación no sólo para contar un relato, sino para hacerlo verosímil y que nos apeguemos a la ficción que crea un contador de historias. La evolución del entretenimiento ha sido tal que hoy en día la narrativa ya no le pertenece a un solo autor (como en el caso de los libros y las películas) sino que nos pertenece a todos (el caso de los videojuegos y las canciones compuestas entre artistas y su público).

Es por ello, que el entretenimiento no pierde vigencia, porque las historias siempre son necesarias, cumple funciones específicas y además nos ayuda a sobrepasar los límites que conocemos de las capacidades de la humanidad (¿20 mil leguas de viaje submarino alguien?). En todo este contexto podemos enmarcar a la saga más grande de la era moderna, del cine y probablemente del entretenimiento moderno: Star Wars.

Star Wars es, en muchos sentidos, una representación fantástica de un complejo sistema político y social, de entrada (y aparte de lo que significó para el cine de en su momento), esta saga logra condensar varios elementos que permiten que una sociedad sea una sociedad, en pocas palabras, es un mundo tan consistente y real que podría perfectamente existir, y eso es lo que nos hace emocionarnos cada vez que vemos algo relacionado con la “única guerra buena”.

Empecemos por la idea y conceptos iniciales, existen dos fuerzas en el mundo de Star Wars que manan del mismo lugar: la fuerza. Este ente/concepto/ser tiene su propia naturaleza y se divide en dos: el lado luminoso y el lado oscuro, cada uno determinado por las acciones de quienes empuñan su manto, el lado luminoso pertenece a los Jedi y el lado oscuro a los Sith; hasta aquí vamos con conceptos básicos de la película, sin embargo, sus significados son más profundos. Si realizáramos una comparación de la fuerza con algún elemento de nuestro universo sería una religión no teísta de carácter vivencial y manifiesto, en ese sentido, quien cree (o creyera) en la fuerza lo haría por dos razones: o porque puede manifestarla o porque ha vivido experiencias cercanas con ella.

anakin vader

No bastando con ello, la fuerza además tiene su manifestación en el complejo (y también maniqueo) sistema político de la galaxia, por un lado el imperio (concebido como lo malo, el statu quo) y por otro la alianza rebelde (concebido como lo bueno, la ruptura). Los conceptos para representar a cada uno no pudieron ser más precisos, el imperio (y aquí se me sale lo politólogo, me disculparán) es precisamente la opresión, la suma de todos los males que aquejan a la humanidad (y a la galaxia en este caso), es el oscurantismo representado en aquellos cuyo poder (de facto y legal) permite abusos y no tolera la diferencia de pensamiento (volvemos al punto de las religiones, el radicalismo en este caso), es decir un imperio como lo conocemos en nuestra tierra.

La alianza rebelde por otro lado, es la emancipación de la humanidad, es la búsqueda de la libertad, la felicidad y el delicado equilibrio que nos lleva a una vida plena. En esto entran dos conceptos filosóficos importantes que no había mencionado hasta este momento, el epicureísmo y el hedonismo. La fuerza en su lado luminoso es epicúrea, busca la confrontación de alma y cuerpo a través de los placeres mínimos para vivir, sin goce, sin excesos, el lado oscuro (y por ello más seductor) es más hedonista, busca los placeres para encontrar la felicidad (en este caso el miedo sería más allá de un placer, una desviación del camino del epicúreo), no por ello el lado oscuro es completamente malvado, sino las consecuencias de la desviación es lo que hace peligroso al camino del lado oscuro (y las galletas, no olvidemos las galletas).

Sobre esta línea maniquea se dibujan entonces los principios políticos de la galaxia, o estás con el bien o estás con el mal, la tercera vía (que en el caso de la política real sería algo así como la social democracia) estaría apegada a la línea en la que se dibuja Lando Calrissian en su primera aparición en la saga, un lugar que no es ni bueno ni malo, pero que termina acercándose al lado bueno de la religión y del sistema político.

Las consecuencias de uno y otro lado de la fuerza no son sólo para aquellos en quienes están convencidos de las historias de Jedis versus Siths, sino para quienes están sometidos a las reglas de juego universales de la galaxia, basta con ver la destrucción que puede causar la Estrella de la Muerte para reconocer paralelos en nuestra vida cotidiana (ISIS, 11 de setiembre, atentados de Munich, atentados a Charlie Hebdo)

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Siguiendo en los paralelismos de la religión, podemos encontrar otros propiamente en los personajes, dos ejemplos son suficientes para empezar a ver la saga con otros ojos. Por ejemplo Anakin Skywalker podría ser (en la mitología católica, romana y apostólica) Moisés, quien desobedeciendo el llamado de la fuerza no logra nunca ver la tierra prometida (acá podemos citar las destrucciones de las estrellas de la muerte, la derrota ideológica y militar del lado oscuro o el hecho de no poder convertirse en un caballero Jedi y mantenerse ahí), aunado a ello Luke Skywalker sería algo así como el Mesías, aquel que estaba destinado a salvar a toda una galaxia a través de la predica con el ejemplo de la fuerza.

Sumemos a estos paralelismos, otro importante, esta vez antes de cristo, la Orden Jedi podría ser comparada con la primera generación de dioses del Olimpo, es decir, Chronos y compañía, cuando el consejo es derrotado y disuelto podríamos hablar del ascenso y corrupción de Zeus y para terminar Luke Skywalker sería algo así como el ascenso de los titanes al poder de la mano de Hércules, con todo lo que ello implica, como la teórica (y real) desventaja de poderes entre Darth Vader y Luke (Zeus contra Hércules).

Zeus

Aunado a la filosofía religiosa de la saga existen aspectos sociales que se tratan de manera sencilla y didáctica que pueden pasar desapercibidos (o no) para muchas personas. Un claro ejemplo de ello es el respeto en general a la diversidad de las especies presentadas en las películas, la tolerancia (no podemos hablar de empatía) practicada es común e inherente a la condición de ser vivo, esta parece la conclusión lógica luego de estar en una guerra galáctica de proporciones sólo equiparables a la imaginación de quien escribió dicha historia.

Aunado a esto, la economía pareciera deprimida no sólo porque notamos una diferencia de clases evidente (los tíos de Luke y su modo de vida versus Lando y las cenas que receta a los héroes) sino también por las condiciones generales en las que se encuentran los planetas, además, dentro de la saga la economía no tiene un rol determinante, los intercambios son mínimos e incluso nuestros héroes terminan la película en una fiesta en un planeta que genera todo lo que se come (soberanía alimentaria, todo un hito en un espacio galáctico, amén de una considerable contradicción con principios económicos liberales). En fin, el apartado económico pareciera sostenido por una “mano invisible” que no maneja ni siquiera su propio rumbo, pero que se alimenta (posiblemente) de las guerras, el contrabando de armas y el tráfico de personas (justo como nuestro mundo real).

En resumen, y para terminar este artículo introductorio, Star Wars representa mucho más de lo que podríamos ver; si nos sentamos a analizar con detenimiento lo que nos muestra George Lucas en su universo podríamos durar años, tesis doctorales y tal vez eones en determinar todo el legado que nos ha dejado. Al final, por eso nos gusta Star Wars, porque siempre hay algo nuevo, siempre tenemos los ojos puestos en la fuerza, siempre nos dejamos maravillar, porque Star Wars no es el mundo en el que vivimos, es un mundo en el que nos gustaría vivir, aunque sea tan imperfecto como el nuestro.

Star Wars

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