Century; La Ruta de las Especias es el primer juego de la trilogía de Century. Foto: Devir.

En otro momento hablaremos de cómo un genio loco creó un monstruo de Frankenstein que, de alguna forma, no sólo vive, sino que funciona mejor que muchísimos euros. Antes de entrar a ese tema hay que analizar cada una de sus partes, y como lo mejor para empezar es el inicio, hoy Del Sillón a la Mesa, vamos a analizar: “Century: La Ruta de las Especias”, el primer juego de la trilogía.

Para quien (con justa razón) no tiene idea de lo que estoy hablando, los “Centurys”, son tres juegos independientes (es decir, se juegan por sí mismos y ninguno es expansión del anterior), desarrollados por Emerson Matsuuchi. Todos centran su temática alrededor del intercambio y comercio de bienes y cada uno explota una mecánica base, sin embargo, el diseño contempla reglas específicas para poder mezclar los componentes de cada caja, generando un nuevo juego por cada combinación. Así, quien tenga todos, en realidad posee siete juegos, no tres. 

Pero, entremos en detalle:

NombreCentury: La Ruta de las Especias
Número de jugadores2-5
Duración30-45 minutos
Edad mínima recomendada8 +
TipoCartas/ Gestión de mano
ModoCompetitivo
DificultadMedia
Century: La Ruta de las Especies

¿Por qué me gustaría?

Algunas de las cartas que podemos utilizar en este primer Century. Foto: David Ching.

A ser honestos, La Ruta de las Especias no es precisamente el juego más atractivo de primera entrada. Su arte no sobresale, el tema de comercio de especies es tan cliché, que hasta el más fanático de los juegos “Euro” suspira exasperadamente al escucharlo. La mecánica base del juego es “hand management” (gestión de mano) y jugar cartas para cambiar cubos por cubos y obtener puntos de victoria, no es precisamente novedoso. En fin, no resalta ni llama la atención y  al verlo, puede parecer aburrido, pero, en definitiva, no lo es. 

«¿Por qué la canela es superior al azafrán? Quién sabe, pero eso no le quita gozo al juego»

Es tan así, que la primera vez que lo jugué, fue cuando Michie (mi pareja) y yo -en ese entonces neófitos en el mundo de los juegos de mesa- fuimos a una actividad de muestreo y, pese a que era el que menos nos llamaba la atención, fue el primero que jugamos porque era el único disponible en el momento. Esa misma tarde, luego de probar 4 o 5 juegos más, salimos determinados a comprar sólo uno: “el Century”.

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Una vez superada esa complicada primera impresión (que siendo justos es bastante mejor en la “versión Golem” que salió al mercado posteriormente) es difícil no enamorarse de la elegancia del juego. Los turnos son rápidos, las acciones son sencillas, pero tomar una decisión requiere pensamiento y estrategia, hay tensión cada vez que alguien reclama un contrato, y a la fecha no he jugado una partida en que no sienta la satisfacción de tomar una carta que mi contrincante necesita y/o la frustración de ser la víctima en ese mismo escenario. También es común que la rapidez del juego, te tome por sorpresa, obligándote a tomar una decisión antes de lo esperado. Pero me estoy adelantando, hablemos un poco de cómo se juega.

Jugabilidad

El juego se desarrolla de manera muy sencilla. Al inicio, se descubren dos mazos, uno de contratos y uno de mercader.  Cada carta de mercader va a permitir realizar una acción relacionada a intercambiar, mejorar o cosechar especies, mientras que, las cartas de contrato pueden ser reclamadas entregando una combinación definida de especies a cambio de una cantidad determinada de puntos de victoria. En otras palabras, el juego consiste en obtener y jugar cartas de mercader, para obtener especies e intercambiarlas por contratos (puntos de victoria).

Todos los jugadores empiezan con cierta cantidad de cubos -determinada por el orden del turno- y dos cartas. Una de estas permite tomar dos cubos de la especie menos valiosa del juego, la cúrcuma (los cubos amarillos). La otra carta permite realizar dos “mejoras” en el inventario de especies. La cúrcuma se puede mejorar por azafrán (rojo), el azafrán por cardamomo (verde) y el cardamomo por canela (café). ¿Por qué la canela es superior al azafrán? Quién sabe, pero eso no le quita gozo al juego. 

«En otras palabras, el juego consiste en obtener y jugar cartas de mercader para obtener especias e intercambiarlas por contratos»

En cada turno el jugador debe realizar una de cuatro acciones: tomar una carta, pagando su costo si lo hay y tomando los cubos de especie sobre la misma (si los hay), jugar una carta sacándola de la mano, poniéndola en frente y realizando lo que la carta dice, reclamar un contrato pagando su costo y obteniendo los puntos de victoria asociados o descansar, que es devolver las cartas usadas a la mano.  El juego concluye al final de la ronda en que algún jugador completa una cantidad determinada de contratos (que depende del número de jugadores) y quien tiene más puntos de victoria gana.

Con las manos iniciales y los mazos descubiertos, podemos comenzar.

Sentimiento del juego

Hasta el momento, Century: La Ruta de las Especias, puede sonar sencillo pero el mazo de cartas está hecho para competir. Cada carta es única y no tomar una carta valiosa o reclamar un contrato a tiempo puede salir caro. Es necesario planificar varios turnos adelante y tratar de ver la mejor manera de generar combos para descansar lo menos posible, ya que un turno en que se descansa es un turno perdido que otro jugador puede utilizar para robar, a plena vista, el justo contrato necesario para ganar. 

En Century: La Ruta de las Especias, cada carta es distinta y representa una oportunidad diferente. Foto: David Ching.

No es necesariamente un juego que “va a la yugular”, no busca que uno sea innecesariamente malvado o que haya conflicto solo porque sí, como en Cash and Guns o The Island, pero si genera la justa interacción para sentir esos momentos tensos que tanto se disfrutan. Las jugadas no se sienten como ataques personales, pero aun así es frustrante que un contrincante te arruine los planes y gratificante hacer lo contrario. Es difícil (quizás imposible) ganar enfocándose exclusivamente en hacer perder a los demás, pero es imposible que las estrategias no choquen en algún momento. Por esto, es un juego donde, si bien hay cierto elemento de suerte, porque no hay control sobre cuáles cartas van a salir, muy rara vez se siente un triunfo desmerecido. Gana quien tiene la mejor estrategia.

¿Lo recomendamos?

Aunque la respuesta obvia es que definitivamente sí, es un juego que Del Sillón a la Mesa recomendamos, es necesario hacer algunas acotaciones. 

Este no es un juego que fuerce a la interacción. No siento que sea el mejor juego para una reunión familiar en la que querás que todos hablen y generen vínculos -como si podría lograrlo Pandemic o Capitan Sonar, por ejemploTampoco es un juego para reírse a carcajadas como Colt Express o Exploding Kittens, o para payasear y generar historias como Sherrifs of Nottingham o Munchkin. Si querés interacción y risas, hay mejores opciones.

Por otro lado, si lo que querés es un “euro” que sea fácil de explicar pero difícil de dominar, donde en cada turno se pueda mejorar en estrategia, pero que se disfrute sin terminar con dolor de cabeza de tanto pensar, este definitivamente es tu juego. 

La Ruta de las Especias es elegante y sencillo pero profundo, una excelente introducción al mundo de los juegos “euros” que además, tiene como extra formar parte de una trilogía. En las próximas ediciones vamos a hablar de las otras dos partes que componen este interesante universo: Century: Maravillas de Oriente y Century: Un Nuevo Mundo.

Puntuación Del Sillón a la Mesa: 7.5/10

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