Desde el forzado y manipulador cliffhanger con el que concluyó la temporada anterior, The Walking Dead ha estado en un constante ir venir con respecto a su calidad. Los episodios de la sétima temporada no han sido todo lo cohesionados narrativamente que uno quisiera, con estructuras cuestionables y sucesos a ratos predecibles y a ratos salidos de la nada. Sin embargo, como ha ocurrido antes, todos los caminos llevaron a un episodio bien narrado y con consecuencias graves y alentadoras al mismo tiempo. Claro, la estrategia es clara: mantenernos en vilo hasta el final de temporada o, como en este caso, la pausa de fin de año.

Advertencia: la siguiente reseña contiene spoilers, muchos… todos.

Antes que nada, quisiera resaltar que este episodio tuvo el formato que me hubiera gustado ver a lo largo de la temporada, con escenas de las distintas locaciones en las que se encontraban los personajes. Creo que esta manera de presentar la historia hubiera sido mucho menos tediosa que dedicarle episodios enteros a cada zona, lo que generaba la sensación de tener que esperar varios episodios para que cada historia avanzara.

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Rick y Aaron improvisaron remos para atravesar un lago lleno de muertos.

Esta vez, pudimos ver lo que pasaba en Hiltop, El Reino (o sus cercanías), El Santuario, Alexandria y hasta el extraño lago donde Rick y Aaron encontraron el bote cargado de provisiones. Así, el episodio tuvo un dinamismo inédito en esta temporada, mostrando una gran agilidad narrativa. Ya que la mayoría de personajes se reunió, podríamos suponer que no habrá más problemas de este tipo, pero dado que por lo que sabemos del cómic, las distintas comunidades continúan apareciendo, habrá que esperar para ver cómo lo manejan en la serie.

En cuanto a los hechos específicos, me encantó toda la secuencia de Rick y Aaron en el lago infestado de muertos. Como no me canso de repetir, esta es, después de todo, una serie de zombis y, si bien es claro que la idea de «los vivos pueden ser más peligrosos que los muertos» es un punto clave de su argumento, a ratos parece que los guionistas se olvidaran de que el mundo está como está porque los muertos se comenzaron a levantar. Por ello, nunca está de más una buena y tensa escena en que la vida de los protagonistas se vea amenazada a mordiscos. De hecho, aunque era poco probable que lo perdiéramos así, temí seriamente por la seguridad de Aaron cuando calló al agua. Y bueno, he de confesar que no logré entender cómo se salvó…

Esta aventura dejó un cabo suelto: ¿quién será el dueño de todas esas provisiones?, ¿a qué se refería con el mensaje que dejó?, ¿a él/ella pertenecían los pies que vimos acercarse a la orilla cuando Rick y Aaron ya se iban? Todo esto quedó en el aire, por lo que es de esperarse que devenga relevante a futuro.

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Negan sentó a Olivia, Judith y a Carl a la mesa… a comer espagueti…

En cuanto a Hiltop, no pasó mucho más que el par de situaciones que nos dieron a entender que Maggie sigue ganando popularidad entre los residentes, probablemente incluso por encima de Gregory. Bueno, eso y la muestra de que la joven está experimentando un aumento de su apetito gracias a su embarazo.

Cerca de El Reino, Carol y Morgan recibieron la visita de Richard, quien quiere convencer a Ezekiel de atacar a los Salvadores. Esta situación fue de las más cansinas del episodio. Por un lado, es difícil pensar qué más se le puede sacar a un personaje como Carol. Ya antes la vimos alejarse del grupo, para volver curtida y más dispuesta a luchar que nunca, por lo que me cuesta creer que estemos por ver algo similar. Desde que en la temporada anterior comenzó a flaquear, tengo la tesis de que no le queda mucho tiempo en la serie. Y pensándolo, una vuelta a la acción de su parte que termine costándole la vida sería un digno final para el personaje; doloroso, claro, pero digno.

En cuanto a Morgan, se ve un poco más dispuesto a luchar, aunque siempre con el conflicto que le produce la idea de matar. Richard, por su cuenta, está decidido a declarar la guerra, por lo que no sería extraño que termine siendo determinante en la unión final de las comunidades.

En Alexandria tuvimos, claro, todos los sucesos importantes… menos uno. La estadía de Negan y los suyos fue todo lo incómoda y exasperarte que podría esperarse, con varios resultados funestos e irreparables. En primer lugar, la golpiza propinada a Aaron por el malentendido con el mensaje entre las provisiones mostró de nuevo la inclemencia de la que son capaces estos personajes. Ahora sí que se vieron amenazadores, a diferencia de su primera visita a Alexandria. En segundo lugar, claro, la muerte de Spencer; sin duda alguna, el joven se buscó lo que le ocurrió, pero no dejó de ser impresionante el momento en que Negan finalmente lo liquidó, a pesar de que hasta el momento había dado la impresión de sentirse a gusto con él. Por una vez, Negan me sorprendió verdaderamente, pues con todo lo que hay malo en su persona, no deja de ser un tipo que reconoce el valor y la honestidad, mientras que desprecia la cobardía y el oportunismo.

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Rosita y su bala de la discordia causaron más problemas de los que se esperaban.

Por último, la muerte de Olivia. Seamos francos: Olivia no era un personaje importante o que pudiera inspirar sentimientos profundos, más allá de que era inocente y el desafortunado objeto de las burlas y el abuso de Negan. Por ello, tampoco fue como que su muerte me impactara tanto (de hecho por un momento creí que el tiro de Arat lo había recibido Carl), aunque tengo que reconocer que no me acostumbro a la victimización aleatoria mediante la que Negan castiga a sus detractores. Durante los segundos entre la indicación de Negan de que mataran a «alguien» y la ejecución de la sentencia, temí por la vida de absolutamente todo el mundo, desde el susodicho Carl hasta Tara, pasando por Gabriel, Eugene y Rosita. Y la muerte de Olivia no fue, de hecho, la única consecuencia: Eugene fue llevado prisionero y no puede dejar de preocuparme que el muchacho no tiene el coraje de Daryl para resistir el cautiverio.

Por mucho, lo más relevante del episodio fue la decisión de Rick de finalmente tomar acción en contra de Negan. Otro reseñista se me adelantó en señalar un defecto del episodio: en realidad, no quedó muy claro cuál fue la motivación para el cambio de actitud. Las muertes de Spencer y Olivia no tienen el suficiente peso (la de Spencer, más bien, le resultó gratificante); la golpiza de Aaron, si bien fue enervante, no  es tanto comparándola con los sucesos recientes. Pensándolo bien, tal vez sea un error buscar un detonante específico y la razón sea la suma de todo lo ocurrido. Michonne, definitivamente, tiene parte del crédito: su discurso de ser los sobrevivientes (me quedé esperando la frase «We don’t die«, que Rick y Andrea convierten en su eslogan en el cómic) definitivamente influyó en el carácter de Rick, quien probablemente ya tuvo suficiente de ser pisoteado.

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Negan se dio el lujo hasta de jugar una partida de pool en Alexandria.

Finalmente, ese final… me pueden decir sentimental, vendido…. lo que quieran, pero ver a Daryl abrazar así a Rick, como se abraza al papá… puña, es apenas para hacer ese meme de «Cuando lloramos todos». Lo más especial del momento fue la manera en que se construyó la escena: primero, la carita de felicidad de Maggie al ver acercarse a sus amigos; luego, el abrazo entre ella y Rick; por supuesto, la aparición de Daryl y el abrazo; luego la reconciliación definitiva entre Sasha y Rosita y la mirada entre Enid y Carl. Fue un reencuentro tras otro, en una manera que la serie no nos daba desde hace un buen rato. Más allá del simple hecho de los reencuentros, importa lo que implican: el grupo reuniendo a todas sus figuras de poder para finalmente hacer lo que Maggie sugirió desde el primer momento: contraatacar. Particularmente simbólico y emocionante resultó que Daryl le entregara a Rick su arma, que había sido sustraída por los Salvadores episodios atrás. Rick volvió, no solo a Alexandria, no solo a Hiltop, volvió a su condición de líder valiente y dispuesto a defender a los suyos.

Claro, queda por ver qué va a opinar Gregory de la situación, pues su resentimiento hacia Rick por haberlos metido en un problema no se podría obviar fácilmente. Pero claro, es probable que Maggie se imponga finalmente y asuma el liderato. Queda por verse cómo se incorporará El Reino a la lucha, aunque les puedo vaticinar que a ese proceso se avocará gran parte de la segunda mitad de la temporada.

De momento, es todo. Tras una primera mitad de temporada irregular, la serie se las arregló para darnos un muy buen episodio, con las adecuadas dosis de violencia, tensión y, como pasa pocas veces, esperanza. Será hasta febrero que veremos si la serie recupera su gloria, para lo cual tiene muchísimo potencial. Al menos, esta espera es la que se hace más corta, así que a esperar tranquilos.

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